“El que salva una vida salva al mundo entero…”
Principio judaico y universal
Alejandro Dumas en su novela “El Conde de Montecristo” narra espectacularmente como el sacerdote Abate Faria, que se encuentra encarcelado junto a Edmundo Dantés en el castillo de If, sabiendo que ya son sus últimos días de vida, lo salva al dejarlo ocupar su lugar en el saco funerario donde lo lanzaron al mar, y así escapa Edmundo de su condena perpetua, además que le revela donde se encontraba el tesoro escondido en la isla de Montecristo, así, al encontrarlo, Edmundo se convierte en el conde de Montecristo e inicia toda una serie de acciones sucesivamente conspiratorias para que la justicia sola se ejerza contra todos aquellos que lo enviaron al castillo de If siendo inocente, acciones similares a las de José en la Biblia para hacerle justicia a sus propios hermanos que lo vendieron a los árabes; pero finalmente, toda la trama de la novela de Alejandro Dumas pudo lograrse gracias a que Abate Faria le salvó la vida a Edmundo Dantés.
Otra novela de trascendencia e intelectualidad similar es la de “Kane y Abel” de Jeffrey Archer, en la que toda la trama de 2 de los más grandes empresarios de su época se basa en la salvación de la vida de uno de ellos por parte del otro durante la guerra.
Un caso excepcional sobre salvar una vida fue el del policía Thomas Delahanty, quien recibió la bala que hubiera acabado con la vida del presidente Ronald Reagan el 30 de marzo de 1981, me imagino que Reagan estuvo siempre agradecido con Thomas, quien literalmente le salvó su existencia terrenal, aunque hasta ahora no tenga página en Wikipedia.
Desde un punto de vista histórico, María Magdalena debió haber estado siempre agradecida con Jesús por las mismas causas.
También resulta muy interesante como Wladyslaw Szpilman, el pianista de la Segunda Guerra Mundial interpretado majestuosamente por Adrien Brody en la película homónima, intenta al finalizar dicha guerra rescatar al oficial alemán Wilm Hosenfeld quien le salvó la vida, cuando éste fue preso por el ejército ruso, o por lo menos así aparece en la película mencionada, aunque la historia le pagó honorablemente a Hosenfeld al ser reconocido como “Justo entre las naciones” por el gobierno de Israel.
Yo muchas veces he pensado, sobre todo en los últimos 15 años de mi vida, que haría yo en agradecimiento a la persona que hipotéticamente me salvaría la vida….