Cábalas

“En el campo de la oposición las cábalas tienden a coincidir en que no hay candidatos a la vista capaces de ganarle al oficialismo en 2024”.

Lo anterior lo leí ayer 14 de julio en la columna del escritor Héctor Aguilar Camín publicada en Milenio.

Mucha gente coincide con Aguilar Camín: la oposición mexicana no tiene aspirantes de peso para poder vencer a quien represente a Morena en las elecciones presidenciales de 2024.

Es falso. Veo fuertes las posibles candidaturas de:

  • Ricardo Anaya, exdirigente del PAN;
  • Lorenzo Córdova, todavía consejero del INE que se muere de ganas por disputar la presidencia al partido de López Obrador;
  • Margarita Zavala, quien si se divorcia —y no solo políticamente hablando— de Felipe Calderón podrá cohesionar al electorado no de izquierda;
  • Xóchitl Gálvez, senadora que ha ganado todas las contiendas en las que ha participado;
  • Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco;
  • Luis Donaldo Colosio Riojas, alcalde electo de Monterrey, y hasta
  • Jorge G. Castañeda, intelectual que siempre ha soñado con ser candidato presidencial independiente o por cualquiera de los partidos de derecha.

Por supuesto, lo que Aguilar Camín llama el oficialismo es mas fuerte que la oposición. Morena basa su solidez en dos hechos: (i) ser el partido del gobierno, lo que no es poca cosa tratándose de una administración pública que ha cumplido su principal promesa: apoyar verdaderamente a los pobres, y (ii) contar con la enorme popularidad del presidente AMLO, un genio especializado en ganar elecciones.

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Prestar aspirantes

Algunas veces, cuando ha tocado el tema de la próxima elección presidencial, Andrés Manuel ha sugerido que en su gobierno sobran funcionarios y funcionarias que podrían ganar la gran batalla del 2024.

Eso es verdad, así que ante tal abundancia de gente de primer nivel, probablemente Morena terminará cediendo a préstamo a dos personajes en quienes AMLO confía, pero que no convencen a otros liderazgos de izquierda —sobre todo intelectuales— que tanto influyen en las decisiones que toma el actual gobernante mexicano.

Los morenos priistas

Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard no terminan de ser aceptados por la mejor izquierda. Ocurre así, evidentemente, porque no son —no lo han sido y no lo serán— políticos abiertamente comprometidos con la causa izquierdista.

Monreal y Ebrard, formados en el priismo de la época salinista, han acompañado a AMLO durante más de dos décadas, pero no han dejado de ser políticos formados en el PRI, con estilo y vocación priista, y por lo tanto convencidos de una única filosofía: la de que el fin justifica los medios, es decir, son capaces de actuar como ideólogos de izquierda si les conviene, y de pasarse al día siguiente a la derecha, si la ocasión lo amerita.

Los dos piensan que están ante la última oportunidad de llegar a la presidencia de México. Y ambos saben que en Morena, a pesar de los deseos de Andrés Manuel, tienen cerradas las puertas a la candidatura importante del 2024. Entonces, tanto Ricardo Monreal como Marcelo Ebrard pelearán en Morena hasta el último minuto, administrará cada uno su derrota, se victimizarán, venderán resultados falsos de encuestas que les favorezcan, gritarán fraude interno en el partido de AMLO y se ofrecerán como mercancía política a los distintos partidos de oposición.

Ebrard ya dejó evidenciado que un aliado de Morena, el Partido Verde, es suyo, así que lo incluirá entre sus activos a la hora de negociar con la oposición. Monreal, por su parte, se llevará al PT, si acaso el instituto político de Alberto Anaya cambia su estrategia de ir solo las presidenciales con Gerardo Fernández Noroña, esperando que este crezca y le sirva para vender caro su apoyo a Morena antes del día de las votaciones en 2024.