Era de suponerse y sucedió. El segundo debate presidencial fue un ring de box, donde las dos candidatas llegaron con la espada desenvainada.
Una más que otra, hay que decirlo.
Pero en un ejercicio democrático como el realizado ayer, se debe conservar la cordura, la verdad, la responsabilidad en las respuestas y no perder el piso. Y Xóchitl lo perdió.
Dijo en días anteriores que iba a mandar al carajo a todos y a ser ella misma, auténtica. Que incluso en el vestuario iría más cómoda para no sentirse “apretada”.
Y sí, llegó con otro atuendo, más suelta, más en su estilo.
Y también en su estilo hizo lo que le dio la gana… y de paso hizo el ridículo.
Hace unos días leí con asombro lo que le aconsejaba Jorge Castañeda en una columna: atacar en forma inmisericorde, desobedecer las reglas “e interrumpir repetidamente a Sheinbaum, con una sola pregunta: “¿Por qué no contestas?”
Xóchitl, como niña de primaria aprendiendo las tablas de multiplicar, repitió como mantra ¿Por qué no contestas? al principio del debate e incluso interrumpía a Claudia haciendo gestos, mostrando carteles, riendo de forma acalorada, tan infantil, que la moderadora Adriana Pérez Cañedo le tuvo que llamar la atención.
Fuera de sí, visiblemente alterada, incluso con el rostro enrojecido por la ira, tropezó varias veces.
Mostró una imagen de la ex pareja de Sheinbaum recibiendo dinero, diciéndole “tu esposo”, (después corrigió y dijo ex marido) y hasta el sexo le cambió a Santiago Taboada, diciendo que será la “próxima jefa de gobierno”.
Seamos serios.
Los ataques de la señora X hacia Sheinbaum rayaron en la inmoralidad.
El mote de “candidata de las mentiras”, que repitió en cada una de sus intervenciones, lejos de ser simpático, aburrió.
Sabedora de tener la razón, con argumentos firmes, Claudia fue echando por tierra cada una de las calumnias que decía Gálvez.
Con la verdad en la mano, Sheinbaum habló de los contratos ilícitos que realizó la candidata prianista cuando fue jefa delegacional en Miguel Hidalgo. También de los que se benefició cuando fue parte del gabinete de Vicente Fox. Con un cinismo impresionante, Xóchitl aceptó haber realizado esos contratos e incluso dijo que era legal, provocando la sonrisa de la candidata morenista.
Claudia, como era de esperarse, jamás titubeó, jamás se dobló y como toda una dama y futura presidenta, contestaba lo que tenía que contestar, habló de sus logros al frente del gobierno capitalino y fue firme en sus propuestas, que harán posible que se siga construyendo en México el segundo piso de la Cuarta Transformación.
Por su parte a Xóchitl tanta mentira la agotó.
¿Estuvo mejor que en el primer debate? No, pero hay que reconocer que vimos a una Xóchitl de cuerpo entero: amarillista, mentirosa, sofocada, derrotada.
Si le hizo caso a Castañeda de llegar solo a atacar, la regó.
Si mandó a todos al carajo, lo mismo da.
Xóchitl es la #LaCandidatadeLasMentiras que ofrece poco o nada a México y que, por supuesto, perdió el debate como perderá la elección.