Refutaciones Políticas
Desplazada de la práctica por los publicistas y el mundo digital, la ideología se resiste desde la esencia de ambos. La publicidad y la difusión y aplicación de los medios digitales a la cotidianidad humana no es más que ideología: la reinante banalidad del siglo XXI.
La ideología no es simplemente un conjunto de ideas o creencias; es un discurso que se enmascara en el interior de las relaciones de poder, el conjunto de vivencias que se afirman en la humana confrontación cotidiana, la esencia de la política. Toda ideología sirve para legitimar el dominio de unos sobre otros y perpetuar un sistema de control y crear una “falsa conciencia” entre personas y grupos de personas, haciéndoles creer que su condición social es natural e inevitable. La crítica a la razón ideológica significa no sólo revelar las verdaderas condiciones materiales de la existencia humana, sino comprender el sentido del discurso ideológico y su trascendencia en la sociedad, la política, la cultura, la economía o el arte.
Se trata de examinar cómo el poder se articula a través del conocimiento y la diversidad de discursos sociales (Foucault). Las instituciones antiguas y modernas, como las iglesias, el gobierno, la empresa o la escuela han ejercido un fino control ideológico sobre los individuos mediante técnicas disciplinarias y de vigilancia.
La ideología no es algo que se impone desde arriba, sino que se produce y reproduce en todos los niveles de la sociedad a través de prácticas discursivas. Las relaciones de poder están inscritas en las estructuras de saber que modelan las subjetividades y comportamientos de las personas: dios, la patria o el dinero. Sin embargo, hoy el mundo ha transitado de la sociedad disciplinaria a la sociedad del cansancio: el rendimiento y la eficiencia que obliga a las personas a estar en un estado de hiperactividad y auto explotación donde las personas se convierten en sus propios vigilantes y verdugos, la ideología positiva y neoliberal del éxito.
La ideología no solo opera a nivel consciente, sino también en el inconsciente, moldeando los deseos y fantasías de los individuos como hoy lo hace con ejemplar precisión la ideología digital de las redes sociales cuyo tótem es el narcicismo. Ella funciona a través de una mezcla de placer y sufrimiento, moldeando tanto lo que deseamos como lo que experimentamos, el placer. La crítica de la razón ideológica implica no solo una refutación de las estructuras de poder, sino también una exploración de la dimensión material en dónde el discurso ideológico sienta raíces en la familia, la empresa, los medios de comunicación, las religiones, la política y el Estado.
Una base de análisis materialista permite entender la ideología como un reflejo de las relaciones económicas y de poder. Cómo el poder se articula a través de discursos y prácticas que configuran la subjetividad de los individuos o grupos como es el caso de la democracia, el actual paradigma dominante del ejercicio de poder.
La democracia se ha convertido en uno de los valores políticos más exaltados en la modernidad, funcionando no solo como una forma de gobierno, sino como una ideología que estructura las percepciones de la realidad política y social. En su dimensión ideológica, la democracia opera como un conjunto de ideas y valores que legitiman el orden establecido, presentándolo como el resultado natural del consenso político y social, y la voluntad popular sujeta a la ley. Hoy la democracia ya no es el espacio del debate de las ideologías, ha transitado al collage narcisista de las imágenes del marketing y las redes sociales.
“La democracia es el enemigo. Las protestas en Wall Street y en la Catedral de San Pablo son similares por su falta de enfoque, su naturaleza incipiente y, sobre todo, por su negativa a comprometerse con las instituciones democráticas existentes. Esto es precisamente a lo que los manifestantes están llamando la atención: que el capitalismo global socava la democracia.” Zizek
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[1] El discurso como categoría epistemológica se refiere al uso del lenguaje como una herramienta fundamental en la formación y organización del conocimiento. Desde esta perspectiva, el discurso no sólo comunica información, sino que también construye, valida y transforma lo que consideramos saber y verdad.
[2] La relación amo-esclavo a la que se refiere Hegel en la Fenomenología del Espíritu
[3] Crítica en sentido kantiano: La crítica según Kant no es simplemente una evaluación negativa o destructiva, sino un esfuerzo constructivo para entender y delinear los límites y posibilidades de la razón humana.
[4] La “sociedad del cansancio” es un concepto formulado por el filósofo y teórico cultural surcoreano Byung-Chul Han. En su obra La sociedad del cansancio, publicada en 2010, Han explora cómo las exigencias de la sociedad contemporánea llevan a los individuos a un estado constante de agotamiento y fatiga.