En sus reiteradas descalificaciones contra la prensa y la oposición, AMLO recuerda constantemente aquel momento de la historia de México cuando un grupo de conservadores viajó a Europa y ofreció la corona del país a Maximiliano de Habsburgo. Lo demás es bien conocido. El emperador austriaco gobernaría en México con el apoyo del ejército francés.
AMLO recupera este episodio de la historia nacional para lanzarse contra hombres y mujeres que creen firmemente que una buena relación con los Estados Unidos y una sana correspondencia comercial con América del Norte es una buena idea para el futuro de México.
¡Nada más importante para el porvenir de México que alcanzar un buen acuerdo comercial en el marco del T-MEC! Nuestro país está urgido de inversión extranjera, del tránsito hacia energías limpias, que empresas extranjeras inserten dólares en el mercado mexicano para crear empleos directos.
En un mundo plenamente interconectado y ante una globalización que se acelera, en buena medida gracias al desarrollo de las telecomunicaciones y al comercio, México debe explotar el potencial del T-MEC como instrumento para potenciar el crecimiento de la economía y así combatir nuestras grandes problemáticas estructurales.
Pero AMLO, como es habitual, en su constante búsqueda de popularidad y en voluntad de encontrar narrativas de descalificación y polarización contra sus adversarios, está dispuesto a boicotear las negociaciones en curso con Estados Unidos y Canadá, bajo un supuesto argumento de la defensa de la soberanía en materia energética. En otras palabras, y recuerdo ahora las palabras espetadas por Ricardo Anaya en uno de los debates presidenciales de 2018, AMLO no comprende el mundo.
Así como el presidente mexicano estuvo dispuesto a enfriar las relaciones con nuestro primer socio comercial para defender a tres tiranos latinoamericanos, ahora no dudará en poner en riesgo lo mejor que puede ser obtenido del T-MEC para enriquecer su narrativa matutina en contra de lo que él llama “los conservadores” como si se tratase, efectivamente, de aquel puñado de hombres que se presentaron en el castillo de Miramar para ofrecer el trono mexicano a Maximiliano de Habsburgo.
Para nuestra mala fortuna, México no tiene en AMLO un buen liderazgo. No tenemos hoy a un jefe de Estado responsable que sea consciente de la responsabilidad que fue puesta en sus manos en 2018, y que sea tenga una visión de Estado que conduzca al país hacia un mejor futuro. ¡Poco importa que AMLO no hable inglés y que necesite de un equipo de traducción en sus reuniones con Joe Biden! ¡Lo que sí que daña al país es que el primer mandatario no tenga la estatura de Estado para liderar a un país como Mexico!
Por el contrario, México tiene como presidente a un hombre ensimismado, quien se cree el mesías de la nación, que se cree la fuente de la ley y de la justicia, y peor aún, que ciegamente cree que su visión del país es la única que hará posible el mejoramiento de la vida de los mexicanos.
AMLO seguirá manipulando la historia de México con fines políticos. Sin embargo, según vemos, la 4T podría resultar peor para los intereses nacionales que los conservadores que visitaron Miramar en el siglo XIX.