Nadie, ni los suyos ni los de afuera, comprenden qué hay detrás de la estrategia del presidente de la República al adelantar la sucesión, al enfrentar a sus corcholatas y ordenar que el método para elegir a su sucesor sea a través de encuestas.

Acciones que desde la oposición siempre criticó y que ahora como presidente retoma y peor que sus antecesores.

¿Quiénes se benefician?

AMLO subió a sus corcholatas al ring sin importarle que descuiden las responsabilidades de sus cargos. Marcelo Ebrard, por dedicarse a su promoción personal, no tiene tiempo para atender su agenda de la Cancillería.

Y Claudia Sheinbaum, en lugar de enfocarse en gobernar una de las ciudades más complejas del mundo, deja todo a un lado para hacer campaña.

Qué decir de Adán Augusto a quien poco le duró el gusto de ser corcholata, porque ya le ordenaron desde Palacio Nacional que deje de andar en campaña y se ponga a trabajar para, desde la secretaría de Gobernación, buscar la forma de allanarles el camino a las otras dos corcholatas.

Las columnas más leídas de hoy

Las no corcholatas

Otro debate es el que protagonizan los que, como antaño, no fueron señalados por el dedo del presidente, pero exigen su derecho a participar, como Ricardo Monreal.

Y otro, el de mayor controversia, son las encuestas, el método ordenado por AMLO para la selección del candidato es un ejercicio que ha sido reiteradamente descalificado por él, porque según sus palabras, son “cuchareadas”.

Un método discrecional

De hecho, uno que no es corcholata pero que quiere participar, Ricardo Monreal, actual presidente de la junta de Coordinación Política del Senado de la República y coordinador de Morena en el Senado, retomó los argumentos de AMLO:

“Para mí las encuestas del partido son manipulables o son susceptibles de manipulación porque ellos las hacen.

No sé qué método usen, pero para mí son susceptibles a manipulación porque no tienen transparencia, un método, un universo, una metodología”.

Ricardo Monreal

Monreal cuestiona el método discrecional que pretende AMLO para elegir a su sucesor y propone que se implementen elecciones primarias abiertas a la militancia en los 32 estados de la República.

Otro inconforme es el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard quien tampoco cree en las encuestas cuchareadas, pero, un poco más disciplinado que Monreal, afirma que se debe tener certeza de que habrá paridad, de que el resultado se respetará y de que no habrá “cargada”. En pocas palabras, desaprueba el método que propone AMLO.

El dedazo encuestador

Al final, la realidad es que AMLO decide quiénes estarán en las encuestas, qué casas encuestadoras se encargarán y cómo se obtendrá el resultado. “La misma gata, pero revolcada”, que nos recuerda aquel libro que escribió Jorge Castañeda “La Herencia: Arqueología de la Sucesión Presidencial en México”, que hace referencia a;

“la suma expresión de su poderío consistente en la imposición del sucesor de su agrado”.

Jorge Castañeda, La Herencia

Lo que sucede actualmente en el proceso sucesorio de AMLO, da para una secuela de ese libro, con un nuevo factor determínate, las encuestas cuchareadas.

AMLO desde ahora juega con el resultado, sube y baja al candidato de su agrado, los estudia y los mide sobre todo en términos de lealtad hacia su persona, con una variable más, el manejo de las encuestas.

Anteriormente el poder del presidente radicaba en señalar quién sería su sucesor, en los tiempos de AMLO, existe otro fenómeno que habrá de estudiarse, que a la par de la publicación de las encuestas oficiales en torno a las corcholatas, se publicarán también las encuestas de cómo va el presidente de la República.

¿Competencia desleal? ¿Cuál es la intención de AMLO al competir contra sus corcholatas?

La aparición del presidente López Obrador en las encuestas lo vuelve a colocar como el jugador principal de su propia sucesión, es decir, el mensaje que manda es que no hay nadie mejor que él, y por si acaso, las encuestas donde cualquiera de las corcholatas sale por arriba de AMLO se callan, se ocultan y luego se pierden.

Aunque la orden para que las corcholatas salieran a hacer campaña salió de Palacio, es precisamente lo que los ha puesto en una posición complicada, porque, a pesar de violentar la Ley siendo los únicos que están en campaña, no logran rebasar en popularidad al presidente y lo peor es que, por el desgaste que mantienen, empiezan incluso a ir a la baja.

La oposición

Mientras tanto la oposición, sin candidatos ni campañas, comienza a subir, simplemente por la amenaza que implica la consolidación de una alianza opositora.

El presidente se ha convertido en el peor enemigo de sus propias corcholatas al mandarlos a violar la ley electoral y a enfrentarse entre ellos mientras compite en las encuestas en su contra.

Y lo peor es que, la razón por la que ninguno despega es la falta de independencia, la falta de proyecto propio y de que su partido los respalde porque Morena y su dirigencia están al servicio de AMLO.

Cuál será la razón, ¿AMLO quiere eternizarse en el poder como los dictadores populistas? ¿Será por falta de confianza en quien pueda sucederlo o por su ambición de poder?