La semana pasada el tema de la sucesión en Veracruz saltó a las primeras planas nacionales una vez más. En esta ocasión, por la resolución de la Suprema Corte de Justicia sobre una controvertida reforma a la constitución local, la (mal) llamada Ley Nahle.

En breve: hace algunos meses, un grupo de diputados morenistas del Congreso de Veracruz, con más entusiasmo que astucia, consideraron oportuno modificar la constitución del Estado para flexibilizar los requisitos que exige esa norma a quienes aspiren a ser gobernadores de aquella entidad. La oposición protestó por lo que consideró una argucia legaloide (y tenía razón) con dedicatoria especial para la secretaria de Energía Rocío Nahle, la más fuerte aspirante a suceder a Cuitláhuac García en el Palacio de Gobierno de Xalapa.

La verdad es que ninguna necesidad había de modificar la ley para que Nahle pueda, en su momento, aspirar a ser candidata a la gubernatura: cumple con el requisito de ser veracruzana por la vía de la residencia efectiva en el estado, pues desde hace más de 35 años ha hecho su carrera profesional y política en Veracruz. Entonces, ¿por qué cometer la torpeza de intentar torcer la ley para “permitirle” participar? La verdad es que esa maniobra estaba destinada a caerse en tribunales, como en efecto sucedió el martes de la semana pasada, cuando la Suprema Corte de Justicia echó para atrás la “Ley Nahle”… y desató los aullidos de las hienas que se dieron vuelo festejando que con esa resolución “quedaba impedida de participar en la contienda”.

Nada más falso. Rocío Nahle cumple con los requisitos para registrarse como precandidata de Morena a la gubernatura de Veracruz. No serán al menos las maniobras ni la politiquería panista o priista las que le impedirán contender el año que viene. Si algo amenaza su proyecto político, no está al exterior de Morena sino al interior.

Seamos claros: los principales enemigos de Rocío Nahle están dentro de Morena y los encabeza el propio presidente del partido guinda, el impresentable Mario Delgado. A nadie le queda duda a estas alturas que el ex perredista llegado a Morena al cuarto para las doce y que hoy mete mano en todas las candidaturas del partido, se ha dedicado a desplazar a los fundadores puros del movimiento; que ha infestado a Morena de oportunistas llegados del PAN, PRI y PRD que no vienen “a formarse en la fila” sino a patear la puerta exigiendo candidaturas y posiciones; que -no sabemos si a espaldas o no del presidente- ha entregado posiciones de poder a su grupo de incondicionales en detrimento de las bases morenistas en todo el país. Ése es Mario Delgado: el caballo de Troya que por alguna ¿inexplicable? razón tiene carta abierta para hacer y deshacer en el partido sin que al líder nato del mismo parezca importarle.

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Pues bien: alrededor de Mario Delgado se han aglutinado en Veracruz una pléyade de vividores de la política que ven en el Ojitos de Huevos (divorciados) su tabla de salvación para incrustarse en el gobierno veracruzano y apoderarse de la Cuarta Transformación jarocha.

Lidera esta camarilla de pseudo morenistas veracruzanos de chocolate el diputado Sergio Gutiérrez Luna, que si bien nació en Minatitlán, ahí se le acaba lo “veracruzano”, pues su trayectoria política más relevante la hizo fuera del Estado… y en la oposición. En efecto, Gutierritos fue una figura estelar en el gobierno del panista Guillermo Padrés en Sonora, el mismo que terminó su gobierno entre acusaciones de lavado de dinero y evasión fiscal y que estuvo preso en Almoloya hasta que sus abogados lograron que saliera bajo fianza en 2019. Pero volvamos a Gutiérrez Luna. El ex presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados sueña con ser gobernador de Veracruz, y por ello se le ha rendido incondicionalmente a Mario Delgado, quien ya mueve sus fichas para llegado el momento “convencer” al presidente AMLO de que su ahijado fue “el mejor posicionado” en la famosa encuesta con que Morena elegirá a su candidato o candidata.

Así que si Rocío Nahle realmente tiene un proyecto político en Veracruz, sería mejor que desde ya empezara a afinar su estrategia, y con la ayuda de quienes en el olimpo morenista la apoyan (ni más ni menos que la Jefa Claudia, sin ir más lejos) empezara a apretarle las tuercas a los dizque morenistas acelerados que ya se frotan las manos pensando en cómo descarrilarla para imponer a Gutiérrez Luna. Si se les deja correr más, o se confía al apoyo presidencial, podría darse cuenta demasiado tarde que el presidente apoya a sus favoritos únicamente hasta el momento en que Mario Delgado le llega con encuestitas amañadas para imponer a quienes él quiere.

Y por cierto: ya habrá oportunidad en otras entregas de hablar del fuego amigo que enfrenta Rocío no sólo desde la presidencia de Morena sino desde el interior del propio gabinete de Cuitláhuac García, pues si alguien cree que el secretario de Finanzas de Veracruz, José Luis Lima Franco, es un morenista “de cepa” sin duda comete un error: es un morenista “de sepa”: de sepa Dios de dónde salió, porque en el estado nunca nadie lo había visto hasta antes de 2018, cuando Delgado y compañía se lo clavaron en el gabinete al actual gobernador para meterle mano a los dineros jarochos desde el partido de la Transformación. ¡Hasta la próxima!

Twitter: @Renegado_L