Sonora Power
Debo comenzar por el final, por cierto final feliz. La carretera federal 15 en su trayecto por Sonora ya está terminada, operativa en sus 760 kilómetros de extensión y eso marca por sí mismo una nueva era para el comercio y el transporte de personas no solo en mi estado sino en todo el noroeste de México y en la relación que tenemos con nuestros vecinos del norte y socios comerciales principales, los Estados Unidos.
Ahora esto que suena normal, por años, que digo años, por un par de décadas no lo fue.
La “cuatro carriles” como se le conoce en Sonora a esta ruta, inició con su modernización por allá del año 2000, aún bajo el gobierno de Eduardo Bours Castelo y en su momento se prometió que sería un proceso de modernización para tener una autopista funcional, construida en concreto hidráulico, con altas especificaciones, acotamientos, áreas de descanso, curvas con peralte y demás.
Es importante ubicar al lector que no conoce Sonora, mi estado está distante 1 mil 500 kilómetros de carretera del centro del país y para nosotros esa vía que conecta con Sinaloa, Nayarit y Jalisco, es la ruta central, algo así como la columna vertebral de las comunicaciones terrestres con el resto de México y con los Estados Unidos.
De hecho para el vecino estado de Baja California es igual de importante, porque si bien la península conecta a través de la carretera federal 2, esta a su vez alimenta a la 15.
En esa lógica, la importancia de la mencionada carretera es estratégica para la región.
A partir de ese entendimiento es importante señalar que los gobiernos de Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto prometieron terminar la carretera y ninguno pudo, incluso Peña Nieto fue a inaugurar la obra a escasos 3 días de dejar la presidencia, sin embargo entregó una obra inconclusa, en la que hasta ese momento se habían invertido 24 mil millones de pesos.
Queda claro que la “cuatro carriles” es una obra de ingeniería extraordinaria, todo un reto a partir de la orografía, clima agreste y enormes distancias, se trata de hecho de 2 carreteras en una con más de 1 mil 500 kilómetros de extensión.
Dicha obra fue en ese enfoque por lo tanto un apreciado botín de políticos del PRI y del PAN, que vieron en la asignación de las obras y la ampliación sin límite de sus presupuestos, el negocio de sus vidas.
La carretera por lo tanto no se podía terminar, porque al ser concluida se acababa el negocio. Sin embargo esa negligencia marcada por historias de corrupción, puso en jaque a Sonora y me atrevo a decir a toda la región, al grado de que por años el destino turístico de San Carlos en Guaymas (que depende del turismo carretero de Estados Unidos) desapareció del mapa y fue desplazado por Puerto Peñasco.
El último tramo que estaba pendiente, es uno denominado las “Curvas de Quijano” entre Ímuris y la ciudad fronteriza de Nogales, no se terminaba porque un empresario constructor de nombre Uriel Silva, simplemente no deseaba terminarlo a partir de una controversia que tenía con la SCT por los costos de un trazo de 4 kilómetros.
La controversia con el dueño de Petros y Asfaltos S. A. llegó a tal grado que se debieron poner demandas y rescindirle el contrato y tuvo que ser la SCT junto al gobierno de Sonora quienes concluyeran la construcción. En esto tuvo mucho que ver la determinación del gobernador Alfonso Durazo.
En Sonora todo mundo sabe que Uriel Silva, originario de Navojoa, tiene una intensa relación de negocios con el ex gobernador Manlio Fabio Beltrones.
Encima de ello hace 10 años grupos de la nación yaqui, muy ligados a otro interés político y económico de las familias terratenientes de Cajeme, iniciaron un bloqueo, primero en protesta y manifestación por el abasto de agua a Hermosillo con aguas de la cuenca del Río Yaqui, pero al poco tiempo se pasó de la movilización política a la franca extorsión de viajeros y transportistas, si el deseo de alguien era pasar por la zona de Vícam o Torim, era necesario pagar 50 o 100 pesos, hasta 200 si se trataba de un tractocamión, con amenazas a la integridad de las personas y no pocas historias de agresión.
También la semana pasada, exactamente el miércoles 5 de octubre, el gobierno de Sonora y la Guardia Nacional desplegaron un operativo por medio del que retiraron a 27 personas que persistían en este bloqueo y cobro ilegal, en perjuicio de cientos de miles de usuarios y con un efecto negativo a la economía de la región de proporciones incalculables.
En la carretera de cuatro carriles, en la federal 15 se acabó la impunidad, y una nueva historia se le viene a Sonora y a todo el noroeste a partir de la determinación de hacer cumplir el marco de lo legal y hacer ante todo que el interés general se impusiera por encima del de unos cuantos.
Justamente esa es la actitud y el tipo de compromisos que los sonorenses esperamos de un gobierno que ha prometido cambiar las cosas y hacer que en Sonora se tenga un nuevo amanecer.
Si por la víspera se saca el día, Alfonso Durazo está cumpliendo ese anhelo.
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