Como lo comentamos en el artículo publicado por SDP en abril pasado (“Elon Musk en Twitter: ¿matar varios pájaros de un tiro?”), la “oferta hostil” de compra de Twitter que presentó Musk, “levantó varias sospechas sobre sus verdaderas intenciones”, desde el principio.
La postura de compra de Elon Musk fue, más que la de un hombre de negocios, la de un apostador, que más allá de revisar los estados financieros y hacer una “auditoría de compra” (“due diligence”) de la red social para definir las condiciones y el precio de la transacción, decidió “jugar sus fichas” para, con tuits y soundbites, medir al mercado y tratar de manipular la compra.
Su jugada no le salió bien, y frente a la caída del precio de la acción de Twitter del precio pactado de adquisición de $54.20 dólares (equivalente a $44 billones de dólares), a $36.81 dólares al cierre del viernes pasado, ahora pretende salirse de la operación. En estos días ha estado negociando un menor precio de compra con Twitter, pero parece que, al final, su apuesta será perdedora.
Seguramente, en abril Elon Musk consideró que tenía en la mano todas las fichas a su favor para presionar al Consejo de Administración de Twitter, y así manejar la operación según sus intereses, frente a la débil situación financiera de la empresa. Pero con el nivel actual del mercado, la posición de Elon Musk se ha desgastado y tiene menos fichas que apostar. Además, ha perdido credibilidad y en el sector financiero ese es uno de los activos más importantes.
Oferta de adquisición
Bajo el acuerdo pactado, Elon Musk debe pagar $54.20 dólares por acción y, según medios financieros en Estados Unidos, estaría negociando ahora un precio mucho menor de alrededor de $40 dólares por acción.
Elon Musk esperaba cubrir el precio pactado de compra de $44 billones de dólares con una combinación de recursos propios y financiamiento bancario, el cual estaría colateralizado con acciones de Tesla, que también han sufrido una fuerte caída en su cotización. Todo esto ha repercutido en la fortuna del multimillonario que se queda ahora con menos fichas para jugar de las que originalmente había considerado.
Musk debe afrontar las consecuencias de haber actuado más por impulso e instinto, como suele hacerlo, que con sentido de negocio. Además de “preocuparse por la civilización” (como lo dijo en un TED talk para justificar su interés por Twitter), “debió haber analizado el trasfondo económico y financiero de la operación”, como expusimos en el artículo anterior de SDP.
Con un pie afuera
Para salirse del trato, y pagar solo la compensación por daños como “break-up fee” de $1 billón de dólares, el abogado de Musk, Mike Ringler, alega que:
- Twitter presentó información “falsa y engañosa” durante las negociaciones y que no le ha facilitado datos que considera fundamentales para cerrar la transacción.
- Argumenta que el número de cuentas falsas o “bots” que hay en Twitter es mayor al 5% que señala la empresa.
- Señala que la red social no se ha manejado “diligentemente y de manera ordinaria” entre el momento de la firma del trato y el cierre de la transacción. Arguye que el despido de dos altos funcionarios, más otro más en julio, amenaza la marcha del negocio.
Para la mayoría de los analistas, el tema de los bots es solo la excusa de Musk para retractarse de una operación perdedora. Pero, según los expertos, Musk difícilmente podrá demostrar que Twitter ofreció información muy diferente a la realidad de la empresa.
Aunque llegara a demostrar que las cuentas falsas en la red social representan un 6% o un 7% del total, esa diferencia tendría poco impacto en las perspectivas de negocio de Twitter, y no afectaría los términos originales del trato. Además, Musk no incluyó demasiadas condiciones en la operación de compra, por lo que cuenta con pocos argumentos para fundar ante un tribunal, sus motivos para dar marcha atrás la operación. Pese a que un buen apostador siempre tiene un as bajo la manga, Musk no ha mostrado aún visos de tenerlo, por lo que las cortes podrían resolver en su contra.
Jugador de altos vuelos
Si Elon Musk no llega a un acuerdo con Twitter, su salida del trato puede costarle hasta $20 billones de dólares en tribunales, por el pleito legal que el Consejo de Administración de Twitter piensa iniciar contra él. Se prevé que Twitter inicie el juicio en Delaware contra Musk esta semana.
No es la primera vez que Musk se muestra como todo un apostador en sus negocios. En un muy buen artículo de Bloomberg este fin de semana, Matt Levine dice que el hobbie de Elon Musk es “jugar a hacer creer a los demás que va a adquirir empresas públicas, y crear un gran drama a su alrededor”. Y “es un hobby muy caro”, ya que recuerda que además de Twitter, lo hizo con Tesla en 2018, cuando pretendió hacerla privada de manera ilegal a través de un tuit, y fue multado con $20 millones de dólares por la autoridad financiera de Estados Unidos. Además, tuvo que dejar la presidencia del Consejo de Administración de Tesla.
No hay muchos precedentes de las cortes judiciales de EEUU de casos de este tipo. Generalmente se ha obligado a la parte compradora a seguir adelante con el proceso. Sin embargo, aunque un tribunal obligara a Musk a completar la operación, sería complicado forzar al impulsivo empresario (que muchos ven como un “showman”) a cumplir, y podría afectarse aún más a Twitter.
Hay quienes consideran que el precio de la acción pudiera desplomarse hasta los $20 dólares. Lo más probable es que lleguen a algún tipo de acuerdo financiero creativo, donde las dos partes pierdan lo menos posible. Lo cierto es que Musk y Twitter están enfrascados en un gran lío.
Por su bien, Elon Musk debiera rodearse de un buen equipo de asesores de negocios y legales, antes de “tuitear” sus ocurrencias financieras. Quizás con menos egocentrismo y más sensatez, podamos seguir viendo crecer el talento de Musk, creando innovaciones de valor, y alejarse del histrionismo.
Para un apostador, lo más difícil es asumir las pérdidas, y si no lo hace oportunamente, casi siempre pierde todo, en su última apuesta.