“Los valores no son simples palabras, los valores son por los que vivimos. Son causas por las que defendemosy por lo que lucha la gente.”

John Kerry

La movilización social masiva y espontánea, por primera vez nada tiene que ver con los intereses de los partidos políticos, responde a una expresión general para hacer saber al gobierno y a la propia oposición las exigencias de una ciudadanía que despierta y se mueve por sí sola, situación que, de cara a las elecciones de este 2024, pone “la vara muy alta” a todas las instituciones políticas que contienden.

Ahora los partidos deben responder a la expresión social y no a la inversa, porque la sociedad ha demostrado tener interés en participar, poder de convocatoria y capacidad para organizarse y sin depender de los partidos políticos. Un excelente ejemplo son las marchas de octubre de 2022 y febrero de 2023, donde la sociedad en su conjunto se expresó en defensa de la institución que reconocemos como garante de la democracia de forma pacífica, sin acarreados y sin confrontaciones, dando un verdadero ejemplo de conciencia y civilidad.

Quienes marchamos no salimos para apoyar a alguna corriente política o para llenar las calles más que el presidente, no, lo hicimos para defender la democracia y expresarnos de forma contundente. Y se logró.

Democracia y participación

La participación ciudadana legitima a la democracia, las elecciones por sí mismas no garantizan el pluralismo político. En la primera marcha en la CDMX el orador principal fue José Woldenberg quien señaló: “Dejamos atrás el país de un solo partido, de un presidencialismo opresivo, de elecciones sin competencia ni opciones auténticas, de poderes constitucionales que funcionaban como apéndices del Ejecutivo, de medios de comunicación mayoritariamente oficialistas, para abrirle paso a la expresión y recreación de la diversidad política, a elecciones libres, disputadas y creíbles, a Congresos plurales, gobiernos de diferente orientación, pesos y contrapesos en el entramado estatal y sin duda una espiral virtuosa que amplió el ejercicio de las libertades”.

Importantes sectores de la sociedad, independientemente de filiaciones políticas dimos muestra de madurez y civilidad política y de hacernos escuchar frente a un gobierno de sordos y una oposición que enmudece. En su memorable discurso Woldenberg conminó: “Hacemos un llamado a todos los grupos parlamentarios -sí, a todos- sin exclusiones ni excepciones, a las Cámaras del Congreso Federal y de los 32 congresos en las entidades, a que defiendan lo edificado en materia democrática y no conduzcan a nuestro país a una etapa venturosamente superada: la del autoritarismo que se auxiliaba de autoridades electorales a modo”. En diciembre de 2022, la propuesta del presidente fue rechazada.

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¿Qué hacer?

Vuelve el debate y la sociedad se moviliza.

Sin embargo, con fines muy distintos a la democracia, López Obrador vuelve a lanzar la iniciativa e insiste en crear el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC); a someter a voto popular a consejeros del INE y a magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), eliminar 200 diputados y 32 senadores, reducir el financiamiento de partidos políticos y redefinir el concepto de “propaganda” para dejar que el Gobierno se pronuncie durante las elecciones.

Esto ha motivado a que la sociedad organizada nuevamente convoque el próximo 18 de febrero a una marcha para defender el derecho de que su opinión sea respetada, es decir, a ejercer su voto libre y elegir a sus representantes populares, algo de vital importancia, porque al ser los partidos políticos quienes nos representen en una democracia y no al revés, como electores podemos exigir resultados y respuestas.

Esta variable social, en que cada vez más mexicanos dicenbasta a que los partidos se sirvan del pueblo para fines políticos personales o de grupo, no se había presentado con anterioridad en una elección y puede marcar la diferencia.

Para empezar, podría ser un indicador de que la próxima seauna de las elecciones con mayor participación, y que esto obligue a los ganadores a hacer gobiernos más responsables, más profesionales y que rindan cuentas.

Debemos dejar la apatía y el conformismo, dejar de seguirle la corriente a los “opinadores”, ser capaces de discernir y crear puntos de vista propios. Tenemos una gran responsabilidad sobre el futuro y este podría ser el despertar social para transitar a una verdadera democracia representativa.

Ambas coaliciones, la oficialista y la oposición debes voltear a la sociedad aunque aún exista temor  ante la expresión de la sociedad y ello responde a que ahora los políticos tendrán que hacer mucho más para convertirse en lo que el pueblo demanda y actuar en consecuencia, empezando por la libertad de elegir a sus representantes.

Estamos, quizá ante un hito insospechado, la voz activa de la sociedad en las elecciones. ¿Será que Claudia y Xóchitl tengan la capacidad de darle cauce positiva y democráticamente, con sensatez y respetando el resultado de la votación o seguirán sin entender el cambio democrático y la participación ciudadana?

Las próximas elecciones del 2 de junio tienen un ingrediente que no se había visto nunca en una elección en nuestro país, la participación ciudadana que no está ligada a la movilización e interés propio de un partido político, sino a exigencias generales de expresión social a la que los partidos deberían de responder y no de manera inversa.

Manuel Díaz en X: @diaz_manuel