Las salchichas son más importantes de lo que se cree. Las salchichas, sí. O embutidos cuya fabricación tanto molestaba a Otto von Bismarck, como lo han recordado hoy jueves dos columnistas de Milenio, Jorge Zepeda Paterson y Héctor Aguilar Camín. Y es que el famoso canciller del ya inexistente imperio alemán decía: “Las leyes, como las salchichas, mejor no ver cómo se hacen”. Aunque, dice Zepeda —en esto más culto que Camín—, la frase no era de Bismarck, sino de John Godfrey Saxe, poeta estadounidense.
Zepeda Paterson y Aguilar Camín se pusieron salchicheros porque no les gusta lo que está ocurriendo en el poder legislativo mexicano relacionado con la ley para ampliar la participación de las fuerzas armadas en las tareas de seguridad pública.
Me pregunto por qué les parece tan vil que existan las negociaciones políticas antes de una reforma legal. Es lo más normal del mundo, pero en la prensa mexicana —más allá de los escritos de los columnistas de Milenio mencionados—, se cuestiona al secretario de Gobernación por dialogar con senadores priistas para tratar de convencerles de un proyecto que el poder ejecutivo considera razonable. De plano, no veo la inmoralidad de Adán Augusto López en este caso. Pienso que el funcionario está haciendo su trabajo, y nada más. Por cierto, para eso se le paga.
Vale la pena recordar que fue gracias a las salchichas que la reforma protestante llegó a Suiza. Ojalá sirva para que abra los ojos la comentocracia mexicana que no quiere ver cómo se hacen las salchichas ni entender la forma en que se negocian las leyes en todo el mundo.
En 1522, el clérigo Ulrico Zuinglio, en la ciudad de Zúrich públicamente habló a favor de comer salchichas durante el ayuno de Cuaresma. Su sermón es famoso por la defensa que hace de una libertad tan elemental como la de elegir alimentos: “Los cristianos son libres de ayunar o no ayunar porque la Biblia no prohíbe comer carne durante la Cuaresma”.
Adán Augusto es libre de negociar con el PRI porque la Constitución no le prohibe hacerlo. Para eso lo tiene el presidente López Obrador en el cargo de titular de la Secretaría de Gobernación.
Por lo demás, a Aguilar Camín y a Zepeda Paterson les recomiendo la divertida película de caricaturas —para adultos, hay que subrayarlo— “Sausage party” o “La fiesta de las salchichas”.
El argumento del filme es bueno: las salchichas, en el supermercado, esperan felices a que llegue un comprador o una compradora y se las lleve. Sueñan las salchichas con ese sublime momento, pero… después descubren que no irán al paraíso, sino directamente a ser comidas por seres humanos hambrientos.
Ese es el destino de las salchichas, que se las traguen. Si hay políticos en el PRI dispuestos a que la 4T los engulla, problema de ellos, no de AMLO ni de Adán Augusto, quienes solo se aprovechan de las debilidades de sus rivales. La política es así, guste o no a los prohombres de los medios.