El presidente Andrés Manuel López Obrador parece imbatible al iniciar su cuarto año de gobierno: las encuestas le dan una aprobación superior al 60 por ciento, los gobernadores de oposición van a aplaudirle en eventos y sus partidos y legisladores distan mucho de ser oponentes creíbles o amenazantes para la 4T. Al contrario, el que debería ser su mayor oposición, el PAN, al ser un partido de derecha, se pelea los lugares para iniciar un “diálogo” con el secretario de Gobernación. Si acaso, son los medios de comunicación, algunos académicos y el INE los únicos que cuestionan con cierta eficacia lo hecho por la 4T.
Así, el presidente puede pasar esta Navidad seguro de que su poder no tiene realmente contrapesos y que las seis elecciones que vienen el año entrante, así como el plebiscito sobre “revocación de (su) mandato”, serán ejercicios de mero trámite para la 4T.
Sin embargo, llegó la variante Ómicron del Covid y todo está empezando a cambiar en el mundo: en Estados Unidos, con una tasa de vacunación superior al 61 por ciento e incluso un 19 por ciento de la población con un tercer refuerzo (booster) aplicado, de Los Ángeles a Nueva York han empezado a cerrar oficinas, cancelar eventos deportivos y artísticos, y se han ordenado cientos de millones de pruebas para sus ciudadanos.
En los Países Bajos, se ordenó una cuarentena general hasta el 14 de enero. En Suecia, ya se piden certificados de vacunación completa a todos los visitantes, incluso a los escandinavos. Francia impuso a todos los que entran a sus fronteras prueba de Covid negativa. Alemania prohibirá a partir del 28 de diciembre reuniones de más de 10 personas. Japón, Australia y Nueva Zelanda han cerrado sus fronteras y Brasil ya no deja entrar a personas provenientes del continente africano. Israel también cerró ya fronteras y ayer ordenó un segundo booster, lo que equivale a una cuarta vacuna. Todas estas medidas no pararán al virus, pero alentan su propagación para evitar un colapso en los sistemas de salud de cada país.
En México no hay restricción alguna, no se pide para ingresar certificado de vacunación y mucho menos prueba negativa de Covid, lo que ahora se convertirá en un problema.
Pero, sobre todo, están surgiendo dudas de la efectividad de las vacunas que se han puesto en este país. Y no es que sean malas, pero es que ahora parece que muchas de ellas no previenen el contagio de la variante Ómicron. Al parecer, sólo las vacunas de Pfizer y Moderna, que usan tecnología ARNm, son efectivas para detener la variante. Las vacunas tradicionales de Janssen, AstraZeneca, Sputnik, Sinovac, Covaxin o Cansino parece que evitan la enfermedad muy grave, lo que aún está por documentarse, pero no el contagio.
En México se ha vacunado, de manera completa, a unos 66 millones de personas, esto es un 51 por ciento de la población total, según informan varios portales como Statista o Expansión. Pero, de este número sólo 17.2 millones de personas recibieron dos dosis de Pfizer y para ellos aún no hay planes de una tercera inyección de refuerzo (booster).
Esto significa que, en el mejor de los escenarios, tendríamos a 17.2 millones de personas bien protegidas contra el Ómicron con vacunas que utilizan la nueva tecnología de ARNm (más las decenas de miles que se cruzaron la frontera a ponerse este mismo tipo de vacunas), pero también a aproximadamente 114 millones de mexicanos sin ninguna vacuna puesta o con una vacuna de ‘vector viral’ cuya eficacia contra el Ómicron no es la esperada.
Esto es preocupante, pues para darse cuenta qué tan contagioso es el Ómicron, hay que señalar que el primer caso de esta variante reportado en Estados Unidos aconteció el 1 de diciembre en el estado de California. Y en tan sólo tres semanas, esta variante ya representa un 71 por ciento de los contagios en aquél país y diariamente se están reportando 143 mil nuevos casos.
Las vacunas que se han puesto en Estados Unidos –mayoritariamente Moderna y Pfizer- sí están sirviendo contra el Ómicron, pues los contagios entre personas con dosis completa de vacunación tienen un crecimiento leve, pero entre la gente no vacunada, su riesgo de contagio es 5 veces mayor y el de enfermarse y morir sin un esquema de vacunación correcto es 13 veces mayor, según el Centro para el Control de Enfermedades (CDC).
Ayer, en la mañanera dedicada a la salud, los funcionarios de la Secretaría de Salud se veían despreocupados del tema de Ómicron y mostraron gráficas con una tendencia de contagios Covid a la baja, pero también han reconocido que al menos tenemos una veintena de casos Ómicron en México. Ante ello, es probable que en tres semanas, al igual que sucedió en Estados Unidos, tengamos un contagiadero masivo, acrecentado por personas que creen ser inmunes al virus, dado que están vacunadas, justo la información que desde varios países se está poniendo en duda.
Sería muy difícil y muy costoso volver a ordenar el cierre de comercios y escuelas en México. No creo que ningún gobernador y mucho menos el presidente lo hagan, pero sí sería importante empezar con medidas que alenten los contagios y, sobre todo, buscar vacunas, millones de ellas, con tecnología ARNm.
Me parece que vienen semanas otra vez complicadas en todo el mundo, algo que parecía ya cosa del pasado, pero me preocupa México y lo que se pueda hacer para evitarlo.
Qué bueno que el AMLO llega al fin del 2021 con una gran aceptación popular y que la mayoría de la población piensa que su enfoque contra el Covid ha sido el acertado. A pesar de los 600 mil muertos. Para lo que viene, vamos a necesitar a gobernantes que tengan el respeto y la credibilidad de la población. Así que ojalá que la aprobación les dure. También, ojalá que el incremento en los contagios que estamos viendo en varias partes del mundo, por algún milagro, no suceda en México. Pero si sí sucede, ¿qué va a hacer este gobierno? Le quedan semanas para definir una estrategia que amaine el riesgo de 114 millones de mexicanos. ¿Será que están esperando que pasen las fiestas navideñas para publicar nuevas medidas anti-Covid? O, ¿cometeremos los mismos errores del pasado?
Cambiando de tema: el presidente quiere que, a como dé lugar, se lleve a cabo el ejercicio de (su) revocación de mandato. No vaya a ser que, con la variante Ómicron, los números se le volteen y convenga posponer el ejercicio. Por ello, es interesante ver que la 4T está tan segura del ejercicio que está activando todos los mecanismos jurídicos para obligar al INE a hacerla. A ver si luego no se arrepienten.
Javier Tejado Dondé en Twitter: @JTejado