El INAI y otros organismos llamados autónomos no gozan de buena reputación en México. Son onerosos, caen en duplicidad de funciones e inclusive quedan en la esterilidad al momento de hablar de eficacia; su relación para la sociedad en cuánto a costo beneficio es pues, lastimosa.

Y baste el ejemplo del último escándalo protagonizado por el PRIAN y sus sicofantes, que incluyen, claro está, a membretes (cómo por ejemplo el ‘mexicanos unidos contra la corrupción’) qué su más grande logro es el haber desacreditado ese término, el de SOCIEDAD CIVIL, llevándolo a unos niveles de abyección qué, si no fuese por los hechos, sería difícil de creer.

Sin caer en tantas explicaciones, por su obviedad ya en parte, considero que no está de más el ver la manera en que en recientes días quedaron estos dos conceptos, sociedad civil, organismos autónomos, sumidos en el fango del descrédito, al enterarnos todos, por Pemex y no por el INAI, de uno de tantos y tantos quebrantos a la hacienda pública por parte de esas mafias, las triquiñuelas para que una comentócrata, furibunda odiadora profesional por ya más de dos décadas del lopezobradorismo, como lo es María Amparo Casar, presidenta del citado ya membrete “mexicanos unidos contra la corrupción”, y el modus operandi del que se valió, en el sexenio foxista de la ignominia, para hacerse de ilegítimas (CORRUPTAS) indemnizaciones y pensiones con cargo a la empresa productiva del Estado mexicano en favor suyo y de sus hijos.

Imposible el argumentar pues, que este año 2024, por churrigueresco qué parezca, Pemex hizo más por la transparencia pública en México qué el propio INAI, organismo qué, supuestamente, está diseñado y que trabaja para ello. Un famoso, simulador organismo público autónomo que queda muy mal parado ante el tan burlado y abusado, por las élites políticas hoy caídas en desgracia, pueblo de México.