En los últimos meses las estufas de leña han tenido mayor difusión que en los pasados 20 años, aunque las razones no han sido las mejores.

He de confesar que, junto con un grupo de expertos, hemos buscado posicionar el tema, ponerlo en la agenda nacional y generar una política pública y no lo hemos logrado; así que ahora, aprovecho la visibilidad para insistir en la urgente necesidad de abordar este asunto desde una perspectiva integral, de mediano y largo plazo, y por supuesto sustentable.

También escribo esta nota, con la intención de eliminar algunos mitos que prevalecen y mostrar la realidad del México rural y semiurbano.

Quiero aclarar que me considero un experto en el tema, atendiendo la definición de la RAE que se refiere a “una persona práctica o experimentada en algo, especializada o con grandes conocimientos en una materia”, a esto agregaría que también cumplo con la regla de las 10 mil horas que popularizó Malcolm Gladwell; para lo cual se requiere dedicarse de tiempo completo durante 5 años a un área en particular (40 horas a la semana, 50 semanas al año). Entonces, no se puede ser experto en algo que no es o no ha sido tu actividad principal durante unos 5 años.

En fin, todo empezó cuando un experto en energía: Carlos Flores @ingcarlosflores cuestionaba en X (Twitter) si “normar ESTUFAS DE LEÑA es primordial”, que las iniciativas de @LopezObrador_ nos regresaban 4 o 5 décadas.

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Luego en el noticiero de @JulioAstillero escuché a @CarolinaRocha analizar el video de @XochitlGalvez en el que se dice experta en energías renovables, edificaciones sustentables… y que lo de hoy son las estufas solares.

Después leí la nota de Brenda Martínez en El Universal, y finalmente vi el video de la precandidata Xóchilt Gálvez y efectivamente, además de afirmar lo ya comentado, dice que “la precandidata de enfrente es experta es estufas de leña, experta en humo”.

Me quedo con la última parte: “experta en estufas, experta en humo” no para defender a Claudia Sheinbaum, porque no lo necesita, sino para decirle a Xochitl, que existe un grupo de expertos en estufas, que conoce y ha documentado los efectos del humo de la leña en la salud de mujeres y niñas, que a pesar de la falta de apoyo ha trabajado y generado información suficiente para eliminar las falsas creencias e ilustrar a los tomadores de decisiones.

Este grupo acumula años de experiencia, trabajando en las universidades, institutos de investigación, dependencias de gobierno, laboratorios, organizaciones de la sociedad civil, en las aulas, pero lo más importante, trabajando en las viviendas, en las cocinas de las señoras.

En fin, pasemos a los mitos y a los datos:

Mito 1: La leña es energía del pasado. Realidad: en México 28 millones de personas cocinan sus alimentos y calientan agua con leña, esto es 1 de cada 5 mexicanos; con solo este dato se justifica cualquier acción y su prioridad.

Mito 2: La leña es el combustible de los pobres. Realidad: Cuando la leña es un combustible “asequible” como señala el ODS 7, muchas personas la utilizan de forma segura y limpia, aunque sea algún fin de semana, como leña o como carbón vegetal, para asar carnes y hacer tlayudas, tamales o memelas.

Mito 3: La leña es un combustible contaminante. Realidad: la leña es un combustible limpio, neutro en emisiones de CO2 (dióxido de carbono), esto porque durante su combustión (o descomposición natural), libera la misma cantidad de CO2 que absorbe durante su crecimiento. El problema es la baja eficiencia de combustión de las tecnologías usadas, los fogones.

Mito 4: Las estufas de leña representan atraso, subdesarrollo. Realidad: las estufas de leña están consideradas como una opción tecnológica viable para la transición energética, incluso existen proyectos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero mediante el uso de estufas eficientes de leña. Así que son una tecnología actual y una opción real para luchar contra el cambio climático.

Mito 5: Las estufas solares son lo de hoy. Realidad: tenemos la mala costumbre de comer tortillas y no se pueden hacer en estufas solares, otros alimentos sí, como los frijoles, caldos, sopas; entonces, las tecnologías solares: ollas, comales, cajas, son un excelente complemento, pero no sustituyen al fogón o a la estufa de leña. Además, las estufas solares no funcionan en la madrugada para hacer café ni en la noche para calentar la cena.

Mito 6: Si llevamos combustibles modernos (gas licuado de petróleo -GLP-) a las comunidades, se elimina el uso de leña. Realidad: existe suficiente evidencia publicada en “papers” de revistas arbitradas, que muestran que el uso de la leña no se sustituye completamente, sino que se usa en combinación con las otras energías y tecnologías. Por ejemplo, las estufas de gas solo se usan para calentar alimentos y tortillas, posiblemente para hacer el café en la mañana, pero las principales tareas energéticas, las que demandan más energía se continúan haciendo con leña: tortillas, nixtamal, frijoles, pozole, tamales, caldos.

Seguramente hay otros mitos que se me escapan, pero la idea es no dejar pasar el momento, no quedarse con la efervescencia política e invitar a los equipos de las precandidatas, para que la leña, las estufas, la contaminación intramuros, la carga laboral femenina, la salud, el ambiente limpio, la sana convivencia familiar, se incluya en la agenda nacional, en el próximo plan de gobierno; no sigamos dejando fuera de las políticas públicas a 28 millones de mexicanos, a casi 8 millones de viviendas. Estas familias merecen cocinar sus alimentos en condiciones dignas, limpias, seguras, eficientes y sustentables.

Fogón tradicional en Morelos Uno, Tepantepec, municipio de Santa María Peñoles, Oaxaca

En la próxima entrega, mostraré más información sobre la realidad energética del sector residencial mexicano, que incluye el consumo de leña.