Se vive una fase dominada por información rebelada por fuentes informales o encubiertas, producto de filtraciones, grabaciones y versiones testimoniales publicadas. El ciclo inició en esta administración con la gran expectativa que generó la detención del ex director de Pemex, Emilio Lozoya, respecto de la entrega de documentos relacionados con el tema de Odebrecht y del cohecho para impulsar la reforma energética peñista y que involucró a diversos personajes, según declaraciones de dicho ex funcionario y conforme a videos que aportó.

Tal suceso se ubicó como una especie de paralelo respecto del penoso asunto de las ligas ocurrido en la administración del entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de México durante 2004, Andrés Manuel López Obrador, cuando se exhibió la entrega de fajos de billetes a René Bejarano, en ese momento diputado a la Asamblea del Distrito Federal, lo que motivó su enjuiciamiento. Se supone que esa circulación de dinero en efectivo se realizaba para financiar actividades políticas del PRD de aquella época, cuya dirigencia estaba a cargo de Rosario Robles, quien, tiempo después, se distanció de esa corriente política y se vinculó con el gobierno de Enrique Peña Nieto para colaborar en él.

El escándalo de 2004 dominó los acontecimientos noticiosos, se convirtió en icónico, y fuente de una fuerte descalificación hacia el actual presidente de la República ante el impacto generado por el suceso. De ahí que sea sugerente la posterior detención de Rosario Robles por el tema de la llamada Estafa maestra, sobre el desvío de recursos públicos a través de una red de intermediación para servicios de asesoría que involucró a universidades públicas en el puenteo de contratos, especialmente porque derivó en que se le dictara prisión preventiva sin un claro sustento; por tanto, como una acción con signo represivo que se equiparó a un ajuste de cuentas.

Una de las campañas más intensas para penetrar y exhibir la vida privada de un personaje político ha sido la que se puso en marcha para descalificar al presidente del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, que fue coincidente con la posición que encabezó para oponerse a la propuesta de reforma eléctrica del gobierno de la República y que se relaciona con mensajes que recibió respecto de atenerse a las consecuencias, de actuar en contra de la citada iniciativa de reforma Constitucional.

Otros incidentes recientes se ubican en el ciclo al que hacemos referencia, se trata de las filtraciones de información procedente de la Secretaría de la Defensa Nacional que fue penetrada y puesta a la disposición de los medios de comunicación y que está convertida en fuente recurrente que devela prácticas, correspondencia y reportes que eran desconocidos y cuya difusión aporta elementos para emitir juicios y opiniones de diverso tipo, que se identifica como Guacamaya leaks. Por otra parte, se encuentra la difusión de un texto testimonial intitulado “El Rey del Cash” que relata la forma de financiación del partido Morena, sus campañas y de sus principales personalidades a través de dinero en efectivo procedente del cohecho generado por medio de distintas obras y actividades públicas de gobierno.

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A quedado claro que no sólo el gobierno puede disponer de importantes acerbos de información privada o reservada, pues también lo pueden hacer otras instancias, agentes cibernautas o personas que se dedican a piratear fuentes de información. Así, tiene lugar un gran espectro de datos que fluyen abiertamente y que pueden ser -y de hecho lo son- material de una guerra de versiones, informaciones, grabaciones y trascendidos.

La época de revelaciones y filtraciones se encuentra en intenso despliegue y tiende a desplazar a los foros de discusión y análisis, a los debates parlamentarios y las declaraciones que realizan las personalidades políticas, así como artículos y columnas de opinión. Con esa información se hace posible que la sociedad, convertida en público, pueda realizar sus propias versiones sobre la naturaleza de los acontecimientos políticos, conforme a lo que se devela de la psicología, ambiciones, formas de ser, patrimonio y relaciones de personajes que son mostrados “tras paredes”.

La política no se muestra suficientemente preparada para convivir con la invasión de privacidad que ahora es posible mediante distintos recursos tecnológicos. Una gran mayoría de quienes se dedican a la política difícilmente pueden pasar con éxito por este nuevo tamiz. Todo lo privado y lo privativo parece quedar avasallado, de modo que la política tenderá a insertarse, como nunca, en el dominio inexorable de lo público y, en este momento, es el gobierno, su partido y sus personajes los que mayores exigencias deberán enfrentar.

En su mejor versión se esperaría que este nuevo ciclo conduzca a un reencuentro de la política con la ética.