El día de ayer, en la comparecencia de doña Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana en el Senado, aseguró, manoteando y  casi gritando, que el Ejército y la Marina contaban con todo el respaldo y confianza de los mexicanos. Dijo que en las encuestas, los mexicanos decían (a mí nunca me han encuestado) admirar y sentir confianza por las Fuerzas Armadas mexicanas.

Para mí, siempre la figura militar de este país  me ha inspirado y me ha provocado tenerles muchísima admiración y respeto. Tal vez en un amor por el ejército que le heredé a mi padre.

He contado en este espacio cómo él adoraba e idolatraba al Ejército. En su juventud le había tocado marchar y se le llenaban los ojos de lágrimas cada vez que recordaba esa experiencia. Y ni se diga cómo se ponía de feliz al ver los  desfiles militares  que se realizaban en la CDMX.

Tenía una amplia y vastísima  colección de soldados de plomo y ya avanzado su estado de demencia, colgaba del techo aviones militares en escala de la Fuerza Aérea Mexicana con hilo de cáñamo, parecía que volaban por todo lo alto de la habitación de mi padre.

Así es como empecé yo también a sentir gran respeto y admiración por el Ejército Mexicano. Veía a cada soldado como un héroe que había elegido dar la vida misma por su patria.  Y eso me impresionaba muchísimo.

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Pero la continua presencia en todos lados desde que Obrador llegó al poder del secretario de Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, me genera mucha desconfianza. Es curioso,  pero sí.

Se le ve hasta en la sopa, incluso en las mañaneras y ayer en la comparecencia de doña Rosita Icela no podía ser la excepción. Pero no quiso hablar. Solo estuvo ahí expectante, o amenazante, diría yo .

Lo curioso es que mucha gente hubiera esperado que él compareciera y que algo dijera acerca de el hackeo de Guamayas Leaks.

Pero, incluso el PAN, junto con Morena mencionaron que no lo presionaran, que no era necesario que hablara, que eso él lo puede hacer en otros instantes y  en otros espacios.

Me sorprendió mucho eso también, el que el PAN junto con Morena apoyaran su silencio.

Me parece que era un extraordinario momento para que el secretario de Defensa Nacional pudiera hablar y cambiar la percepción de muchos. Era una excelente oportunidad para demostrarnos que las Fuerzas Armadas y el Ejército están para cuidarnos y no para cuidar sus propios intereses.

Pero se retractó. Iba a hablar y prefirió callar. No sabemos si como una iniciativa propia o por órdenes superiores.

Pero ese  silencio tan ensordecedor a mí en lo particular me generó  mucha desconfianza.

La presencia en todos lados del general Sandoval me hace cuestionarme muchas cosas y me surgen dudas.

A veces me pareciera no ver a don Luis Cresencio  junto al presidente Andrés Manuel López Obrador, sino más bien  encima del presidente o adelante del presidente.

Como que pareciera que el que lleva las riendas del presidente es el propio Secretario de la Defensa.

Por supuesto que ver soldados en todos lados no siempre genera paz, sino un poco de miedo.

Ahora imaginen que en todos lados la figura del general Sandoval está presente.

Físicamente se le ve más íntegro y más fuerte que el propio presidente por lo que a veces pienso o imagino pues que quizá está esperando con ansias don Cresencio para ocupar el cargo del presidente.

Pero no me hagan caso, son ideas mías.

Lo que insisto y reitero que lo de ayer, estuvo mal hecho: El general no quiso hablar.

Sin embargo,  ha hablado cientos de veces desde que llegó al poder. El propio presidente le ha cedido ese poder y el micrófono para que en las mañaneras pueda explayarse el tiempo y las veces que quiera.

No estoy a favor de la militarización. Los soldados también deberían  de ser cuidados en su integridad y eso solo se puede desde el encuartelamiento, pero los han sacado a las calles poco a poco.

Exponerlos así en las calles puede desatar caos y más.

A mí no me da paz. He insisto: no siento que esté ahí y en todos lados don Cresencio, como una forma de hacerle saber al pueblo bueno y sabio que está siendo protegido.

Su presencia me hace pensar que él controla, maneja, supervisa y organiza las cosas y a las personas que le convienen y de la manera en que le convienen.

Sí, tiene muchas medallas, muchísimas… pero su imagen me genera desconfianza.

Yo quiero seguir creyendo en los militares y en el Ejército. Quiero seguir admirándolos y quiero sentir esa certeza que sentía cuando era yo una niña de que en verdad me defenderían de los malos.

Ahora estoy completamente confundida y no termino de entender qué es lo que se pretende con la sobrexposición de la imagen del secretario de la Defensa y de su narrativa de hablar cuando quiere y callar cuando quiere también.

A veces hacen cosas buenas que pueden parecer malas.

Quizá sea parte de la famosa “estrategia” presidencial para tener índices felices en temas de seguridad.

En fin… las cosas siempre caen por su propio peso y el pueblo mexicano ya anda muy avispado…

Al tiempo.

Es cuanto.