Ernesto Zedillo Ponce de León es quizás el ex mandatario mexicano con mejor reputación pública. A diferencia de Carlos Salinas, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, no se ha visto envuelto en escándalos ni ha sido objeto de vejaciones reiteradas por parte de AMLO y sus corifeos.
A la luz de la historia reciente, Zedillo ha sido bien valorado por los mexicanos. En primer lugar, le recuerdan como el hombre que hizo posible la primera transición democrática en la Cámara de Diputados, cuando el PRI en 1997, por primera vez en su historia, perdió la mayoría absoluta. Ello obligó al presidente a transitar hacia una nueva era caracterizada por el diálogo parlamentario entre los legisladores del partido oficial y la oposición.
Zedillo también fue el presidente bajo cuyo gobierno se inició la creación de organismos autónomos como el IFE, así como el arribo de los primeros políticos de izquierda a cargos de elección popular de relevancia, tales como Cuauhtémoc Cárdenas a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal.
Zedillo tampoco será olvidado cuando sin haber buscado inicialmente ser presidente, decidió sacudirse la influencia del todo poderoso Carlos Salinas.
Y más aún se le recuerda por haber facilitado una transición pacífica de poder ante el triunfo de Vicente Fox. El lector seguramente recordará, o habrá visto en televisión, el momento cuando el presidente Zedillo, sin esperar la reacción del PRI y del equipo de campaña de Francisco Labastida, apareció en las pantallas para anunciar el triunfo del panista. Momento histórico en la vida de México.
Los detractores del expresidente le acusan del Fobaproa. Sin apenas pretender entrar en los detalles, simplifican el asunto económico con el eslogan de “Zedillo y el secretario Gurría convirtieron la deuda de unos pocos en deuda pública”. Bajo ese argumento simplista, políticos oportunistas –AMLO, entre ellos– han buscando manchar el legado democrático de Zedillo. Se equivocan.
Las complejas decisiones tomadas por Ernesto Zedillo, Ángel Gurría y el resto del equipo económico en aquel momento respondieron a la urgencia de evitar que los ahorradores perdiesen su dinero. Sí, se hizo con recursos del Estado, pero permitió el rescate del patrimonio de millones de mexicanos.
Zedillo, en días recientes, ha criticado severamente la reforma al Poder Judicial. Al unísono con juristas y especialistas en la materia, se ha sumado al llamamiento a evitar que México transite hacia un régimen autocrático y liberticida que sepulte por décadas el devenir democrático y el aniquilamiento de las instituciones del Estado mexicano. Lo ha hecho Zedillo, el demócrata.