¿Tiene futuro el PRI? Desde luego que no. El PRI, ahora sí, va a desaparecer. En un extraordinario artículo Federico Berrueto dio las razones de la —ya inevitable— extinción del dinosaurio.

  • “La causa de su debacle no ha sido la traición a su programa de origen sea el callista, cardenista, alemanista o el que se quiera”.
  • “Tampoco lo es su autoritarismo de casi siempre y su obsequioso sometimiento al presidente tricolor”.
  • “La razón y causa del deterioro del PRI ha sido la corrupción. Mucho más cuando esta viene de la presidencia y corroe el aparato político”.
  • Al PRI, sinónimo de corrupción, le espera la derrota en prácticamente todas partes, “con la excepción de Coahuila y algunos municipios”.
  • “Para transitar al futuro el PRI optó por lo más corrupto, lo más autoritario”.
  • Los expedientes de Alejandro Moreno y de Rubén Moreira son en parte públicos y los elementos que pocos conocen y sí tienen las autoridades federales…, los vuelven vulnerables en extremo a la presión del gobierno”.
  • “El sometimiento al presidente López Obrador, y él lo sabe, tiene como causa no el patriotismo, no la lealtad a la institución presidencial, no a la opción de Lázaro Cárdenas o López Mateos. No. Su origen es el miedo, mayor cuando la cola es larga”.

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La priología de Aguilar Camín

¿Cuál PRI es el que enfrenta —o se somete— en la actualidad al presidente López Obrador?, pregunta Héctor Aguilar Camín en su columna de hoy en Milenio.

Berrueto ya respondió: el PRI más corrupto. Ese PRI que, sorprendentemente, no es capaz de ver un intelectual tan brillante como Aguilar Camín. Este habló, en su artículo “Priología”, de todos los PRI posibles:

  • El PRI industrializador reformista con el presidente Miguel Alemán.
  • El PRI conservador con el presidente Adolfo Ruiz Cortines.
  • El PRI de “extrema izquierda dentro de la Constitución” con el presidente Adolfo López Mateos.
  • El PRI paranoico patriótico con el presidente Gustavo Díaz Ordaz.
  • El PRI tiránico tercermundista con el presidente Luis Echeverría.
  • El PRI petrolero dispendioso con el presidente José López Portillo.
  • El PRI austero antiestatista con el presidente Miguel de la Madrid.
  • El PRI neoliberal con el presidente Carlos Salinas.
  • El PRI neoliberal antisalinista con el presidente Ernesto Zedillo.
  • El PRI huérfano de presidente pero poderoso con el presidente Vicente Fox.
  • El PRI huérfano de presidente pero poderoso con el presidente (espurio) Felipe Calderón
  • El PRI nuevamente neoliberal con el presidente Enrique Peña Nieto.

¿Y el PRI corrupto que sí ve el analista Berrueto, admirado historiador don Héctor Aguilar Camín?

Según Federico Berrueto, son dos los PRI particularmente corruptos: el de Carlos Salinas y el de Enrique Peña Nieto.

Supongo que a ambos PRI, si siguiera la clasificación de Aguilar Camín, Berrueto les añadiría la palabra corrupción: (i) “el PRI neoliberal CORRUPTO con el presidente Carlos Salinas” y (ii) “el PRI nuevamente neoliberal y nuevamente CORRUPTO con el presidente Enrique Peña Nieto”.

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¿Por qué el PRI fue poderoso en la oposición en los periodos de Vicente Fox y Felipe Calderón y, en cambio ahora, también en la oposición, es tan débil en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador?

Por la corrupción. Es decir, Fox y Calderón, más que presionar con la posibilidad de acusaciones de corrupción a los dirigentes priistas con quienes trataron, los sentaron a la mesa para negociar con ellos más acciones corruptas, tanto económicas como políticas.

El matrimonio

Dos elementos unieron en sagrado matrimonio a los gobernantes panistas Fox y Calderón con sus opositores priistas —Roberto Madrazo, Manlio Fabio Beltrones, Arturo Montiel, Emilio Gamboa y hasta Enrique Peña Nieto—. El primero de tales elementos es el poder económico de los grandes empresarios que se enriquecieron en el priismo y siguieron prosperando en el panismo. El segundo, el miedo a la izquierda encabezada por AMLO, de ahí que el gran pacto entre ambos partidos se dio en 2006 cuando Fox convocó al priismo para operar juntos el fraude electoral que llevó al poder a Calderón.

Fue tan poderoso el PRI corrupto en los dos sexenios del panismo corrupto, que pudo un priista llegar a la presidencia en 2012, Enrique Peña Nieto.

Como AMLO no es corrupto —ni lo acomplejan los empresarios que se hicieron magnates de nivel mundial en el priismo—, los dirigentes del PRI actuales solo están ante una estrategia de negociación: obedecer a la 4T en las cámaras de senadores y diputados o arriesgarse a ser investigados con posibilidades reales de ir a la cárcel.

Una paradoja que el PRI más corrupto, el de Alito y Moreira, sea tan útil al presidente más honesto, Andrés Manuel.

No sé si ello sea bueno o malo: simplemente así son las cosas.