El propagandista Epigmenio Ibarra ha protagonizado nuevamente un escándalo mediático. En el momento de la redacción de estas líneas, ha trascendido que el equipo de campaña de Xóchitl Gálvez ha presentado - o presentará- una denuncia en su contra por violencia política de género. Con ese chocante tono aleccionador propio de un maestro intolerante de bachillerato, Ibarra descalificó desproporcionadamente a la aspirante presidencial.

El comentarista aseguró en plena conversación con Ciro Gómez Leyva que Xóchitl era un esperpento y que representaba un personaje de la realidad deformada. Gómez, por su parte, replicó acertadamente defendiendo la integridad personal de la candidata evidenciando a su paso la actitud desvergonzada de su interlocutor.

Enseguida Ibarra hizo una comparación fuera de contexto y proporción. Tras la acción de Gálvez de haber firmado con sangre uno de sus compromisos en Irapuato, el propagandista del régimen hizo alusión a los oficiales de las SS (las unidades de la Alemania nazi responsables de la persecución y exterminio de los judíos en Europa), quienes solían formar - así lo aseveró- sus pactos tras haberse pinchado un dedo.

Ibarra, con sus escandalosos comentarios, se ha sumado a la larga lista de personajes que no escatiman en insulto personales, descalificaciones, adjetivos y demás apelativos para asegurar el triunfo de Claudia Sheinbaum, y con ello, abonar a la inminente elección de Estado preparada por el presidente, el partido oficial y su maquinaria.

Esta narrativa falsa y desproporcionada ha puesto nuevamente de manifiesto el nivel de fanatismo desmesurado que envuelve a los seguidores de la autoproclamada 4T y de sus tenaces seguidores. Al final, sin embargo, no ha resultado sorprendente con un régimen empecinado en destruir al adversario y en borrar del mapa electoral cualquier atisbo de resistencia ante las acciones autoritarias del lopezobradorismo.

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Ocultos bajo argumentos supuestamente históricos, presentan eslóganes propagandísticos dirigidos a pintar a la oposición como un puñado de oligarcas corruptos; como si ellos (entiéndase, la 4T) permaneciesen impolutos ante la corrupción rampante, la asignación de contratos sin licitación pública y las múltiples acusaciones en contra de AMLO y de miembros de su administración.

El bochornoso caso del propagandista Ibarra no es, desafortunadamente, más que una muestra de las tergiversaciones históricas y narrativas presentadas por los corifeos de Morena para descalificar a Gálvez y a los millones de mexicanos que desean terminar con un régimen que no ha dado los resultados esperados y que pretende destruir las instituciones de la democracia en ciernes.