Escuché con atención tu mensaje en foro organizado por el Frente Amplio por México, en Monterrey Nuevo León, el sábado pasado. Más allá del debate que obligatoriamente debe darse en un tema tan importante, me parece fundamental que se despejen algunas dudas sobre el “fracaso” de las maquiladoras en el sur del país, pues las imprecisiones -aún involuntarias- son peligrosas en un país polarizado como el nuestro, que además, tiene serios problemas de discriminación y clasismo que siguen sin atenderse a pesar de las eternas promesas de transformación.
Tus comentarios sobre las jornadas de 8 horas en esa región del país, y que dieron pie a que el presidente Andrés Manuel López Obrador los usará más como grilla política que como interés genuino, me obligan a comentarte lo siguiente:
Falso debate
Nuevamente estamos cayendo en el falso debate, maniqueo, populista y falto de conocimiento de las diversas regiones para adoptar modelos de desarrollo adecuados a las condiciones geográficas, culturales, tradiciones e historia que las caracterizan.
Entiendo que haces referencia a las maquiladoras que se intentaron establecer en ciertas regiones de Chiapas, particularmente en San Cristóbal de las Casas, donde la población es mayoritariamente indígena, sin embargo, la generalización no ayuda a reducir la desigualdad que es fundamental combatir.
No pretendo instruirte en un tema que conoces bien, sabes que Chiapas tiene una población pluricultural sustentada en sus pueblos indígenas y su Constitución reconoce y protege a las comunidades: Tseltal, Tsotsil, Chol, Zoque, Tojolabal, Mame, Kakchiquel, Lacandón, Mocho, Jacalteco, Chuj y Kanjobal; y que de acuerdo con el Censo de INEGI de 2020, en Chiapas hay 49% de comunidades urbanas y 51% de comunidades rurales.
Así es que la población indígena en el estado es equivalente a 957,255 personas, que representan el 26% de la población total y habitan principalmente los municipios de Ocosingo, San Cristóbal de las Casas, Chilón, Chamula, Tila, Las Margaritas, Salto de Agua, Palenque, Oxchuc, Tenejaba, Zinacantan, Tumbalá, Chenalhó, Tuxtla Gutiérrez y Yajalón.
¿No te parece que es urgente atender también al 40.2% de la población indígena que no recibe ningún ingreso y al 42% que recibe menos de un salario mínimo?
Para comprender mejor el comportamiento de estas comunidades y su relación con el mundo moderno, el antropólogo y sociólogo, Ricardo Pozas escribió una gran obra biográfica “Juan Pérez Jolote” resultado de acuciosas investigaciones en la región de Chamula, donde rescata un testimonio de la convivencia y los usos y costumbres en aquella zona indígena.
Cuando el maestro Pozas hizo la investigación, en México había un movimiento que buscaba integrar a los indígenas a los cambios después de la Revolución. Esto implicaba conocer sus hábitos y su lengua ancestral, enseñar a los nativos a hablar español y explicarles el funcionamiento de los sistemas económico y político del mundo moderno. Pozas, llegó a considerar que Juan Pérez Jolote era el reflejo de la cultura aborigen y de su cambio hacia la civilización.
Costumbres ancestrales
La realidad muestra que las comunidades indígenas siempre se apegan a sus costumbres y no aceptan la integración a otras culturas o comunidades, así sean indígenas. Tu sabes, que quien sale de su comunidad por trabajo o alguna otra razón ya no es aceptado de regreso. Llamaban ladinos a los que salían de la comunidad o aprendían el idioma español. Así desde la colonia, cuando eran maltratados por los españoles, ya no eran recibidos en sus comunidades. El problema es que eso continúa pasando, en pleno siglo XXI.
En el siglo XX la intervención del Instituto Lingüístico de Verano -que AMLO conoce muy bien- desde el Instituto Nacional Indigenista y a través de los evangélicos, pretendió modificar los patrones de conducta de las comunidades, y lamentablemente se generaron conflictos, desintegración y pleitos familiares. Además, con la penetración de las familias potentadas de Chiapas en los cultivos cafetaleros, más otras prácticas poco amables, fueron desplazando a la población nativa.
Cada región posee potencial
Entiendo que el contexto político y social puede llevar a generalizaciones, pero es vital recordar que no se debe estigmatizar a la gente, especialmente por regiones, cada una tiene su propia idiosincrasia y potencial.
Vale la pena preguntarse, si las Zonas Económicas Especiales en el sur fueron, desde el inicio, una propuesta destinada al fracaso ¿realmente es el factor cultural la razón detrás de la escasez de parques industriales en la región? ¿No lo es la falta de infraestructura adecuada? La comparación con el éxito de las maquiladoras en Centroamérica podría sugerir que la situación es más compleja.
Lo cierto y urgente es que se requiere una inversión en infraestructura, como gas natural y puertos en el sur-sureste. De hecho, la logística por barco para Estados Unidos es mejor desde el sur y el desarrollo de estas áreas generaría empleos y oportunidades. Proyectos como la conversión del Tren Maya para carga, podrían generar zonas industriales vitales. Descalificar esas posibilidades es negarse a atender de mejor manera un problema añejo.
La posibilidad de impulsar el desarrollo del sur con las industrias maquiladoras y trabajos de infraestructura es real y tangible. La pregunta es ¿cómo hacer llegar la infraestructura sin aniquilar la identidad y los usos y costumbres de las comunidades indígenas?
Comentaste que con Fox propusiste un modelo de desarrollo aceptable para las culturas indígenas ¿crees que sigan prevaleciendo las mismas condiciones? ¿no existe otra forma de abordar estos temas?
Estoy seguro que puedes ampliar ese espectro de solución, pues sin duda, es tiempo de impulsar en serio, propuestas con mayor alcance.
Tus perspicaces comentarios, podrían ser el inicio de un diálogo profundo y enriquecedor para alcanzar el objetivo. Si realmente se busca el desarrollo y bienestar de la población, se debe atender la realidad y dejar los juegos políticos a un lado.
Twitter: @diaz_manuel