Hace apenas unos meses, tras el anuncio de la eventual publicación de los nuevos libros de texto, Marx Arriaga comentó en entrevista que lo más importante del proyecto de la Nueva Escuela Mexicana eran los maestros, a la vez que hizo alusión al reciente incremento salarial a todos los docentes de la educación pública.

Y el miércoles pasado el propio SNTE, en un desplegado dado a conocer a la opinión pública, expresó su apoyo a la NEM y a los nuevos libros de texto gratuito. Acto seguido, el presidente AMLO, más interesado en consolidar su alianza con el sindicato que en el interés general de la niñez, presumió contar con el espaldarazo del gremio magisterial.

¡He allí el problema! Todos los analistas y expertos que durante años han trabajado en favor del mejoramiento de la calidad de la educación pública conocen bien los entresijos de la política educativa. Y no me refiero, en este sentido, a la política educativa en términos de las políticas públicas, sino a las tensiones políticas que yacen detrás de un sindicato que buscó reivindicar su papel, logrando derribar la reforma de 2013, y al mismo tiempo, consumando una alianza con el presidente y con los gobernadores que creía perdida tras la promulgación de la Ley General del Servicio Profesional Docente y la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, hoy ambas abrogadas.

Si bien es verdad que el docente en el aula es un actor principal en tanto que facilitador de los contenidos, el maestro no debe estar en el centro del debate educativo. ¡Sí que deben gozar de salarios dignos y de condiciones laborales favorables que les motiven a realizar la digna profesión que eligieron!

Sin embargo, en el contexto de la convulsa política mexicana, el sindicato, léase, las cabezas del gremio, han jugado sus bazas utilizando el discurso de los “derechos laborales” de los maestros para someter a los gobiernos y así evitar cualquier reforma legal o pedagógica que suponga un perjuicio para sus intereses.

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Por tanto, más allá del hecho mismo de que los libros de texto gratuitos de la NEM distan enormemente de estar a la altura de las exigencias de aprendizaje del siglo XXI, y que serán utilizados como medio de adoctrinamiento de los niños, el problema fundamental reside en el poder sindical ejercido por sus líderes para manipular la política educativa, en detrimento de la calidad de la educación.

El SNTE ha reiterado, pues, su apoyo a los libros de texto de la SEP. ¿A quién sorprende? ¿No fueron acaso AMLO y los legisladores morenistas quienes encauzaron una embestida contra la reforma de 2013 y en favor de la eliminación del Servicio Profesional Docente y del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación?

¿No sirvió el SNTE como aliado del candidato AMLO para encabezar una ilegítima cruzada contra la reforma educativa de 2013? ¿No fue el SNTE un instrumento del opositor AMLO en contra de la “mal llamada reforma educativa? Se aceptan respuestas.