Desde muy al comienzo de ambos torneos continentales lo avizoré, pero ahora me queda más claro: la garra charrúa (Uruguay) será el monarca de la Copa América jugada en los Estados Unidos y España lo será de la Euro celebrada en Alemania. No se necesita ser un sabio para ver las combinaciones que ambas selecciones tienen: ejemplar trabajo en lo deportivo equilibrándolo con el tema económico, un espíritu de sacrificio de parte de sus jugadores qué va indisolublemente ligado a la pasión por parte de todo el medio, desde altos directivos hasta afición bien enterada, todo lo contrario, dicho sea de paso, de lo que ya sucede, tristemente, en México.
Don Luis de la Fuente, timonel de España, viene de trabajar con las fuerzas básicas y las canteras, es decir, con los más jóvenes, lo cual por cierto se tomó en México cómo un modelo al echar al ruedo a un Jaime Lozano carente de no pocos atributos; es decir, México sería en fútbol un España región inframundo, dada la caída en picada qué vive en deporte más popular del planeta en nuestro país.
Del maestro Marcelo Bielsa ni que decir, simplemente es un lujo exquisito tanto cómo hombre de fútbol y cómo ser humano, su filosofía integral del fútbol le dará a la selección uruguaya muchos frutos, mismos que por cierto no tendrá México, al rechazar las peticiones, básicas para competir, que hizo el DT uruguayo a los directivos mexicanos y que estos no aceptaron y así lo dejaron ir (aunque parezca increíble); obvio, la mayoría de dueños de clubes piensan si y sólo si, en el dinero, que lo deportivo es cosa menor, siempre y cuándo los atarantados aficionados mexicanos en los Estados Unidos sigan dispuestos a ser tomados una y otra vez, haciendo que esa gente haga negocios multimillonarios en dólares en cada partido qué juegue la selección mexicana contra una de las islas del Caribe o de Oceanía con las que gusta de medirse en los colosos gringos (estadios) para fútbol americano adaptados interesada e intermitentemente al “soccer”.