“Siempre asombran los cambios legales, pero mucho más las trasformaciones culturales”. Estoy citando lo expresado por Ricardo Raphael en el arranque de su artículo de Milenio .Se refiere a la despenalización del aborto en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
La despenalización del aborto ss las dos cosas: un cambio legal de enorme relevancia y la evidencia del triunfo de una nueva cultura en México.
El periodista Raphael dejó “para otro texto” algo realmente extraordinario. Lo dicho por el ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, presidente de la corte: “hoy es un día histórico para todas las mujeres mexicanas y las personas gestantes”.
Ayer comenté una comida con dos abogados muy preparados en el Arturo`s, de Polanco. Elogiamos los tres a Zaldívar y al resto de los ministros por haberse atrevido a despenalizar el aborto, pero el más viejo de tales juristas (casi 70 años de edad) y yo mismo (casi 65 años) rápidamente dijimos que no entendíamos eso de “personas gestantes”. El otro letrado (menos de 40 años) de inmediato nos dio la definición con la que hoy termina la columna de Ricardo Raphael: el término se refiere no solo a la mujer, sino a otras identidades sexogenéricas como la gente trans, no binaria y lesbiana.
El cambio cultural se manifestaba en aquella mesa: lo que dos viejos no entendimos, un muchacho lo explicó. Desde luego, la edad avanzada no justifica nuestra ignorancia. Arturo Zaldívar no es mucho más joven que yo —nací en 1956; él en 1959—, pero fue el presidente de la corte quien se refirió al derecho de las personas gestantes a interrumpir el embarazo sin que se les castigue.
Hay una ministra a la que deberemos apoyar, Margarita Ríos-Farjat. En su ciudad, que es la mía, Monterrey, los grupos conservadores son fuertes y agresivos. Ayer, en la Sultana del Norte, alguien me invitaba a firmar una carta contra la ministra, “como primera acción”. Desde luego, no lo hice.
Otros regios convocaban, también ayer, a un “mapping por la maternidad y la vida” a efectuarse afuera del edificio de la SCJN. No tuvo éxito o, al menos, tal protesta no ha tenido la difusión en medios que le gustaría a la derecha. En la Ciudad de México el conservadurismo no ganará ninguna batalla. Pero en Monterrey, tan admirable en muchas otras cosas, mucha gente sigue defendiendo las tesis que condenan a las mujeres —y a las personas gestantes— a sufrir terribles castigos si, por la razón que sea, interrumpen sus embarazos. En Guadalajara, León, Querétaro también son influyentes los grupos conservadores. Están derrotados, sin duda, pero antes de rendirse generarán problemas.
La buena noticia es que en el propio conservadurismo poco a poco irán entendiendo las cosas los y las más jóvenes.