AMLO prohibió debates y encuentros públicos cara a cara entre los aspirantes e incluso ordenó a su partido las preguntas que contendrá la encuesta: “¿Conoces a fulano, mengano, zutano, perengano?” “¿Qué opinión tienes de él o de ella?” “¿Está cercana al pueblo? Sí, no” “¿Es honesta o es honesto?” “¿Te gustaría que fuese candidato?”
Orígenes del primor
El 21 de agosto de 1994 con el triunfo del Dr. Ernesto Zedillo el PRI inició un importante cambio. Siguiendo el trabajo de Luis Donaldo Colosio en la búsqueda de una democracia auténtica, de rechazo a la verticalidad en las decisiones y de la manipulación a la militancia, Zedillo impulsó una reforma para eliminar la relación de partido-gobierno que ignoraba a otras corrientes de pensamiento y expresiones sociales, y donde la visión del presidente era única y absoluta.
Actualmente Morena es la representación más acabada de lo que en su momento fue el PRI. Claro ejemplo de ello es su proceso de selección de candidato a la presidencia, con el regreso del “tapado”, “el dedazo” y la voluntad única del presidente para elegir a su sucesor.
Equidad y ciudadanización
Uno de los mayores cuestionamientos en la negociación de la reforma político electoral fue promovido por Carlos Castillo Peraza del PAN y Porfirio Muñoz Ledo del PRD; la inequidad en la competencia electoral derivada de la confusión entre el PRI y el gobierno, tal como pasa hoy con Morena y el gobierno.
Finalmente, bajo la coordinación de Esteban Moctezuma, el denominado “Acuerdo de los Pinos”, logró reunir a todas las fuerzas políticas con representación en el Congreso para alcanzar la más importante reforma político electoral del México posrevolucionario. A partir de la cual el IFE/INE alcanzó su plena ciudadanización y autonomía del gobierno, y las elecciones dejaron de organizarse y llevarse a efecto sin la intervención del gobierno en turno.
Así mismo, fue con la reforma al poder judicial impulsada por Zedillo que se dotó de autonomía y criterios para la defensa de la Constitución a dicho poder, para que dejara de actuar como un apéndice del ejecutivo en turno. La participación del presidente se limitó y la calificación de la elección presidencial dejó de ser avalada por el Congreso, que actuaba como juez y parte y, a través del Tribunal Electoral, pasó manos del poder judicial.
“Normalidad democrática”
Con estas acciones terminaron los terribles, costosos y peligrosos conflictos postelectorales que se suscitaban en cada elección, se alcanzó la alternancia y se abrió paso a los gobiernos divididos.
De manera congruente con su conocida frase de la “sana distancia”, Zedillo decidió ya no apoyar ilegalmente al PRI. Esto causó molestia en algunos cuadros de la elite del partido que no admitían la democracia y en su XVII Asamblea intentaron imponer candados y detener la reforma del partido para mantener sus privilegios.
Entre ellos, Alfonso Durazo, Ricardo Monreal, Manuel Camacho, Marcelo Ebrard, Dante Delgado, Andrés Manuel López Obrador y otros que, sin renunciar al PRI, actuaron como dique para mantener el estatus quo, como José Murat, quien pasó de oponerse a la reforma democrática del PRI y de la nación, a convertirse en operador político de AMLO y Manlio Fabio Beltrones, amigo casi hermano de Ricardo Monreal, que en la campaña de 2000 y en la de 2018 actúo en contra del PRI.
En 1999 el PRI eligió a su candidato presidencial a través de elecciones primarias y su candidato, Francisco Labastida, inició la campaña con una ventaja de más de 15 puntos sobre el panista Vicente Fox. Sin embargo, Beltrones, Monreal, Murat, Alfonso Durazo y otros más decidieron no apoyar a su partido y apoyar al panista Vicente Fox. También el PVEM que nació aliado del PRI se fue con Fox. Luego de su derrota Labastida confirmó que perdió porque el dinero del partido se gastó en las primarias y el gobierno de Zedillo no lo apoyó.
AMLO y lo más antidemocrático del PRI
AMLO, que llegó al poder con el apoyo de estos cuadros ex priistas y priistas que siempre se negaron la reforma democrática, desde un inicio orientó su gobierno hacia la reconstrucción del viejo, caduco y antidemocrático sistema político que mantuvo al PRI por más de 70 años en el poder.
Para su sucesión regresó al “tapadísmo”, al “dedazo” y a la simulación. La narrativa dice que la elección de la corcholata ganadora será a través de una encuesta, pero la realidad es que será él y nadie más que él quien decida.
Manipulación
Las encuestas no son para determinar la voluntad popular, sino un instrumento de medición de ciertas circunstancias que no son votos, pero en Morena se han usado para respaldo de las imposiciones de Andrés. Un claro ejemplo fue la elección del dirigente de Morena donde contendieron Muñoz Ledo y Mario Delgado, curiosamente ganó el candidato menos popular, pero quien él quería.
Lo mismo pasará el próximo seis de septiembre, AMLO decidirá a su conveniencia quién será candidato o candidata. Es el regreso del “dedazo presidencial” y de la farsa que aniquila la democracia.
Twitter: @diaz_manuel