En un Auditorio Nacional lleno de vida y color, niñas, niños, adolescentes y jóvenes de todo México se unieron en la quinta edición del magno evento de cultura comunitaria Tengo un sueño 2024, organizado por los Semilleros Creativos. Con los lemas “Es tiempo de florecer” y “Es tiempo de mujeres”, las nuevas generaciones tomaron el escenario, usando el arte para expresar su deseo de un mundo más justo, libre de violencia y prejuicios.

Los Semilleros Creativos son una iniciativa que, desde su creación, ha abierto espacios seguros y de expresión para niñas, niños y jóvenes en situaciones de vulnerabilidad. Estos talleres artísticos gratuitos se han convertido en herramientas de transformación social y en vehículos de paz para comunidades afectadas por la violencia. En las aulas de los Semilleros, el arte se convierte en una alternativa poderosa y esperanzadora, una realidad paralela que permite a sus participantes escapar de un entorno hostil y redescubrir su potencial creativo.

Este año, el énfasis estuvo en el rescate de las lenguas indígenas. Poemas, cánticos y relatos fueron interpretados en idiomas originarios, en una muestra que no solo celebraba la riqueza cultural de México, sino que subrayaba la urgencia de proteger y revitalizar estas lenguas. En un país donde los discursos a menudo marginan a las comunidades indígenas, escuchar a jóvenes como Arilei Cota, quien viajó desde Empalme, Sonora, para compartir su historia, fue profundamente conmovedor. Arilei, quien considera que los Semilleros Creativos le han cambiado la vida, representa la esperanza de toda una generación que ve en el arte una vía para encontrar su voz y conectar con sus raíces.

Con dos mil jóvenes artistas en escena, incluyendo 700 intérpretes y mil 300 encargados de escenografía, el evento fue un despliegue vibrante de talento y determinación. Procedentes de 150 municipios de México, estos noveles artistas presentaron no solo sus habilidades artísticas, sino también los lazos de amistad y solidaridad que han forjado en sus comunidades. A través de disciplinas como teatro, danza, literatura, títeres, música tradicional, y artes circenses, los Semilleros mostraron el poder de la cultura para unir, educar y sanar.

En el corazón del espectáculo, una historia. La de Coa, una niña que, con la ayuda de su abuela y seres oníricos, silencia las sombras que le susurran ideas machistas y prejuicios. Situada en el Valle de los Fantasmas de Sierra de Álvarez, San Luis Potosí, Coa enfrenta los ecos y sombras de una sociedad que aún carga con estereotipos de género y narrativas patriarcales. Su travesía resuena con la lucha de miles de mujeres y niñas mexicanas que, día a día, desafían estos mismos fantasmas en su vida real.

Las columnas más leídas de hoy

El mensaje que Coa y las y los jóvenes artistas llevan al escenario es claro y contundente: “Es tiempo de mujeres”. Es tiempo de una generación que no se limita a soñar con un mundo más justo, sino que lo construye desde los espacios que encuentra a su alcance, sea en un teatro, un salón de clase, o en sus propios hogares. La cultura, en este sentido, es un puente, una herramienta que permite a las nuevas generaciones visualizar un futuro diferente.

Como sociedad, debemos escuchar estas voces. Son la fuerza de cambio que exige una realidad donde mujeres, hombres, niñas y niños puedan coexistir sin miedo y con la libertad de ser. Tengo un sueño 2024 nos recuerda que la cultura comunitaria y el arte no solo son fuentes de entretenimiento, sino también armas pacíficas para enfrentar los desafíos de la actualidad. Es momento de florecer y, sobre todo, es tiempo de mujeres.

En cada nota, cada palabra, cada movimiento en el escenario, estos jóvenes nos enseñaron que el cambio está en marcha y que, si les prestamos atención, veremos que el futuro ya está aquí, y está lleno de esperanza.