¿Por qué el nerviosismo de los mercados financieros frente al resultado de la jornada electoral del pasado domingo? El arrollador triunfo de Claudia Sheinbaum y el poder otorgado a Morena a través de la ejecución del llamado Plan C, logrado a partir de la voluntad popular ejercida por medio del voto en las urnas el pasado 2 de junio, refrendó la confianza y esperanza de la mayoría de la población en México para que continúe la Cuarta Transformación, del presidente López Obrador, en manos de la nueva presidenta electa. Pero esta concentración de poder conlleva una enorme responsabilidad de parte de Claudia, para garantizar el funcionamiento democrático y ordenado del Estado, una vez que asuma el cargo el próximo 1 de octubre.

El comportamiento de los mercados financieros (donde interactúan los inversionistas para llevar a cabo transacciones con activos financieros de distinto tipo, como valores bursátiles, monedas, y otros instrumentos) tiene impacto sobre las variables de la economía de un país, y refleja, a su vez, el nivel de confianza sobre su rumbo o dirección política. Los mercados son extremadamente sensibles, y normalmente sobre-reaccionan a cualquier “ruido” que genere incertidumbre, en tanto no haya “señales” que indiquen claridad.

Los inversionistas ya habían dado por descontado la victoria electoral de Claudia, que no les genera preocupación, pero lo que no esperaban fue el gran margen de 30 puntos que obtuvo, y los resultados del Congreso, que provocó gran inquietud y turbulencia en los mercados, por la estimada mayoría calificada obtenida por Morena en la Cámara de Diputados y la mayoría, ligeramente por debajo de la calificada, del Senado y lo que ello implica, respecto a sus facultades para llevar a cabo cambios constitucionales. Hay nerviosismo sobre si serán aprobadas en automático las reformas presentadas el pasado 5 de febrero, por López Obrador, en especial, la reforma al poder judicial.

Señales de estabilidad en la conducción económica y financiera del país

Este lunes, Claudia emitió un mensaje en redes sociales para enviar una señal clara sobre estabilidad en la conducción económica del país, a partir del acuerdo para que Rogelio Ramírez de la O continúe al frente de la Secretaría de Hacienda en su gobierno, para dar certeza a los inversionistas.

Así lo declaró Ramírez de la O en una llamada conjunta con inversionistas el martes, a primera hora, para mandar una señal a los mercados: “(Claudia Sheinbaum) me pidió que permaneciera en la SHCP, lo cual haré por un período indefinido”. Explicó que, en el tiempo que estará al frente de la secretaría se “asegurará” de la reducción del endeudamiento generado “a niveles compatibles con una relación deuda-PIB sostenible a mediano plazo”. Además, informó de “una colaboración más estrecha con Pemex aprovechando el apoyo que se reflejará en el Congreso para optimizar el buen uso de los recursos públicos”. Y “confirmar a las organizaciones internacionales y a los inversionistas privados que nuestro proyecto se basa en la disciplina financiera”. Finalmente enfatizó que “renovará la comunicación con inversionistas y agencias calificadoras para confirmar las prioridades de gobierno federal, como es la estabilidad macroeconómica”.

Las columnas más leídas de hoy

Más tarde, en un comunicado agregó que, “el Dr. Juan Ramón de la Fuente será el encargado de la coordinación del equipo de transición de la Dra. Sheinbaum”. Certidumbre sobre los primeros lineamientos de política financiera y el buen equipo que rodeará a Claudia.

Esto, aunado el tono conciliador del discurso de Claudia después de la elección, el domingo por la noche ha, por lo pronto, devuelto la tranquilidad y reducido la volatilidad de las bolsas de valores en el país (considero que en el caso del tipo de cambio, este estará sujeto a fluctuaciones que le den un nivel real, de acuerdo a distintas variables, internas y externas).

Claudia dijo en su discurso que gobernará aun para quienes están en desacuerdo con su proyecto, y reconoció la importancia de la inversión privada (nacional y extranjera), lo que se tomó como un guiño al sector empresarial, anticipando quizás un estilo de menor confrontación que el actual, y de mayor diálogo con todos los actores económicos. También enfatizó que mantendrá la autonomía del Banco de México. Ha mandado con ello, señales de confianza.

Ruido político y reformas constitucionales

“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” es un proverbio que se relaciona con la metáfora de la espada de Damocles, que ilustra las cargas y responsabilidades que acompañan a la autoridad que goza de un gran poder, así como los riesgos que supone. Claudia tendrá en sus manos la conducción del país aparentemente con un gran margen de maniobra por los espacios legislativos y ejecutivos estatales ganados por Morena, lo que a su vez exigirá un gran talento político de su parte, para que no se pierdan los necesarios equilibrios de poder, que ofrezcan condiciones de un pleno Estado de Derecho en México.

Y en ese sentido, frente a las reformas constitucionales presentadas por AMLO, como la reforma energética y en especial, la reforma al poder judicial, Claudia tiene ya un importante rol que jugar para evitar que el ruido político alrededor de su posible aprobación sin que medie ningún tipo de discusión entre los distintos actores de la vida política y económica del país, genere inestabilidad que, entre otros, afecte a los mercados financieros, que son factor clave para que fluya la indispensable inversión que requiere la nueva administración para implementar sus planes y proyectos, sobre todo para fondear sus programas sociales y lograr la consolidación fiscal.

Dentro de las responsabilidades de la nueva presidenta electa habrá de estar el mantener equilibrio institucional. Quizás en ese sentido, deba marcar distancia republicana para afirmarse con un sello personal y marca propia, en su estilo de gobernar, frente al presidente López Obrador, en este periodo de transición, sobre todo respecto a los cambios estructurales planteados por el presidente, que podrían poner en riesgo el andamiaje institucional del país, principalmente en materia judicial.

Se espera que la presidencia de Claudia sea la de una administración “AMLO 2.0″ (como la llaman algunos analistas financieros), en términos de mantener responsabilidad en las finanzas públicas y el respeto a la autonomía del banco central, al régimen de tipo de cambio, y la estructura del sistema financiero, además de que presente algunas mejoras respecto a la apertura a las energías verdes y renovables, y al Estado de Derecho (donde, insisto, deberá valorar los términos de la reforma al poder judicial).

Existe temor sobre cómo se ejercerá el mandato tan amplio que recibió Morena en estas elecciones. Como parte del compromiso adquirido, Claudia deberá dar señales indubitables de confianza, certeza, credibilidad y respeto a la las leyes, para mantener la estabilidad económica y financiera, que son factores indispensables para consolidar el sistema económico de la 4T, con base en los principios del “humanismo mexicano” y la “economía moral”. Llegó la hora para la presidenta Claudia Sheinbaum, para ejercer el poder y cumplirle al pueblo de México... ¡Qué así sea!