“Son aquellas pequeñas cosas

Que nos dejó un tiempo de rosas

En un rincón

En un papel

O en un cajón

Como un ladrón

Te acechan detrás

De la puerta

Te tienen tan

A su merced

Como hojas muertas.“

JOAN MANUEL SERRAT

Todo está listo para presenciar el último inning en el encontronazo Piña-AMLO. Spoiler: ella va a perder. Y es que la realidad nacional no es justa, ni siquiera porque se trata del Poder Judicial. En la vida no siempre gana el mejor.

Él empezó, qué conste. Después de todo, él es ‘el rey del deporte’.

Comencemos por decir que el ingrediente que faltaba para que se dé el mencionado enfrentamiento ocurrió ayer cortesía del INE. La mayoría de los consejeros electorales votó por la sobrerrepresentación de Morena y aliados en la Cámara de Diputados. Con ello —y dos curules más en el Senado— tendremos una reforma al Poder Judicial versión 4t.

La autonomía de esta rama del Estado —la más importante de las tres— desaparece, lo que se traduce en su pronta destrucción y el que Morena cuente con al menos 55 mil nuevas plazas de corte electoral para partir y repartir.

En el juego de la pelota caliente, las grillas políticas y los enojos viscerales, nadie le gana a López Obrador. Sella el destino del Poder Judicial y crea la tormenta perfecta. Una que va a arrollar también en lo personal a la ministra presidenta del tribunal supremo de este país.

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Esta semana, AMLO la dedicó al caso —en realidad son dos— Salinas Pliego. Ante la respuesta del empresario al presidente (“seamos serios”), este último se lanza a presionar a la Corte y a la ministra presidenta Piña para que resuelva un juicio fiscal por 35 mmdp que adeudan las empresas de Grupo Salinas.

¿Por qué no lo pidió cuando su amigo Arturo Zaldívar estaba al frente de la SCJN?, ¿por qué esperar hasta el penúltimo mes de su sexenio para exigir algo que tuvo seis años para reclamar?

No deja de ser sintomático de la perversidad del primer mandatario y de sus verdaderas intenciones el que tenga prisa para que se obligue al empresario a pagar sus impuestos, pero no para que el Poder Judicial atraiga y resuelva sobre la deuda de Segalmex por 16 mil millones de pesos.

O como el presidente y su partido hicieron de las suyas para evitar que Felix Salgado Macedonio fuera juzgado, pero ahora le permiten a este amenazar a la constitucionalista Piña con llevarla a juicio político.

Acto seguido, en una suerte de respuesta absolutamente forzada, la ministra presidenta (con A) admite el recurso de Grupo Elektra para impugnar un crédito fiscal de mil 431 millones de pesos por omisión de pago de impuestos en 2008 y el expediente se le turna a la ministra Yasmín Esquivel (afín a López Obrador) para análisis y resolución. En otras palabras, dentro de la fuerte presión que se da entre poderes de la Unión (que ha incluido adjudicarle actos de posible corrupción), ella dice: “que corra el debido proceso y se agoten todas las instancias legales, aunque eso no le guste a la Cuarta Transformación...”. Por cierto, hay que decir que los asuntos que antes ya se resolvieron a favor de Salinas Pliego fueron llevados por la ministra copiona, no por la ministra presidenta…

Seamos claros: los tiempos judiciales NO los determina la constitucionalista Piña, como López Obrador y sus fieles quieren hacer creer al respetable público. En la mañanera él presumió le mandó una carta a Norma Piña diciéndole que se apure con el caso referido. Mas este debe seguir el proceso, las pautas y los tiempos requeridos. Hay instancias jurídicas que agotar, lo que evidentemente desea ignorar quien mandó dinamitar al Poder Judicial. En este juego de percepciones, desafortunadamente N. Lucía Piña tiene todas las de perder. Parte de la narrativa de descrédito manejada por López Obrador y secundada por muchos, es que la podredumbre se encuentra instalada —y casi exclusivamente— en el Poder Judicial y no es así.

De hecho, a López Obrador y sus próximos legisladores de Morena no les basta la reforma. Quieren, desean y buscan aniquilar también en particular al personal, a las figuras, a los ministros y algunos jueces. Arbitrariamente meterlos a la cárcel, si es posible. Vale decirles: ¡qué se cuiden!

“Vuela esta canción

Para ti, Lucía

La más bella historia de amor

Que tuve y tendré

Es una carta de amor

Que se lleva el viento

Pintado en mi voz

A ninguna parte

A ningún buzón

No hay nada más bello

Que lo que nunca he tenido

Nada más amado

Que lo que perdí”