Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco (QEPD), escribió cuatro Encíclicas o cartas solemnes con reflexiones filosóficas dirigidas a la comunidad católica, pero que aplican más allá de ella o de la individualidad.
En la primera, Lumen Fidei o Sobre la Fe, hace notar que esta es la luz que hace posible el entender, conocer, comprender y vivir la vida a partir de creer y saber escuchar abriendo el corazón y los sentidos a efecto de compartir verdades en el contexto del bien común y no solo del bien individual.
En la segunda, Laudato Si, sobre la Ecología y el desarrollo sostenible, plantea el deber de que seamos corresponsales con nuestras formas de vivir y su impacto en los desequilibrios que registra la naturaleza de la cual formamos parte, ya que hasta la más sofisticada innovación tecnológica es dañina si no responde a un compromiso moral y socialmente justificable
En la tercera, Fratelli Tuti, sobre la Fraternidad y la amistad social, expone que actitudes como el utilitarismo, la polarización, la división o el encono, causadas por la desigualdad y la diferencia, nos separan y alejan del diálogo y la construcción de un mundo en el que los humanos podamos vivir como hermanos y en paz.
En la más reciente, Dilexit Nos, sobre el Sagrado Corazón de Jesús, la cual engarza a las tres previas y fue emitida a finales del año pasado, explica que el corazón significa no un órgano del cuerpo sino mas bien una noción y símbolo ancestral relativo al centro energético, radiante, ético y equilibrador del mundo de la razón y la voluntad.
Dado que el imperio del dinero y el poder incontrolado, la pasión por las cosas, el consumo, lo efímero o la banalidad, entre otras plagas, nos han enajenado al máximo histórico, nos hemos convertido en seres y sociedades sin corazón.
En consecuencia, Francisco vio que la opción para salvarnos y emanciparnos consiste en la introspección y la acción para cambiar o transformar nuestros corazones, que es decir la fuente del amor, el ser y el deber ser. Ello es lo que representa el corazón ardiente de Jesús.



Ahora bien, estimo que tan potentes enseñanzas no se dirigen solo a las personas individuales, o bien, pueden y deben ser asumidas por las grupos, organizaciones y aun por las naciones o los estados.
La conclusión a extraer, aplicable a los partidos y gobiernos, es que cuando estos enajenan su corazón y traicionan los ideales y valores que les dieron vida y legitimidad para ganar el amor del pueblo y la ciudadanía, entonces el judas de la traición a sus propios principios les conduce a la pendiente resbaladiza de la contradicción, la intrascendencia y el averno.
Bajo ese tipo de reflexiones es que, por ejemplo, Estados Unidos tendría que considerar cuál es su mejor método para ser grande otra vez, en el entendido de que al memos asumir que ya no lo es denota una buena actitud.
En términos similares, si México ha optado por su regeneración mediante procesos de transformación, tiene que reforzar las garantías de que no podrá defraudarse.
Gracias al inmenso papa Francisco por sus Encíclicas, que transportan expresiones y son fuentes de sabiduría práctica.
Buen camino al Eterno Oriente.