Después de muchos años nos reencontrarnos y decidimos intentarlo.

Mike y yo estuvimos siempre unidos por el humor negro, el sarcasmo, la crítica ácida.

Por eso enterarme de su muerte me pareció una broma pesada, de las que él solo sabía hacer.

Con Mike no sabías si reír o llorar, incluso no sabías de cierto en qué momento él mismo reiría o lloraría.

Era impredecible, astuto, angelical y endemoniado, pero sobre todo, era el mejor caricaturista de Veracruz y para quienes tuvimos la suerte de compartir un tramo de vida con él, era el mejor de los amigos.

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Él con sus dibujos y yo con mis textos fuimos, como muchos nos llamaban, “dos chicos de cuidado“.

Fue el 8 de noviembre del año pasado, cuando decidimos iniciar la aventura: un programa en internet titulado “El Castre”, donde, como su nombre lo dice, “castraríamos” a los personajes más importantes de la vida pública del estado y del país.

Para quienes nos leen de otras ciudades les explico: aquí en Veracruz , “castrar” significa molestar, incomodar, fregar a alguien.

El programa fue un éxito rotundo.

El caricaturista tenía un talento extraordinario, irreal, fantástico.

En sus dibujos quedan hoy inmortalizadas figuras de la política, personajes corruptos, feministas, taxistas, locutores y cientos de personajes más que tuvieron el privilegio de ser plasmados en sus cartones.

Mike nunca descansó. Producto del esfuerzo y de su talento, surgió desde abajo hasta llegar a la cima.

Su padre, con quien ahora seguramente está reunido, tuvo el buen tino de llevarlo a un periódico para que le publicaran sus “monitos”.

Ahora, aunque ha levantado el vuelo, todos sabemos que Mike no morirá.

Albert Einstein lo dijo muy claro:

“Nosotros, los mortales, logramos la inmortalidad en las cosas que creamos en común y que quedan después de nosotros”.

Albert Einstein

Me cuesta trabajo escribir esto. La sorpresa y el dolor se han conjugado para dejar mis dedos inmóviles, pues desde la primera llamada en la que nos dijeron que Mike estaba mal, hasta que desperté hoy y supe que había muerto, pasaron solo unas horas.

Te quedas con la impotencia de no haber hecho más, de no haber dicho más.

Pero Mike, el irreverente, el audaz, el terco, tenía que volar hacia la luz el día de hoy sin despedirse, sin avisar.

Gracias por regalarnos a todos, ese don, ese talento, esa amistad.

Nos veremos algún día, más allá del sol.