Pronóstico fallido
Marcelo Ebrard no fue nombrado secretario de Gobernación porque, simple y sencillamente, el presidente de México no lo quiere al frente de tal responsabilidad.
Esa es la verdad. No cabe ni siquiera en la categoría de lo altamente improbable —sino en otra muy distinta, la de lo absolutamente imposible— que Ebrard haya rechazado el cargo, a pesar de que el presidente López Obrador le ofreciera dejar la cancillería para reemplazar a la ministra en retiro Olga Sánchez Cordero como titular de la Secretaría de Gobernación.
Lo que sea, no se cumplió el pronóstico de tantos analistas —realizado prácticamente desde el arranque del sexenio— de que Marcelo Ebrard tarde o temprano sustituiría a Olga Sánchez Cordero para, desde Gobernación, no solo coordinar al gabinete, sino trabajar políticamente para fortalecer sus aspiraciones de lograr la candidatura presidencial de Morena.
Si Andrés Manuel no invitó a Ebrard a encabezar la dependencia política por excelencia, ya puede despedirse el canciller de ser el candidato de izquierda en 2024.
En la Secretaría de Relaciones Exteriores seguirá teniendo Marcelo Ebrard oportunidades para exhibir sus habilidades. Lo hizo con el asilo a mujeres y periodistas de Afganistán, y le aplaudió la prensa simpatizante del canciller, no de la 4T —destacadamente el diario New York Times y en México, entre otros, columnistas que juegan para la tribuna derecha como Leo Zuckerman, de Excélsior, y Héctor Aguilar Camín, de Milenio—.
Marcelo podrá, en el corto plazo, aprovechar para su lucimiento la visita a Washington del presidente Andrés Manuel López Obrador al presidente Joe Biden.
Pero ni la foto con ambos mandatarios ni los elogios del NYT y de los críticos de AMLO en los medios mexicanos lograrán compensar al secretario de Relaciones Exteriores por lo que ha sido para él un evidente fracaso en la política interna, la que verdaderamente cuenta: el fracaso brutal de que no se le haya tomado en cuenta para Gobernación.
Monreal, maniatado
El todavía formalmente coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, debe estar preocupado. Olga Sánchez Cordero dejó Gobernación, pero no se retirará a su casa, sino que irá al Senado a una posición de privilegio: la de presidenta de la llamada cámara alta.
Se trata de la segunda persona con cercanía real con el presidente López Obrador que llega al Senado. No hace mucho tiempo hizo lo mismo Gabriel García, quien coordinó los programas sociales de la 4T.
El resto de los senadores de Morena saben que Olga y Gabriel están más al tanto de las estrategias de AMLO —y las apoyan muchísimo más— que Monreal. Esto necesariamente se traducirá en pérdida de poder para el zacatecano, quien desde hace tiempo, ante la imposibilidad de ser él mismo candidato presidencial de Morena, había establecido una alianza oportunista con Ebrard. Hoy ambos están todavía más debilitados, pero de ninguna manera derrotados.
Adán Augusto, otro aspirante presidencial
No puede haber la menor duda acerca de la lealtad hacia AMLO del todavía gobernador de Tabasco en funciones, Adán Augusto López. Experiencia y capacidad política tiene —de otro modo no habría avanzado en su oficio—, pero es la lealtad la principal causa de su llegada a Gobernación.
La verdad de las cosas, no estaba en condiciones Andrés Manuel de darse el lujo de entregar ese cargo a alguien que podría, por intereses personales, no estar ciento por ciento de acuerdo con las decisiones del presidente.
La lealtad es tan importante en la política que, sin duda, un buen trabajo que le llevara a incrementar su popularidad, podría hacer de Adán Augusto López otro fuerte presidenciable. No hay que descartarlo. De hecho, algunos columnistas, como el día de hoy Joaquín López-Dóriga en Milenio, ya lo incluyen en la lista de los posibles candidatos de Morena para 2024.
¿Relevo generacional?
Un analista que me escribe con frecuencia hizo la lista de los presidenciables de Morena empezando con la más joven y terminando con el más viejo.
- Tatiana Clouthier, secretaria de Economía, nacida el 12 de agosto de 1964 tiene 57 años de edad.
- Adán Augusto López Hernández, gobernador de Tabasco y próximo secretario de Gobernación, nacido el 24 de septiembre de 1963 está a punto de cumplir 58 años.
- Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México, nació el 24 de junio de 1962; por lo tanto ya tiene 59 años.
- Ricardo Monreal, senador, nació el 19 de septiembre de 1960; ya entró a la sexta década, la de quienes superamos —yo sobradamente— los muy tristes y achacosos 60 años de edad.
- Marcelo Ebrard, canciller, nacido el 10 de octubre de 1959, tiene 61 años.
- Esteban Moctezuma, embajador en Estados Unidos, es del 21 de octubre de 1954; tiene 66 años.
- Juan Ramón de la Fuente, embajador en la ONU, es del 5 de septiembre de 1951; no ha entrado a la séptima década, pero en unos pocos días se le cantarán las mañanitas para celebrar su arribo al grupo de quienes tienen horribles 70 años.
La persona que me envió esa lista por correo electrónico simplemente comentó lo siguiente: “AMLO / Conferencia mañanera del jueves 11 de marzo hablando de precandidatos presidenciales de Morena: “Estoy satisfecho porque ya hay relevo generacional...”.
¿No falta nadie en la lista?
Creo que sí, Alfonso Durazo, gobernador electo de Sonora. Nacido el 11 de julio de 1954, ya cumplió 67 años. En unas semanas asumirá el cargo de responsable de la administración pública sonorense, pero tendrá que trabajar a gran velocidad concretando proyectos en el menor tiempo posible y, también, pensando en un posible sucesor.
Antes del nombramiento del gobernador de Tabasco como secretario de Gobernación, no era descartable que, en caso de necesidad, el presidente López Obrador llamara a Durazo para ocupar alguna posición en el gabinete. Después de invitar a Adán Augusto López a reemplazar a Olga Sánchez Cordero, crecen las posibilidades de que, si algo se descompone en el equipo presidencial, Andrés Manuel recurra a uno de los políticos en los que más confía y que ha demostrado eficacia en no pocos cargos en distintas posiciones a lo largo de una ya larga carrera como funcionario.
¿Presidenciable sin ir al gabinete, esto es, desde la posición de gobernador de Sonora? Con AMLO nada puede descartase, sobre todo porque Durazo en las pasadas elecciones consiguió uno de los mejores resultados electorales para Morena, por cierto, superando la peor guerra sucia en una entidad conservadora gobernada por una priista, Claudia Pavlovich, con muy buenos números de aprobación en las encuestas.
Por cierto, ese es el caso de Claudia Sheinbaum: ella es gobernadora —o jefa de gobierno— y sin duda se ha consolidado como la favorita para quedarse con la candidatura presidencial de Morena.
Por lo demás, podría ocurrir que el presidente López Obrador jugara su sucesión con dos personas de su confianza que no estén en el gabinete, sino como responsables de gobiernos locales. Esta posibilidad crecería si Sheinbaum necesitara aliados para resistir los ataques de los hoy a la baja, pero siempre perversos y poderosos, Ebrard y Monreal.
¿Juan Ramón y Esteban?
Dos embajadores, Moctezuma (Estados Unidos) y De la Fuente (ONU), podrían ser excelentes candidatos de Morena y mejores presidentes de México. Ambos en cualquier momento podrían ser llamados al gabinete a resolver crisis que se presentaran, pero ellos no necesitan regresar a la Ciudad de México para merecer la candidatura: sus trayectorias, de las mejores en el sector público, son suficientes para aspirar a la presidencia desde sus actuales posiciones.
El gran problema de Esteban Moctezuma y Juan Ramón de la Fuente es el mismo: aunque Andrés Manuel los nombró, formalmente dependen de la estructura controlada por Ebrard, quien no permite plena libertad de movimientos y los debe tener rodeados de inexpertos, como los que acompañan al canciller en las principales posiciones de la SRE y que tantos problemas han generado.
Si Moctezuma y De la Fuente ignoran a Ebrard y actúan como lo que son, integrantes del equipo de AMLO, podrían crecer, y mucho. De ellos depende.