Es cierto que los estatutos de Morena son claros con relación a los mecanismos de definición a cargos de elección popular a través de una encuesta; sin embargo, los órganos directivos del partido pueden predeterminar una serie de alternativas no sólo para elevar la confianza, sino para democratizar más la toma de decisiones luego de la cadena de anomalías que han vivido aspirantes a puestos de participación.
Fue la propia voz de los protagonistas, pero también la lista numerosa de situaciones que se han podido recolectar donde se sospecha que hubo determinaciones sesgadas o decisiones unilaterales para favorecer a un perfil que, evidentemente, no merecía haber ganado una encuesta que más bien es considerada injusta al afectar negativamente la democracia contra quienes son considerados altamente competitivos.
Así pues, los órganos internos del partido no tomaron en cuenta o, más bien, no han intentado reformar los estatutos para revertir la injusticia de una metodología que, lo peor de todo, es que hay manifestaciones de inexistencia. Nadie conoce la ponderación o los puntos que se califican. Pese a la insistencia de transparentar éste recurso se siguen empeñando a usar instrumentos desgastados lo que ha venido deteriorando aceleradamente la credibilidad y la confianza.
La población como los representantes políticos han hecho un llamado para modificar, lo que tuvo en consecuencia, una afrenta tanto para la ciudadanía, como para muchos actores que alguna vez participaron y que, bajo el flujo de la ignominia, los dejaron fuera a sabiendas del gran respaldo; asimismo, con un número importante de encuestas que justificaban el arrastre popular ni fue suficiente ni mucho menos sirvió de garantía ya que, desafortunadamente, el único organismo institucional que dispone de esa determinación, es la supuesta Comisión Nacional de Encuestas de Morena.
Ejemplos son muchísimos que, aún, no han podido superar los atropellos. Empero, en Morena se ha vuelto de alguna forma normal este tipo de prácticas que han resultado un fracaso. A pesar de que el propio presidente insiste en ese tema y es muy respetable, las mismas evidencias y testimonios dan fe de la necesidad de dar un giro al paradigma tradicional.
Es, por mucho, una situación que apremia si Morena realmente quiere sentar las bases de la legitimidad. Ésta circunstancia ha sido tan cuestionada que, dentro del mismo partido, numerosas voces de los protagonistas manifiestan, aunque también advierten del riesgo de sostener un mecanismo, además de desgastados, sin ningún signo democrático.
Por eso, la clave será, como muchos hemos insistido, una elección distinta que logre ser un auténtico instrumento que pondere la voluntad de los militantes y simpatizantes al considerar, por supuesto, la transparencia en una alternativa que deje satisfecho a todos los aspirantes a puestos de participación popular.
Si quiere Morena en un futuro conservar el dominio o el efecto que, de cierta forma, es canalizado por el arrastre del presidente López Obrador, tendrán que abrirse a reformar los estatutos internos. De lo contrario, la vida política de la expresión será muy corta y, probablemente, se mantendrá como rehén de las determinaciones de una cúpula que sirva a los intereses de grupos al interior para favorecer o garantizar espacios en el poder.
Por ello, la elección primaria es, hoy por hoy, una alternativa viable y mucho más confiable que lograría no sólo involucrar a militantes y simpatizantes en la toma de decisiones, sino que sería más plural y democrático. Solo así el partido conseguiría un efecto positivo; lo primero es convocar a congresos o, mejor aún, debatir los temas en el seno morenista donde se convoque a los cuadros sin tener que prescindir del diálogo y el consenso.
En esa coyuntura está, por supuesto, el método de elecciones primarias que, con mayor participación y equidad, se podrá reconocer la disposición colectiva. Con esa premisa, las reglas de intervención serán más transparentes y, con precisión, tomará el pulso de la voluntad en los procedimientos.
Es, entonces, el mecanismo más idóneo para Morena luego de que se agudizó la crisis que ha provocado una encuesta que suele ser, casi siempre, una postura que además de tener un desgaste en muchos casos en lo que los resultados son sorpresivos e impensables, pasaron a ser parte de la pedagogía autoritaria que los partidos tienen que asumir con responsabilidad porque, lo más sagrado, es la voluntad de la ciudadanía convertida en democracia.
La elección primaria es una alternativa viable para Morena. Luego de muchos episodios de inequidad, sería bueno que la propia expresión lopezobradorista diera paso a los métodos vanguardistas no sólo como un asunto de interés, sino como una postura para ratificar la democracia.
Javier Lozano en Twitter: @JavierLozanoMor