La columna del día de ayer versó, de manera somera, sobre una “emergencia a bordo”. Hoy quiero compartir con Ustedes información desde otro ángulo; digamos que “del otro lado de la moneda”. Me parece muy importante que los pasajeros conozcan y tengan claro qué es lo que deben esperar en caso de que se vean inmersos en un evento de este tipo.
Nadie está mentalmente preparado para sufrir una emergencia médica, sea a bordo de una aeronave o en un aeropuerto; se trata de una eventualidad (hecho o circunstancia de realización incierta o conjetural) que no asociamos al estatus o glamour que erróneamente la mayoría de los usuarios le otorga al hecho de “volar en avión”.
En ese sentido, alrededor de un viaje en avión hay muchas expectativas de cómo se debe actuar y de lo que debe suceder. Usted, amable lector, responda honestamente: ¿considera que los aeropuertos y los viajes en avión son como en las películas? Si su respuesta es afirmativa, entonces déjeme decirle que no ha viajado mucho; un viajero frecuente (de verdad frecuente) sabe que lo que el séptimo arte nos vende es una quimera.
Ahora con las redes sociales es muy fácil emitir una opinión; tan fácil que suele hacerse a la ligera. No demerito en absoluto la crónica sobre la emergencia médica a bordo suscitada en el aeropuerto de Ixtapa-Zihuatanejo, sin embargo, para que el público lector tenga una información más certera, hay que ser muy puntuales, y es evidente que las más de las veces, un hilo de un tuit resultará insuficiente. Desde luego puede hacerse prácticamente en tiempo real, y esa es su magia y encanto, pero no podemos quedarnos con esa información como verdad absoluta.
Es de mi interés que conozcan otro ángulo de lo narrado ayer, porque eso nos permite redondear la idea original que expuse: no debemos permitir la “autorregulación” de las concesiones a aeropuertos y aerolíneas. El Estado es quien debe regularlas. La misma mañana en que se publicó “Hablemos de concesiones aeroportuarias” se comunicó conmigo el Teniente Coronel Médico Cirujano, Luis Alfredo Pérez Bolde Hernández, que es el concesionario del servicio médico en los aeropuertos de Ixtapa-Zihuatanejo y en Zacatecas.
Sí, así como se concesionan los aeropuertos para que un particular lo administre, Grupo Aeroportuario Centro Norte (OMA) a su vez concesiona el servicio médico. ¿En qué consiste este servicio médico? El Teniente Coronel muy amablemente me explicó que se brinda atención prehospitalaria, y aprovechó para hacer una precisión respecto a lo publicado en la columna de ayer.
La emergencia a bordo la conocimos a través de López San Martín. En su hilo de Twitter nos enteramos que estaba involucrado un pasajero de la tercera edad. Ayer dije que el procedimiento por parte de la tripulación y los trabajadores de tierra de Aeroméxico había sido la correcta, y di una larga explicación.
Pero no profundicé en la atención en el aeropuerto de Ixtapa-Zihuatanejo (ZIH); hoy me explicó el Teniente Coronel Médico Cirujano lo que ocurrió, para dilucidar si la atención fue correcta o no.
Textualmente aclaró que: “El procedimiento médico fue el correcto, el paciente era de la tercera edad, el cual presentó un problema cardiaco. Desconocemos cuáles eran sus enfermedades de base; no fue un caso de muerte súbita, lo cual hubiera salido con Reanimación Cardio Pulmonar (RCP) y Desfibrilador Externo Automático (DEA).
El paciente fue manejado por los paramédicos con soporte vital avanzado, se colocó el DEA (y no autorizó la descarga) y esperó a la ambulancia de Cruz Roja, que tardó en llegar; el aeropuerto de Ixtapa no tiene ambulancia, al igual que muchos de los otros de OMA. Pero el paciente fue atendido por personal paramédico bajo dirección médica, y se realizaron los protocolos médicos que ameritó.”
Lo importante que hay que resaltar de lo anterior, es que como pasajeros conviene saber cuáles son las funciones del personal médico y a qué están obligados. ¿Qué servicios son los que brindan? En palabras del propio Teniente Coronel “Atención prehospitalaria de Urgencias y Emergencias. Inclusive habiendo médico el protocolo es el mismo, el médico no va a operar o a dar manejo definitivo a la urgencia, solo estabiliza si es necesario y evacua al paciente.”
Esto es, se mantiene estable al pasajero en cuestión y se busca su traslado a un hospital, donde ya tomarán las siguientes medidas que sean necesarias para el paciente, en este caso el pasajero.
Ahora ¿qué circunstancias existieron con el pasajero? Son varias: primero, viajaba solo y perdió la consciencia, y esto imposibilitó saber su historial médico. Como recomendación, si sufren de alguna enfermedad crónica o toman un medicamento de forma regular, guarden en su cartera una tarjeta que alerte qué enfermedades padecen, para poderlos atender correctamente. De hecho, cuando una persona usa “marcapasos”, el cardiólogo les entrega una tarjeta que deben portar todo el tiempo, en la que se hace constar ese hecho.
Ahora sabemos que el pasajero se quejó al sentir falta de aire, motivo por el cual regresaron a plataforma. En realidad estaba sufriendo de un infarto, pero no respondió al tratamiento por dos factores: la edad y la patología de base. Los médicos y paramédicos están perfectamente entrenados para resolver cualquier emergencia médica pero no son adivinos; ellos no saben si el pasajero tomó su medicamento ese día o no, o si el medicamento suministrado haya provocado o desencadenado el infarto al presurizar la aeronave.
Este proceso (presurización) incide y más cuando se tienen problemas vasculares, como la presión alta, arritmias, o incluso tener várices puede ser peligroso, pero aclaro que a un pasajero es muy raro que le llegue a afectar, pues el tiempo que está dentro de una cabina presurizada es realmente muy poco, incluso si es un vuelo de largo alcance, por lo que no debe de preocuparse.
En cambio para los tripulantes (pilotos y sobrecargos) la historia es totalmente diferente, pues ellos padecen de la presurización durante las largas jornadas y varios días seguidos; es por ello que deben estar en perfecto estado de salud para poder llevar a cabo su trabajo a bordo de las aeronaves.
No echen en saco roto la recomendación de que cuando viajen, siempre lleven una tarjeta en su cartera o bolso de mano con indicaciones médicas. Cuando volaba en Mexicana de Aviación usaba una pulsera de acero inoxidable donde venía mi nombre, mi número telefónico en caso de una emergencia, mi grupo sanguíneo y que soy alérgica al metamizol sódico, mejor conocido como “Prodolina”, un medicamento que es usado para el dolor.
Es recomendable que las personas con Alzheimer usen una pequeña placa de metal colgada al cuello con sus datos y un número de contacto. Este método sencillo fue muy útil cuando mi hermano salió de su casa por la zona en el sur de la Ciudad, y apareció por el área de Panteones casi pegado al Estado de México. Se localizó gracias a que, además de verse desorientado, traía colgada su placa.
Debe quedar bien claro que el servicio que se puede llegar a recibir en una terminal aérea es estabilizar al paciente/pasajero para posteriormente trasladarlo a un hospital, donde finalmente recibirá toda la atención requerida.
En cuanto a las ambulancias, OMA debe considerar muy seriamente la necesidad de tener por lo menos una, para no esperar a que llegue la que solicite, pues sin lugar a dudas es tiempo valioso para la atención. Sabemos que en los hechos son muy pocas las emergencias médicas que se presentan, ya sea en la terminal del aeropuerto o a bordo de un avión, pero nunca se sabe.
Debo destacar que este servicio médico concesionado tuvo un evento hace un par de meses. Un vuelo con destino a Monterrey fue desviado al aeropuerto de Zacatecas; a bordo venía un niño pequeño con fiebre alta. La paramédico asignada a esa terminal aérea fue la encargada de brindarle los auxilios médicos, que fueron oportunos y eficientes. Por supuesto que el papá del niño agradeció mucho su intervención, pues aseveró que en todo momento fueron acompañados y asesorados por ella.
Es imperante que conozcan los servicios que brindan los aeropuertos y las aerolíneas. Conocerlos claramente evitará que tengan falsas expectativas, pero sobre todo, sabrán qué información es importante hacerles saber para evitar incertidumbre en caso de una emergencia. Si de manera conjunta, entre todos logramos esta claridad, podremos evitar entre los usuarios de las redes sociales confusión y sentencias sin contexto.
Eso es algo que bien podemos hacer, independientemente de la urgente implementación de una política en materia de aviación que beneficie a todos: pasajeros, trabajadores, concesionarios y población en general.