Sonora Power
La economía de México da señales de una inusual e inusitada fortaleza al borde de cerrar el cuarto año de la administración de Andrés Manuel López Obrador.
Los datos sorprenden al más pintado, por una parte nuestra moneda, el peso, cerró la jornada del 7 de noviembre en unos inesperados 19.45 por dólar, esto es 96 centavos más barato que el nivel en que encontró la moneda el mandatario al asumir la Presidencia, es decir con una ganancia del 5 por ciento.
Justamente ayer 7 de noviembre, también el IMSS presentó los datos de empleo formal, con la gran novedad de que hay 21 millones 617 mil 326 trabajadores asegurados, es decir 997 mil 968 más que los se registraron al cierre de febrero de 2020, justo en el momento en que estalló la alarma por la alta incidencia de Covid 19.
Esos 2 indicadores, sumados a elementos como el inesperado crecimiento de 4.7 por ciento que se estima logró nuestra economía al cierre del tercer trimestre de este año, junto a datos clave como niveles récord de inversión extranjera directa, la llegada de más de 50 mil millones de dólares en remesas de nuestros paisanos en Estados Unidos y otros países, así como la reiterada confirmación de que México es el principal socio comercial del vecino país del norte, nos dan elementos para ser optimistas.
Está claro, México es la economía emergente del momento, y cuenta con argumentos fuertes para sostener estabilidad frente a los escenarios más adversos.
Las reservas del Banco de México están en niveles clave, por encima de 196.8 mil millones de dólares y el mercado interno da señales de fortaleza, justamente a partir de una de las estrategias clave del gobierno de la cuarta transformación, que es poner dinero en manos de los que menos tienen.
Aquí es importante delimitar los alcances de esa frase que nos ha repetido desde la campaña en 2018 el presidente de la República y que es la de que “Por el Bien de TODOS, primero los POBRES” y lo destaco así en mayúsculas para que se entienda.
La estrategia es ayudar la economía de los más desfavorecidos por los ciclos de capital y por las leyes del mercado, a partir del entendimiento de que México es un país profundamente desigual, donde las oportunidades y las puertas de salida de los ciclos de pobreza, no son similares en ningún nivel a los de las economías de primer orden.
Pero un factor clave y un área de oportunidad asumida justamente por el gobierno de López Obrador, fue entender y asumir que la única manera de dar mayor movilidad a la economía, es decir incentivar la demanda de bienes de consumo, productos alimenticios y demás, es justamente poner dinero en sus manos a todos aquellos que habían sido desplazados.
Esta acción, que implica invertir alrededor de 400 mil millones de pesos al año en el plan social de la 4T, ha resultado en beneficios justamente para los productores industriales, los comercializadores de alimentos y de bienes de consumo intermedio, que ampliaron mágicamente sus mercados.
La naturaleza de esta acción además de ser un factor de equilibrio y de dignificar a los adultos mayores, a los discapacitados y a los jóvenes de zonas marginadas, ha sido un fuerte impulso a la economía de consumo, lo que fortalece naturalmente las cadenas de valor y le da un impulso fuerte a los negocios.
De tal modo que esa es la visión y por eso el impacto profundo de la estrategia, que en efecto, nos beneficia a todos.
El presidente López Obrador acotó que los programas de bienestar de su gobierno llegan a 25 millones de hogares de un total de 35 millones que existen en el país y hay familias en las que son varios los beneficiarios.
Esto le ha cambiado la vida a los más necesitados en un nivel de diferencia como él que tienen el día y la noche, porque ahora tienen dinero para comprar lo que necesitan, porque ahora tienen la oportunidad de vivir dignamente y porque ahora -dicho en términos economicistas- se han convertido en integrantes del mercado, en una economía de consumo que es sumamente atractiva para los comerciantes.
México, insisto, es el mercado, la economía emergente de moda, y en estos 2 años que le quedan en el gobierno, Andrés Manuel López Obrador se ha hecho el propósito de consolidar esa tendencia.
Nuestro país está además en proceso de recibir inversiones multimillonarias en desarrollo de industrias, a partir de la relocalización de inversiones que vienen de la zona Asia-Pacífico y que por fuerza se ubicarán en el bloque de América del Norte.
Este simple hecho vendrá a reforzar la tendencia de lo que hoy vivimos.
Claro, como principal problema económico persiste en México la carestía, que nos afecta a todos, pero que golpea más duro a quienes menos tienen, sin embargo si las estrategias contracíclicas dan resultado y si además nuestra moneda sigue fuerte y nuestra economía creciendo, hacia el final del sexenio las cosas se verán mucho más claras.
Ciertamente México no es Dinamarca, en los hechos somos una economía mucho mayor y un mercado de consumo mucho más vigoroso, la clave es comenzar a parecernos a ellos, es decir a los estados de bienestar, es comenzar a cerrar la brecha entre los que más tienen y los más pobres.
El presidente López Obrador con su visión de buscar equilibrios, lo está logrando.
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