Hace unos días abordamos la enorme presencia que tiene Morena en estos momentos no sólo en el estado de Durango, sino en cinco de seis territorios más donde habrá elecciones el próximo año. Se definirán entidades y, en poco tiempo, la expresión lopezobradorista creció potencialmente en cada una de ellas.
Quizá la única duda sería Aguascalientes donde lleva ventaja el PAN. Y, en esa lógica, parece que nadie detendrá el encaminado paso que sujeta Morena desplazando la hegemonía que había mantenido la oposición y que ahora están muy por debajo de lo competitivo que alguna ocasión tuvieron en juego.
Es el caso de Oaxaca. Morena técnicamente no tendrá contrincante, ni al menos ruido en una entidad que ha sido porcentualmente considerada ganable para el partido guinda; vale la pena tan solo revisar los estudios metodológicos previos. La distancia da una razón poderosa y una lógica para ir anticipando lo que sucederá.
Más del 44 por ciento de la población se inclinaría por Morena en alianza con el PT; en cambio, la alianza opositora ya contando con la sociedad que han conformado con PAN, PRI Y PRD, prácticamente no le alcanzará. De hecho, los tres partidos unidos suman de 21 a 22 por ciento, es decir, no meterán ni las manos para reducir las posibilidades de acercarse un poco.
Ese axioma viene alimentado de dos grandes liderazgos que se medirán en una encuesta que, ahora, se dijo, será reforzada para sostener un resultado que dote de legitimidad y no de división, al próximo abanderado de Morena. Se trata de Susana Harp y Salomón Jara, ambos senadores de la República.
Siendo que las condiciones están dadas para Morena y, como en todos los casos, hay que esperar que se dé el primer paso; primero a la unidad y después a dar certeza a los instrumentos de elección que han sido, hasta este momento, un poco cuestionables.
Entonces, lo razonable como se ha dicho, es abrir la mecánica del asunto que por un lado sea eficiente y, por otro, de fe del verdadero pulso de la sociedad, es decir, que sea verdaderamente el pueblo quien tenga la decisión en sus manos.
Desde luego que Oaxaca no sólo lo merece, sino que lo necesita urgentemente. Las causas que aún aquejan aquella entidad son mayúsculas. Continúa prevaleciendo la desigualdad que no ha sabido ser canalizada por sus gobiernos estatales; él entorno sigue amenazado por condiciones de vivienda precaria; hay un problema muy grave en salud, educación y falta de oportunidades.
Conscientes de ello, la sociedad manifiesta, desde antes, un cambio que ha venido anhelando hace décadas. La entidad lleva años padeciendo la combinación de diversos factores que, al final, merman el progreso. Hay que resaltar, por supuesto, la corrupción que va implícita en un estilo de gobierno estatal que injustamente por años tiene indefensa a gran parte de la población que sufre la ignominia.
Sin embargo, la llegada de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) trajo, de alguna forma, cierta esperanza a través de los programas sociales y asistencia con una política integral e incluyente que revirtió, al menos, una mejor condición de vida, aunque, la administración estatal es la que ha quedado a deber.
En fin, se abrirá una nueva puerta de acceso donde Morena tendrá la posibilidad de hacer mejor las cosas en coordinación con el Gobierno federal. Y hablo con esa seguridad porque, no hay nada, al menos políticamente hablando, que arrebate la llegada de Morena al poder en Oaxaca.
Ganará, es un hecho. Su condición favorable lo ha puesto en la antesala a meses de celebrarse la votación. Solo faltaría definir si es Susana Harp o Salomón Jara, de allí saldrá el nuevo gobernador o gobernadora de Oaxaca o, tal vez, podría venir una propuesta del propio Alejandro Murat que ha dado señales de cohesión con AMLO. La lógica así lo indica. Hay mucha razón y fundamentos.
Javier Lozano en Twitter: @JavierLozanoMor