Dos cifras inescapables: Estados Unidos, una de las dos principales potencias en el mundo, ha rebasado las 800 mil muertes este año, una peor cifra que la del 2020, con todo y la existencia de vacunas. China, la otra superpotencia, ha acumulado apenas 5 mil. La diferencia es notoria.

Ni la salida del poder de Trump, ni la llegada de Biden ha logrado detener el avance de la pandemia. Entre la politización del virus, los antivacunas y la “libertad” negativa tal como la conciben muchos norteamericanos, será prácticamente imposible lograr que la mayoría de personas logre inmunizarse.

En 2020 murieron 350 mil personas por el virus en EU. Este año, más de 450 mil. Los llenos en los hospitales seguirán y el desgaste de los trabajadores de salud continuará con las consecuencias que todos conocemos.

A esta crisis sanitaria se le suma el usual descontento social y problemas económicos (inflación, subempleo, falta de vivienda) que Estados Unidos arrastra desde hace siglos. Y lo único que atina a hacer Biden y su titubeante gobierno es aumentar el gasto en materiales bélicos, retirar apoyos a estudiantes y trabajadores y prácticamente dejar el campo libre a los Republicanos para que arrasen en las próximas elecciones y sigan agudizando la crisis.