Tal como se comentó en la entrega anterior, en esta ocasión haremos un poco de historia de los programas de estufas de leña que se han implementado en nuestro país.

La historia de las estufas de leña empieza en nuestro país en los años ochenta del siglo pasado cuando varias organizaciones empezaron a promover la famosa estufa “lorena” que no es un modelo de estufa sino un principio de construcción basado en los materiales lodo y arena. Originalmente la estufa lorena fue desarrolla en Guatemala a mediados de los años setenta.

Además de las organizaciones de la sociedad civil, que en ese momento eran mejor conocidas como ONG’s (organizaciones no gubernamentales), por parte del gobierno la promovió la entonces Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH). A lo largo de los años han existido una enorme cantidad de variantes y adaptaciones a las regiones y comunidades y en la actualidad se sigue promoviendo por organizaciones sociales y varias universidades.

A principios del siglo actual, GIRA y la UNAM con financiamiento internacional, pasaron de la lorena a la Patsari, una versión mejorada de la estufa, más eficiente y práctica que puede utilizarse inmediatamente después de su construcción; actualmente está bastante extendida en el país y la promueven un sinnúmero de organizaciones sociales. Ambas estufas son de fabricación in situ, es decir, se construye en cada vivienda.

La historia de los gobiernos y las estufas empieza con Vicente Fox, quien ya casi para terminar su administración, el 21 de julio del 2005, en una breve gira de trabajo por Metlatónoc en la Montaña de Guerrero, junto con sus funcionarias Josefina Vázquez Mota y Xochitl Galvez, ofrecieron diversos programas y proyectos y “…quedó la promesa de instalar estufas en el cien por ciento de las viviendas”. ¿Te acuerdas Josefina?

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¿Te acuerdas Xochitl? En esa gira de inauguración de un albergue afirmaste que: “La semana pasada hice una declaración donde dije que a muchos políticos les había valido madre todos los indígenas, yo creo que hoy se puede constatar. Este rezago no tiene que ver con un sexenio, tiene que ver con generaciones de olvido y abandono”.

Luego vino el sexenio de Felipe Calderón quien anunció el 7 de abril del 2008 en Zinacantán, Chiapas la dotación de estufas ecológicas, filtros de agua y la construcción de pisos firmes… para vivir mejor”; así surge el Programa Nacional de Estufas de Leña en el marco del Programa Especial de Cambio Climático 2009-2012 (PECC). La Meta 43 (M43) se refería a la “Instalación de 600 mil estufas eficientes de leña”, las dependencias responsables fueron la entonces Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) y la SAGARPA (Secretaría de Agricultura Ganadería Desarrollo Rural Pesca y Alimentación; la primera financiaría la compra de 500 mil estufas y la segunda 100 mil. No existe evidencia de la cantidad final comprada, instalada, tampoco de las estufas que se utilizaron y menos el porcentaje de adopción por parte de las familias.

El primer mecanismo de compra en el Programa Nacional de Estufas de Leña fue una Licitación Nacional, por alrededor de 120 mil estufas a entregar en las bodegas de Diconsa. Esto evidenció el total desconocimiento de los funcionarios, por lo cual la Red Mexicana de Bioenergía REMBIO se manifestó mediante un comunicado en el cual se explicaba que un programa de estufas no es comprar y entregar un producto, como si fueran cobijas o colchonetas; la estufa como ya hemos señalado es una tecnología que cambia la vida cotidiana de las familias y por lo tanto se requiere un proceso de información, sensibilización y acompañamiento para su adopción y uso.

Foto: Víctor Berrueta. Estufa Patsari metálica cociendo nixtamal en comunidad de Oaxaca.

La REMBIO planteó ante los funcionarios de SEDESOL que se requerían esquemas de implementación acordes con la realidad regional, pero el gobierno no tenía tiempo; así que después no poder asignar dos Licitaciones Nacionales se optó por las Licitaciones Estatales y las Municipales, es decir, se le dio la vuelta y se continuo con el esquema de compra masiva sin importar calidad, funcionamiento ni durabilidad.

Podemos afirmar que el programa de estufas se fue acomodando a los criterios de compra-venta de los oferentes y las autoridades. En esta época surgieron varias empresas que tuvieron una vida corta y actualmente solo pocas sobreviven. Evidentemente las ONG´s no pudieron cumplir con los requisitos de las Licitaciones, que estaban dirigidas a ciertas empresas, ni tampoco entraron al juego del mercado.

En el sexenio de Peña Nieto, las estufas estuvieron incluidas en el programa estrella, la Cruzada Nacional contra el Hambre como parte de las acciones para el mejoramiento de la vivienda, ya no hubo licitaciones nacionales y los recursos se canalizaron a través de las Delegaciones estatales de la SEDESOL en coordinación con dependencias estatales: Desarrollo, Bienestar o Economía, o las Comisiones o Institutos de Vivienda. Cuando Rosario Robles se va a dirigir la SEDATU, las estufas se pasan a esta dependencia. Se desconoce la cantidad de estufas compradas durante todo el sexenio.

Algunos presidentes municipales del centro del país, contaban que un representante de una empresa de Guanajuato, llegaba diciendo que ellos eran los responsables del programa de estufas de Rosario Robles y que tenían que comprarle a su empresa; si los presidentes municipales se oponían los amenazaban con quitarles el recurso porque tenían línea directa con la exsecretaria.

Un ejemplo del esquema de comercialización es el usado en Oaxaca, donde adicional al moche institucional, las empresas entregaban un porcentaje a las organizaciones sociales que gestionaban los proyectos. Uno de esos líderes tuvo un partido político y actualmente es Notario Público, quien además de recibir moches vendía las estufas. Varios de los líderes de esas organizaciones tienen puestos en el gobierno actual de Salomón Jara.

Foto: Rodolfo Díaz. Estufa sin usarse en comunidad de Oaxaca

Ya más recientemente, durante el gobierno de Silvano Aureoles en Michoacán, se compraron 20 mil estufas Mera Mera, casi 100 millones de pesos, pero no se sabe dónde se instalaron.

Otro caso es el del estado de Puebla, en el año 2020 a a convocatoria de la Secretaría de Administración, un empresario relojero ganó una Licitación Estatal de 5 mil estufas, unos 26.5 millones de pesos… seguramente las estufas funcionaban como relojito; de acuerdo con la nota de esa época, al empresario se le vinculaba con Juan Carlos Lastiri, subsecretario de Rosario Robles.

Otra práctica común era que solo se entregaba una parte de las estufas compradas, el resto solo eran facturadas y comprobadas en papel… triste realidad, haciendo negocios desde el gobierno, con los más pobres.

Así ha funcionado el negocio de las estufas, generando ganancias para algunos funcionarios, empresas y organizaciones que se han olvidado por completo del fin primordial de esta tecnología: que es la eliminación de la contaminación en el interior de las viviendas, la reducción del consumo de leña y el mejoramiento de las condiciones de cocinado de las mujeres.

Pero no todo está perdido, desde la sociedad civil se impulsó una Norma Mexicana para las estufas de leña, en la siguiente entrega hablaremos de esto; y cerraremos con algunos ejemplos exitosos, porque las estufas si funcionan y cuando se ejecuta un buen programa de implementación, los beneficios son palpables.