Todos hemos escuchado la frase “el que no conoce su historia está condenado a repetirla”; lamentablemente no basta con conocerla para evitar su repetición; requerimos de reflexión, análisis y conciencia para modificar nuestra conducta y así, cambiar nuestro futuro y dejar de vivir condenados por las acciones del pasado. Lo anterior sucede de forma individual o de forma colectiva; me refiero a los pueblos o sociedades que, a pesar de experimentar diversos hechos políticos o sociales, pocas veces son lecciones de aprendizaje y por más absurdo que parezca, lo repetimos. Tristemente no aprendemos y tampoco reflexionamos los acontecimientos que como colectivo experimentamos. Por ejemplo: la 4T y la Revolución mexicana., 110 años después, parece que estamos experimentando lo mismo. En la Revolución de 1910, el plan de Madero era quitar a Porfirio Díaz del poder y abatir las estructuras de la dictadura.

Hoy, AMLO y su movimiento, busca desmontar el sistema neoliberal, iniciado en 1982 con el presidente Miguel de la Madrid, continuado con Carlos Salinas de Gortari, después Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Calderón y Peña Nieto; de forma paulatina, los personajes antes mencionados se dedicaron a promover reformas constitucionales que debilitaron al Estado mexicano. Prevaleció la visión política de privilegiar a los empresarios y al sector privado en lugar de promover la creación de instituciones estatales. Procesos que realizaba 100% el Estado, fueron segmentados y divididos para entregarlos a particulares que cobraban al Estado por realizar esas funciones. Aunque para los seguidores de la 4T, sea válida la idea de modificar el sistema neoliberal y cambiarlo por otro alternativo, destruyendo diversas instituciones creadas bajo el manto de los gobiernos neoliberales; no debemos olvidar que algo similar sucedió en la Revolución mexicana. No hay duda de que ese movimiento, liberó al pueblo mexicano del yugo de la dictadura porfirista, pero también destruyó el poco desarrollo que durante el porfiriato alcanzamos. La Revolución generó que otros tomaran el poder para repartir las suculentas rebanadas del pastel entre sus seguidores. Muchas familias se hicieron millonarias o acaudaladas después del movimiento; “La revolución me hizo justicia” fue una frase muy popular en esos días.

Ojalá que un día, los mexicanos logremos apreciar los procesos históricos por todas sus facetas y evitemos el fanatismo o pensamientos únicos. No podemos ser totalitarios; las cosas no son solo blancas o negras; existen matices que debemos valorar y reconocer. Utilizar lo que ha funcionado y desechar lo negativo.

REFERENCIAS

-Víctor M. Martínez Bullé Goyri, Víctor. La Revolución incómoda

-Córdova Arnaldo. La ideología de la Revolución Mexicana