“Como guarda el avaro su tesoro, guardaba mi dolor;
le quería probar que hay algo eterno
a la que eterno me juró su amor.
Mas hoy le llamo en vano y oigo al tiempo que le agotó, decir:
¡ah, barro miserable, eternamente no podrás ni aun sufrir!”
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
“He visto más bajeza, más tiranía y más servidumbre en algunos días de libertad, que en muchos siglos de despotismo.”
ANTONIO APARISI Y GUIJARRO
Cincuenta y dos mil cuerpos sin identificar en las morgues; más de 164 mil homicidios en lo que va del sexenio; cerca de 57 mil desaparecidos registrados entre el primero de diciembre de 2018 y la dimisión de la comisionada federal Karla Quintana (Registro de Personas Desaparecidas y no Localizadas); luego, 13 mil desaparecidos rasurados de dicho registro… Pero la única víctima es López Obrador.
El “humanista mexicano” no ve y no oye a las miles de madres buscadoras. No las ha atendido; solo las ‘Madres de mayo’, las que vienen de Argentina, encontraron abiertas las puertas de Palacio abiertas. En las marchas en Zacatecas, Guadalajara, Monterrey, Villahermosa, Puebla, Xalapa, Veracruz, Córdoba, Coatzacoalcos, Pachuca, Aguascalientes, Chihuahua, Ciudad Juárez, San Luis Potosí, Ciudad Valles, Ciudad de México, por parte de los familiares de las víctimas de desaparición forzada, se pedía ser escuchados; ese fue el común denominador. ¿Recibirlas y atenderlas? Eso no ha ocurrido.
A las madres mexicanas ahora las autoridades hasta les escamotean la posibilidad de alegar que sus hijos están desaparecidos; el gobierno ha esfumado a muchos de las listas. A las personas asesinadas o desaparecidas, que son el luto constante de un país, se suma que las autoridades desaparezcan a sus desaparecidos.
Cada vez que pensamos que no podemos sorprendernos más, algo sucede que nos hace ver una nueva faceta de la frialdad humana. Pero que el gobierno federal modifique las cifras para desvanecer a los desaparecidos del listado donde estaban registrados supera cualquier manifestación mezquina y miserable. Les roban a los familiares el único reconocimiento oficial de su pérdida particular y sentida. ¡Qué horror! El gobierno —no los asesinos o los delincuentes— muestran los niveles más bajos de podredumbre.
La burla se vuelve infinita cuando López Obrador anuncia que serán los siervos de la nación quienes levantarán el nuevo ¿censo? que conformará el registro. ¿Pueden pensar una acción más autoritaria de un régimen? ¿Recortar un listado para maquillar una cifra y que esta sea artificialmente menor a la de hace dos sexenios? ¡Qué más quisieran las madres y familiares de los desaparecidos que ello significara estos fueron hallados! Pero en realidad los lugares vacíos continúan y quienes tienen responsabilidad de buscar en tres días no encontraron; mejor esfumaron de la contabilidad a algo así como 13,000 personas.
De acuerdo con la revista Proceso, Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, le exigió a Karla Quintana maquillar la cifra de desaparecidos y ella se negó, desencadenando su salida de la burocracia.
Cierto o no, el hecho es que el número de desaparecidos disminuyó sin explicación alguna a los tres días de la renuncia de la Dra. Quintana. Y ciertamente no es que familiares reporten una aparición masiva de sus seres queridos…
La desaparición de los desaparecidos no se debe a un error del sistema, tampoco que vieran que se encontraban “duplicados” pues uno de los éxitos del RNPDNO y de Karla Quintana es que el registro no permite ese error. Se explica en el burdo “maquillaje” para no afrontar la realidad. No hay más.
Desafortunadamente este cinismo no es nuevo. Tampoco exclusivo de un partido o denominación. Desaparecidos, sobre todo de Coahuila y Guerrero, han llegado a aparecer como vacunados contra el Covid-19 en diversos listados oficiales. Los familiares saben bien que eso no es posible, pues para entonces las personas referidas ya estaban desaparecidas.
En el mundo de los otros datos, López Obrador soltó: “nos llamaba la atención que había más desaparecidos en el gobierno nuestro que en todo el tiempo de los anteriores gobiernos. Imagínense, nos comparaban y teníamos más desaparecidos que en la época de la guerra de Calderón y lo estaban usando nuestros adversarios, pues ya ven que esos están al acecho y no les importa lucrar con el dolor ajeno, son tiempos de zopilotes”. Sí, tiene razón. Es tiempo de zopilotes cuando ni siquiera se le concede a los afectados el reconocer la desaparición de sus seres queridos. Un tiempo de demagogia, de mentiras y de desprecio por las vidas ajenas.
‘El mundo ideal’ de López Obrador, no lo olvidemos. El que busca la opacidad, el carecer de vigilancia, de equilibrios, de auditorías, de transparencia, de rendición de cuentas, de contrapesos. Al primer mandatario le molesta lo comparen con Calderón. Ese es su dolor; no los muertos ni los desaparecidos. Solo que lo comparen con el panista.
El gobierno federal no puede caer más bajo; no busca a los desaparecidos, se limita a esfumarlos.