Algo está muy raro en las encuestas del actual proceso electoral. Huelen mal.
No me refiero a quién dan como ganadora o como segundo lugar. Ese es otro tema. Hablo de dos cosas. La ligereza de los estudios, por no decir estafa que hicieron algunas empresas en este largo, muy largo proceso electoral y la disparidad de las tendencias, alrededor de 30 puntos porcentuales.
La cara dura de algunas empresas que presentan sondeos sin rigor metodológico no tiene precedente. Sin embargo, como sus resultados favorecen la narrativa de algunas de las candidatas o del candidato, partidos y medios de comunicación las toman como ciertas y las difunden por todos sus medios, incluidas inserciones pagadas y pautas en redes sociales.
¿Quién defiende a las audiencias en materia de encuestas electorales? Se supone que el INE, pero como ya sabemos, ni en éste, ni en otros aspectos el Instituto aplica la ley.
Si bien hasta un reloj descompuesto acierta a la hora dos veces al día, que raro que entre los resultados de unos y otros estudios haya una diferencia de treinta puntos porcentuales. ¿Por qué, si las encuestas son una muestra representativa de una población, reportan resultados tan dispares de un mismo proceso? Un misterio para la araña.
Si dejamos fuera a los sondeos por internet y redes sociales, a unos días del proceso electoral, la mayoría de las encuestas casa-habitación y telefónicas dan el triunfo a Claudia Sheinbaum por un rango que va de los 15 a los 25 puntos porcentuales. En este rango están las más conocidas: Arias Consultores, Berumen, C&E México, Consulta Mitofsky, El Financiero, Reforma y algunas más.
Hay casos extremos como Demoscopía Digital, que da 33.8% de diferencia a favor de Sheinbaum; FactoMetria con 35.5% de diferencia, Gii360 41% de ventaja, GoberArte, 33.6%, Covarrubias y Asociados, 29.1%.
En el otro lado de la moneda, en la conversación pública hay dos excepciones: Massive Caller, que da una ligera ventaja a Xóchilt Gálvez y México Elige, que presenta una diferencia a favor de Claudia, menor al margen de error.
Si Claudia Sheinbaum gana con un rango de entre 15 y 25 puntos de ventaja, el grupo mayoritario de encuestadoras habrán acertado en una elección que la candidata de Morena ganó desde principio a fin. En este escenario, las encuestadoras que se dispararon en sus resultados con ventajas de más de 25 puntos porcentuales de diferencia tendrían que pedir disculpas y quedar incapacitadas para realizar estos estudios, lo mismo las que dieron ventaja o empate a Xóchilt Gálvez.
Si Claudia Sheinbaum gana la elección por menos de 15 puntos porcentuales, el grueso de encuestadoras tendría que rendir cuentas y deberían estar impedidas para presentar estudios, hasta que un grupo de especialistas revisen su metodología y protocolos de levantamiento. El INE tendría que evitar cualquier contratación con estas empresas y recomendar a los partidos políticos no utilizarlas para procesos internos o campañas electorales.
Si al final del día, la competencia entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez se cierra a un dígito. Las encuestas se habrían vuelto locas y los aprendices de brujo habrían hecho de las suyas.
No a la impunidad de las encuestadoras. Eso pienso yo. ¿Usted qué opina? La política es de bronce.