Etimología

Uso la expresión idiota en su sentido original, el que se le daba en Grecia: alguien que no se ocupa de los asuntos públicos, sino solo de sus intereses privados.

Es decir, a tan distinguidos personajes no les llamo idiotas con ganas de insultarlos.

Y es que, la verdad sea dicha, ni el epidemiólogo Hugo López-Gatell ni el columnista Raymundo Riva Palacio podrían ser considerados idiotas según las definiciones del Diccionario de la lengua española:

No son “cortos de entendimiento”, sino, lo que sea de cada quien, muy listos.

No son “engreídos sin fundamento para ello”. Caen ambos en la categoría de la petulancia, pero se explica por el mareo tan mexicano de contar con formación universitaria en el extranjero siendo residentes de un país todavía en el subdesarrollo académico. Riva Palacio hizo estudios de posgrado en Harvard; López-Gatell en Johns Hopkins. Y se sienten divinas garzas.

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Están mentalmente sanos, es decir, no padecen de la enfermedad llamada idiocia.

@HLGatell y @rivapa son idiotas porque, a pesar de expresarse en público todos los días supuestamente porque están preocupados por la sociedad, en realidad lo hacen para defender sus propios intereses. Lo demostraré.

El Layín de la epidemiología

Solo un idiota puede minimizar las muertes de niños y niñas por covid. Hugo López-Gatell lo ha hecho para quedar bien con el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien evidentemente tiene una idea equivocada de la pandemia.

Si nuestro gobernante toma decisiones incorrectas, como la de obligar a que se vuelva a clases “llueva, truene o relampaguee”, entonces sus asesores expertos en epidemias deberían corregirle, inclusive corriendo el riesgo del despido.

Le harían un enorme favor a México los funcionarios del sector salud si se les echara de sus cargos por decir las cosas como son, no como pretende verlas el jefe.

Las declaraciones de ayer de López-Gatell me recordaron la frase célebre de Layín, exalcalde de San Blas, Nayarit, quien se consideraba un modelo de decencia solo porque “robaba poquito”.

Según Gatell no hay riesgo para los niños y las niñas si regresan a clases presenciales en escuelas cuyos salones no cuentan con ventilación adecuada, menos aún si hace frío; muchas de ellas sin agua, sin baños adecuados, sin posibilidad de realizar pruebas diagnósticas; con maestros inmunizados con sinovac, que hasta sus fabricantes chinos admiten es una mala vacuna porque la protección —la más baja entre todas las vacunas conocidas, por cierto— dura solo seis meses.

Es un hecho que han aumentado, en México y el resto de los países, las infecciones en la población infantil —el 80% de los contagios se da en niños y niñas de entre 6 y 17 años—.

Por lo menos, cito a El País, “los contagios de coronavirus entre los niños en México alcanzan cifras de diciembre”. Es decir, estamos muy lejos de haber domado a la pandemia.

Pero Gatell no ve ningún problema ya que solo se mueren poquitos niños y poquitas niñas: “La mortalidad en adolescentes y niños ya era muy baja en la segunda ola y continúa siendo muy baja en la tercera ola”.

Qué burla eso de decir que solo se mueren poquitos niños y poquitas niñas. Es un verdadero cínico el rockstar de la epidemiología.

Sí, doctor Gatell, se mueren poquitos y poquitas menores, ¡¡¡pero se mueren, no seas pendejo!!!

Aclaración: no le dije idiota a Gatell para ofenderlo, claro que no. Al llamarlo pendejo sí quiero insultarlo.

No puedo escupirlo porque no lo tengo enfrente, y no sé si, por educación, me abstendré de hacerlo cuando me lo tope. Pero el tipo es despreciable.

¿Qué explicación dará Gatell a los padres y a las madres de los niños y las niñas que se contagien y el covid les genere el muy peligroso síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico, que puede ser mortal?

No parece sensato el regreso apresurado a clases en la tercera ola de covid; ayer se sumaron 786 muertes a la ya excesiva cantidad de fallecimientos en México. ¿Nos parece poco?

En cualquier país con epidemiólogos serios en el gobierno, una cifra tan alta llevaría a tomar medidas de aislamiento y a buscar extender la campaña de vacunación a los niños y a las niñas —con vacunas eficaces, no como la china que se aplicó a los maestros en México—, además, desde luego, de asegurarse de que existan condiciones mínimas de higiene en las escuelas.

Ojalá Andrés Manuel reflexione y exija a sus epidemiólogos que se expresen con la realidad, aunque le duela: no hemos derrotado al covid, y si no queremos que la tercera ola nos cause un daño todavía más grande que el ya sufrido, debemos insistir en lo único que funciona, como las medidas de aislamiento, la distancia entre las personas y el uso de mascarilla o cubrebocas, que ya debe ponerse el presidente de México. Sí, para dar el ejemplo, le guste o no.

El perverso Riva Palacio

Solo la defensa de sus propios intereses pudo llevar a Raymundo Riva Palacio a publicar el artículo “No contamos con el presidente”.

Habla el columnista de El Financiero de las amenazas del narco contra la periodista Azucena Uresti y los medios de comunicación Milenio, Televisa y El Universal.

Según @rivapa, el presidente de México es aliado de las mafias del narco y enemigo de los y las periodistas: “De este gobierno no se puede esperar nada. Ya lo sabemos, estamos solos. Tampoco es nuevo, salvo que antes la confrontación era contra gobiernos y hoy, medios y periodistas enfrentamos aliados tácticos, gobierno y criminales”.

Qué perversidad del columnista. No tiene argumentos —menos aun evidencia sólida— para sostener sus afirmaciones, pero lanza la calumnia no solo con absoluta irresponsabilidad, sino con notorias ganas de hacer daño a la imagen del presidente López Obrador, el dirigente de izquierda que ha cometido el imperdonable pecado de intentar cambiar lo que está podrido en México.

Uno de los cambios ha generado gran molestia en ciertos medios de comunicación. Otro, en quienes gobernaron al país en los anteriores sexenios.

Sobran columnistas que no se resignan a la pérdida de ingresos por la decisión de AMLO —y de algunos gobiernos de Morena, como el capitalino— de no entregar recursos excesivos a la prensa; de ahí que combatan con toda clase de mentiras a la 4T.

Sobran también columnistas muy ligados a personajes políticos del pasado quienes tienen miedo de que Andrés Manuel un día dé la orden de investigarlos y castigarlos por todo lo malo que hicieron cuando estuvieron en el poder.

Como es del dominio público, Raymundo está en ambos grupos: (i) a la empresa periodística que dirige, Eje Central, le afecta la reducción en el gasto en publicidad de los gobiernos federal y capitalino, y (ii) él ha sido un colaborador de Carlos Salinas, el expresidente más repudiado y que más merece que se le investigue por el daño que causó a México, mayor inclusive al provocado por Felipe Calderón.