La propuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre la elección de consejeros del INE y magistrados es una gran idea. Cada vez somos más los ciudadanos que estamos hartos del autoritarismo de la cúpula dorada de las instituciones “autónomas”, que de autónomas no tienen nada, ya que responden a intereses de la ultraderecha.
Es insostenible el INE en su actual configuración. Lejos de ser un garante de la democracia mexicana, aún incipiente, se ha convertido en un partido de oposición de extrema derecha más, liderado por dos de los principales antidemócratas de este país, Lorenzo Córdova, quién seguramente debió haber recibido una gran educación y formación en casa y su compinche, el fascistoide Ciro Murayama.
Dentro del contexto de la ya caduca “democracia” liberal, instituciones como el INE responden a intereses cupulares y empresariales. El INE y organismos similares no existen para que el “demos”, el pueblo, gobierne, sino para evitar lo que el politólogo derechista norteamericano Samuel P. Huntington llamaba “el exceso de democracia”. Dicho en otras palabras, a los reaccionarios no les gusta una democracia que no puedan influir directamente mediante fraudes, compra de voto, lawfare y un largo etcétera.
Sería un hecho inédito en la democracia global que los propios ciudadanos fuéramos los encargados de elegir a quienes deben vigilar nuestra propia democracia. Y quizás así y solo así, los custodios de la democracia mexicana podrían pasar al papel que les corresponde, lejos de medios y reflectores y sin sueldos multimillonarios que les permiten vivir como reyes en un país con decenas de millones de pobres. Es tiempo.