El desmedido temor del presidente López Obrador a que en las elecciones del próximo año la “Sociedad Civil” salga a votar y se haga sentir, es por miedo a perder el poder e impunidad y por ello busca a toda costa controlar las instituciones democráticas, a los partidos, al INE, al Tribunal Electoral y a las  organizaciones sociales.

Muy acorde a su vena autoritaria y demagógica y como parte de su estrategia de manipulación y victimización, lanza un falso debate entre lo que es “Pueblo” y “Sociedad Civil”, a los primeros los asume como súbditos y a los segundos como traidores.

El pueblo y la sociedad civil

Para él, el pueblo son los desposeídos, los carentes, los que requieren del gobernante para satisfacer sus necesidades y, los que en su distorsionada realidad no encajen, son adversarios o rivales ni siquiera dignos de pertenecer a la nación.

El concepto que aplica tiene que ver con regímenes fascistas o inclusive monárquicos, donde “el pueblo”, son súbditos que reciben migajas del gobernante y le deben obediencia absoluta al monarca o dictador.

En contra parte, en las democracias modernas el concepto de sociedad civil parte de que todos los ciudadanos de un país, ricos, pobres, clase media, todos somos pueblo, con una diferencia, una parte del pueblo es integrante de los partidos y organizaciones que definen posturas de gobierno e interés de poder frente al resto de ciudadanos, eso se conoce como “sociedad civil”, ciudadanos que trabajan, estudian, aspiran y, en un sistema democrático, tienen legítima oportunidad de decidir quién los gobierna.

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México se sacudió el eufemístico concepto de pueblo que predominó bajo la dictadura de un partido hegemónico y logró que organizaciones sociales y hasta vecinales, alcanzaran una representatividad en las estructuras del poder.

Plan B

La iniciativa de reforma electoral de AMLO busca limitar las libertades y la pluralidad y a partir de eso, consolidar nuevamente un partido único.

Ya el pasado 13 de noviembre la sociedad civil salió a las calles a manifestarse en contra de esa propuesta con una marcha que se replicó en más de 50 ciudades sin líderes ni caudillos sino como una expresión de defensa de sus derechos ciudadanos.

Salgamos

El 26 de febrero se ha convocado nuevamente a una concentración ciudadana en contra del denominado Plan B del presidente que, violando la ley y los procedimientos legislativos, busca imponerse para lograr el control de las elecciones.

Ayer en su conferencia mañanera, exponiendo su vena dictatorial, AMLO volvió a cuestionar la convocatoria ciudadana del próximo 26 de febrero, porque él es el único que puede gobernar este país y cualquier movimiento es en su contra, como dijera Luis XIV, “el Estado soy yo”: “Ellos están agarrando esto como bandera política, van a hacer hasta una manifestación, pero en el fondo lo que buscan es agruparse en contra de nosotros, en contra de la transformación, lo que quieren es que regrese el régimen de corrupción que prevalecía, entonces cualquier cosa se convierte en bandera.”

No conforme, al estilo de Luis XVI y su esposa María Antonieta, que en plena Revolución Francesa (cuna de la “sociedad civil” frente al concepto de “pueblo” de la monarquía), ante las demandas del “pueblo” dijo su frase célebre: “déjalos que coman pastel”, AMLO afirma que la reforma es para dar más beneficios al pueblo a través de sus programas sociales.

“No se conformaron con bloquear la reforma constitucional en materia electoral, que significaba un avance importantísimo, porque era reducir de 25 mil millones al año a 15 mil el presupuesto que se destina a las elecciones. Se pudieron haber liberado 10 mil millones de pesos para el desarrollo del país, para el bienestar del pueblo, si se hubiese aceptado una reducción en el presupuesto de los partidos, si se hubiese aceptado que en vez de 500 diputados haya una representación de 300, que ya no existan diputados plurinominales. Asegura que siempre están de diputados o de senadores porque están en las listas de plurinominales, las listas que mandan los partidos, no se someten al escrutinio público, a que la gente los elija”.

La reforma electoral de Jesús Reyes Heroles en 1976permitió que el Partido Comunista participara en las elecciones y los sectores de la “sociedad civil” tuvieran representación a través del principio de la representación proporcional (plurinominales). Gracias a esta apertura democrática desde 1979 Pablo Gómez fue en cuatro ocasiones diputado federal, dos ocasiones senador de la República y dos ocasiones Representante de la Asamblea Legislativa de la CDMX, es decir, durante 30 años ha formado parte del Poder Legislativo. Justo lo que hoy quiere destruir AMLO.

Hoy la sociedad civil se pronuncia por la defensa del INE y los derechos democráticos que costaron tantos años de lucha. No aceptaremos la imposición de un régimen dictatorial que someta al pueblo a la categoría de súbditos.