Subirnos al tema del famoso “testamento político” del que habló el pasado sábado 22 de enero a través de un video el presidente Andrés Manuel López Obrador, es entrar a uno más de sus juegos, de sus acostumbradas cortinas de humo. El testamento político que puso sobre la mesa no es sino uno más de sus distractores para desviar la atención de los asuntos realmente importantes de la nación, y eso, a tres años de su gobierno, se ha convertido en una estrategia de comunicación que ya deberíamos tener muy bien aprendida para no caer en ella.
Si algo se puede destacar del gobierno en turno en lo que va del sexenio, es la capacidad del propio presidente, o las mentes en las que sostiene su área de comunicación, para brindar una fuente inagotable de temas, proyectos, y programas que provocan siempre su cometido en cuanto a que la gente voltee a otro lado y olvide o se entretenga con esos tópicos estériles, falsos, e intrascendentes con los que oculta lo verdaderamente crucial para el país.
Ahora mismo, el testamento político está en boca de todos, es tendencia en redes sociales, los moneros están ocupados creando las imágenes más ocurrentes y chuscas, los editorialistas buscando el dato, el antecedente, inmersos en la Carta Magna, en el artículo 84 para ver si hubiese algún resquicio jurídico por el que se pueda colar el testamento de AMLO.
Desde luego, estamos en donde el presidente nos quiere tener; en la ingenuidad, en ese limbo donde los padres mandan a los niños cuando les entregan el iPad para que no molesten o los distraigan, para que no pregunten. Y nosotros somos esos niños entretenidos jugando Roblox, Free fire, y Fort nite, cuando deberíamos estar convertidos en una máquina de hacer preguntas.
Luego de que el pasado viernes trascendiera que el primer mandatario de la nación había sido ingresado al Hospital Central Militar, el vocero presidencial Jesús Ramírez se vio obligado a confirmar la información a través de Twitter, pero lo hizo de manera escueta, sin brindar mayores datos:
“Esta mañana el presidente Andrés Manuel López Obrador ingresó al hospital central militar de la @SEDENAmx para llevar a cabo una revisión médica de rutina programada”, escribió a las 16:15 hrs.
Posteriormente el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, informó que el mandatario ingresó al mencionado nosocomio alrededor de las 10:30 horas para una evaluación médica, y que tras ella se determinó se le tendría que realizar un cateterismo cardiaco, el cual se llevó a cabo alrededor de las 16:30, procedimiento que dijo, duró alrededor de 30 minutos para concluir que el mandatario se encontraba en perfecto estado de salud.
Explicó también que por los antecedentes del Presidente cada seis meses se le realizan una serie de estudios (laboratorio, electrocardiograma, prueba de esfuerzo y/o tomografía) y por los resultados de su último chequeo, el equipo médico que lo atiende consideró necesario realizar un cateterismo cardiaco. Añadió que durante el procedimiento se encontraron el corazón y las arterias de López Obrador sanos y funcionando adecuadamente, por lo que no fue necesario realizar ningún otro tipo de intervención y fue un procedimiento breve.
El secretario de Gobernación cumple con la parte que le corresponde al enviar un comunicado para dar a conocer de manera oficial el procedimiento al que fue sometido el presidente, el resultado del mismo y su estado de salud. Pero todos sabemos que Adán Augusto no es médico, y luego entonces, lo adecuado sería que apareciera y se conociera al grupo de galenos que da seguimiento a la salud del mandatario y quién lo encabeza, a fin de que de alguna forma los mexicanos tengamos certeza del estado real de salud de quien lleva las riendas del país.
Un infarto y problemas en las cervicales, se encuentran en su historial médico. “Durante la madrugada del 3 de diciembre de 2013, AMLO fue internado en el hospital privado Médica Sur, en la zona de hospitales de la Ciudad de México, por un infarto agudo al miocardio, parte musculosa del corazón situada entre el pericardio y el endocardio.
En aquella ocasión, Patricio Ortiz, el cardiólogo a cargo de atender a López Obrador hizo de carácter público que el político fue sometido a una intervención coronaria y que su evolución fue favorable.
Durante los meses siguientes, medios de comunicación dieron seguimiento a la salud de AMLO y la respuesta obtenida por parte de él fue siempre la misma: que después del periodo de reposo, cambió ciertos hábitos para mejorar su salud y que desde entonces no ha tenido complicaciones relacionadas a la falla notificada por el hospital privado.
Años después, el 9 de octubre de 2018, durante el periodo en el que ya se había ratificado su victoria electoral antes de tomar protesta como presidente, se dio a conocer que López Obrador se había sometido a un proceso quirúrgico relacionado a un dolor en el cuello.” (Infobae 21/01/22).
Más allá de las dos ocasiones en que Andrés Manuel ha sido alcanzado por la COVID-19 y algún otro ingreso al hospital, poco o nada sabemos de la verdadera condición médica en que se encuentra siendo cada vez más evidentes los signos de decadencia en su rostro y su andar, su notorio sobrepeso, su mala alimentación de la que él mismo da cuenta a través de los acostumbrados videos que muestra en redes sociales. Y mucho menos sabemos de su estado mental, que igualmente en más de alguna ocasión nos ha dejado dudas y preocupación en cuanto a su buen funcionamiento.
De ahí que se haga necesaria una exigencia para que alguien asuma la responsabilidad por la salud del presidente y conteste todas esas preguntas que los mexicanos tenemos y que al no ser respondidas han generado múltiples rumores, versiones y trascendidos, como el más reciente en el que se asegura que tuvo dos desvanecimientos previos a la hospitalización del viernes.
Tras abandonar el hospital, el sábado, López Obrador grabó un video en el que salió a decir que tiene un “testamento político”, y en un tris desvió toda la atención respecto a su estado de salud, un tema que incluso es de Seguridad Nacional.
De hecho, AMLO sabe perfectamente que dicho documento no tendría ninguna validez en caso de que llegase a morir, pero sin duda le sirve para que la gente esté distraída hablando y recordando aquella escena en que Nicolás Maduro aseguró que Hugo Chávez se le presentó en forma de pajarito y le heredó la presidencia de Venezuela: de la sucesión presidencial en Cuba desde la muerte de Fidel Castro; y de que ya otro demente como Adolfo Hitler había escrito un testamento político.
En tanto, los temas verdaderamente importantes siguen ocurriendo: el malestar del gobierno estadounidense por la Reforma Eléctrica; la compra de la refinería; la corrupción comprobada de la Secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez; los al menos 20 mil árboles talados para el paso del Tren Maya y el cambio de tramo; la expropiación de predios en Quintana Roo; el incremento de la gasolina; la desorbitada inflación; el incremento en productos de la canasta básica; el nuevo desbordamiento de la pandemia por COVID-19; la falta de pruebas; la negativa a vacunar niños; el desabasto de medicamentos; la inseguridad al máximo.
Es urgente que los mexicanos dejemos de actuar como niños de una vez por todas; salir del juego, rechazar el iPad, y enfocarnos en los asuntos que el actual régimen afanosamente nos quiere esconder.
Salvador Cosío Gaona en Twitter: @salvadorcosio1
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