El día D llegó para Morena, en alguna hora, Mario Delgado y Alfonso Durazo darán a conocer el nombre de quién ganó la encuesta de Morena y, en consecuencia, sea el nuevo coordinador nacional de defensa de la cuarta transformación y de las manos de AMLO reciba el bastón de mando.

Sin importar quien gane las encuestas, es más, sin importar si después de los resultados hay rupturas o no, la confianza en Morena está rota. Por la vía de los hechos, las exigencias de Marcelo Ebrard transformaron las encuestas en una elección con urnas móviles en la que 12 mil 500 votos definirán al candidato del partido en el poder y quizá al próximo presidente.

El estatuto de Morena establece varios métodos para definir candidatos y dirigentes. Unanimidad, encuesta o sorteo. De estos tres métodos, las encuestas son las más utilizadas, porque le permite seleccionar candidatos competitivos, evita la formación de grupos o corrientes y legitima las candidaturas.

En las elecciones del 2015, primer proceso electoral de Morena, no hubo problemas para definir candidatos. En 2018, AMLO fue electo por unanimidad como candidato presidencial; mientras, los abanderados a las nueve gubernaturas, a los principales municipios y a las cámaras del Congreso de la Unión y los congresos de los estados, por encuestas. Todo en orden.

El prietito en el arroz ocurrió en la CDMX. En las encuestas de los medios de comunicación Ricardo Monreal aparecía adelante, pero en la de Morena, Claudia Sheinbaum ganó, mientras que Ricardo Monreal cayó al cuarto sitió. Personalmente AMLO aplicó la operación cicatriz y Monreal se convirtió en dueño y señor del Senado.

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Otra rasgadura en el velo legitimador de las encuestas ocurrió en la elección extraordinaria de Puebla en 2019, después de la trágica muerte de la gobernadora Martha Erika Alonso y de Rafael Moreno Valle, Morena convocó a una nueva encuesta para definir a su candidato. Miguel Barbosa ganó, Alejandro Armenta aceptó la encuesta, pero después la desconoció y recurrió al Tribunal Electoral. Ignacio Mier y Ricardo Monreal mediaron para que Armenta desistiera y aceptara los resultados.

En las elecciones federales de 2021, los candidatos a las gubernaturas en disputa, la Cámara de Diputados y los principales municipios, fueron electos por encuesta. Hubo algunas quejas, pero nada de consecuencia, la principal la de la senadora Susana Harp en Oaxaca, pero no pasó a mayores.

La rasgadura mayor en la legitimidad de las encuestas ocurrió en el proceso de elección del presidente nacional de Morena en el cual compitieron Mario Delgado y Porfirio Muñoz Ledo, el cual fue organizado por el INE.

La desconfianza de las corcholatas, particularmente de Marcelo Ebrard marcaron el proceso de elección del coordinador nacional de defensa de la Cuarta Transformación. Desconfianza en la elección de empresas encuestadoras, algunas de las propuestas fueron vetadas; medidas de extrema seguridad en la impresión de los cuestionarios y de la boleta de una de las preguntas; observadores de cada una de las corcholatas a los encuestadores; urnas con sellos de seguridad para evitar cualquier manipulación; resguardo y traslado de los cuestionarios con empresas de seguridad y secrecía absoluta en el procesamiento de los resultados.

¿Así serán las encuestas en Morena de ahora en adelante? ¿Así serán las encuestas que definirán las candidaturas en las nueve gobernaturas en disputa en el 2024 y al Congreso de la Unión?

Es el principio del fin de las encuestas como el mecanismo de legitimación en Morena. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.

X: @onelortíz