Para que la militancia pueda tener confianza que el proceso caminará por la vía democrática interna, y a su vez se extienda por la flexibilidad para que todos tengan un impulso equilibrado, se tiene que acabar el favoritismo y la exclusión que ha predominado desde el momento en que el mandatario federal abrió el juego sucesorio presidencial en Morena. Dentro de ese ejercicio hay muchos elementos que nos hacen dudar y sospechar que, a través de la cúpula del poder, pueden llegar a tomar una decisión unilateral de imposición.

De hecho, en los últimos 19 meses y desde que el presidente dio el banderazo de arranque sólo ha existido una aspirante presidencial que ha gozado de todos los reflectores no solo de Palacio Nacional, sino del acompañamiento de algunos gobernadores y gobernadoras como si se tratara de una estrategia bien definida y coordinada al más alto nivel. Incluso, siguen llevando a cabo una dinámica de posicionamiento que son, ni más ni menos, actos anticipados de campaña.

Bardas, pintas y espectaculares costosos, siguen siendo un acto de propaganda y publicidad anticipada. De ese mismo modo, activistas afines a distintas dirigencias estatales continúan repartiendo un ejemplar del Periódico Regeneración con la imagen de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México a lo largo y ancho del país.

La pregunta es: ¿cuántos miles de ejemplares se imprimieron? Quizá quien pueda responder esa pregunta es algún directivo del partido de Morena que seguramente avaló la divulgación a mansalva de un órgano de información que se supone es, para el movimiento, un mecanismo para resaltar los cambios profundos que el gobierno de la República ha puesto en marcha.

Esa debe ser, entonces, la misma tónica para los demás aspirantes presidenciales ¿por qué nada más con una sola aspirante?, ¿y el piso parejo? Lo cierto es que, lo que han hecho con ello, es dejar claro que hay un favoritismo y, sobre todo, una exclusión bien marcada que no abona en nada en la construcción de un proceso de unidad. Llevamos casi 20 meses desde que el presidente subió a tribuna y destapó un ejercicio o, más bien, una batalla intensa que ha dejado muchos saldos negativos pues solo generan confusión entre la propia militancia y simpatía de Morena.

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En ese caso, lo dijimos hace poco; que el Periódico Regeneración publique en su portada principal el trabajo clave que ha hecho Ricardo Monreal en más de cuatro años de tarea legislativa donde logró sentar las bases del proyecto de la 4T a través de una serie de Reformas Constitucionales que, hoy en día, son el gran sostén. Siendo claros, eso sería un acto de justicia para el coordinador de los senadores de Morena que, en más de 26 años de acompañar al presidente López Obrador, ha sido fundamental su aportación al movimiento desde la construcción, hasta el proceso de consolidación del triunfo electoral del 2018.

De hecho, Ricardo Monreal ha sido el único que ha luchado contra la propia adversidad y la exclusión. A pesar de ello, no ha bajado la guardia y ha propuesto, en lo que resta de este ejercicio previo antes de que se lance la convocatoria, promover la unidad para que Morena llegue sólido a la contienda.

Sabemos que, para que eso suceda, tiene que haber una apertura para todos los aspirantes presidenciales. La hay con Claudia, Marcelo y Adán Augusto, sin embargo, todavía existe una barrera enorme en contra de Ricardo Monreal, aspecto que, hasta ahora, sigue siendo una queja constante de miles de militantes y simpatizantes de Morena que no han caído en la ingenuidad y, a través de distintos espacios de opinión, claman piso parejo en la sucesión presidencial y, por supuesto, que se garanticen reglas de participación donde reine la transparencia y no lo faccioso que suele haber en este tipo de ejercicios.

A propósito, lo que actualmente seguimos viviendo y atestiguando son los signos del favoritismo, pero, también, de una exclusión marcada que pone en condiciones desiguales a quienes participan en este proceso interno. Asimismo, tendríamos que sumarle que no todos los gobernadores y gobernadoras se han sumado al llamado que hizo el dirigente nacional, Mario Delgado. De esta manera, es obvio que las atenciones e impulso nos advierten de que hay una cargada descarada porque no hay comparación, ni muchos menos un equilibrio, como para asegurar que hay piso parejo.

No lo hay, es un hecho. Tras más de 19 meses de que el presidente abrió el juego sucesorio las cosas siguen igual: hay favoritismo y también exclusión, lo que continúa preocupando y, sobre todo, crece la sospecha de que habrá imposición.

Y lo digo de esa forma ya que, hasta ahora, tres de los cuatro presidenciables siguen navegando con una plataforma de posicionamiento cómoda que continúa causando un mal sabor de boca, en especial porque se supone la estrategia se corrigió. De hecho, ese mismo impulso no existe a favor de Ricardo Monreal. Él, en cambio, ha sabido esquivar el diluvio y, sus mismas presentaciones públicas, hablan del poder de convocatoria que se ha lanzado a defender el proyecto que encabeza. En pocas palabras, una muestra de que el coordinador de los senadores de Morena, pese a la adversidad, tiene una maquinaria que -con el paso de los días- se va nutriendo más y más.