Cuando se acercó a El Heraldo de México buscando difusión para sus artículos firmó un contrato. Mientras duró el convenio, la mencionada empresa periodística cumplió lo pactado con Hernán Gómez Bruera.
El contrató terminó y El Heraldo decidió no renovarlo. Ocurrió así por numerosas razones, pero sobre todo por un hecho cuantitativo completamente válido: sus honorarios, y el espacio ocupado en las páginas de ese diario, no se justificaban en función de los escasos lectores del columnista.
Sin duda, debe ser extremadamente cuidadoso con la distribución de sus recursos un medio de comunicación tan joven y con tanto dinero invertido en tan poco tiempo —sí, nadie en nuestro país ha apostado más fuerte que El Heraldo para hacer crecer a un grupo de comunicación en prensa, radio, TV e internet—.
Envidio el espléndido trabajo del propietario de El Heraldo de México, Ángel Mieres, y de su director, Franco Carreño. Me gustaría tener la capacidad gerencial de ambos, sobre todo en lo relacionado con tomar decisiones rápidas, como la que llevó a la no renovación del contrato de Gómez Bruera.
Los buenos empresarios desechan de inmediato lo que no sirve. Así de sencillo el caso de Herán Gómez Bruera: no dio el resultado esperado, se le dieron las gracias y en El Heraldo se olvidaron de él.
Ahora, mamón, Gómez Bruera pretende presentarse como —¡¡¡oooootro!!!— mártir de la libertad de expresión. Según él, lo corrieron por un artículo sobre Julio Scherer. Lo ha denunciado en Twitter con mamonería y, evidentemente, desagradecido con una empresa que lo recibió cuando no tenía —sigue sin tenerlo— espacio en diarios de primer nivel.
Mamón y malagradecido, el señor Gómez Bruera ahora pretende lastimar el prestigio de un medio en el que su propietario tanto ha invertido —y tantos empleos periodísticos ha generado— en una época de crisis de la industria.
¿El artículo sobre Scherer? Lo leí, Gómez Bruera lo difundió en Twitter. Se trata de una verdadera colección de calumnias y aun ofensas contra el excolaborador de AMLO. Mientras lo leía pensé si no estarían en lo cierto quienes me comentaron que detrás de ese texto se encuentra el resentimiento de la senadora Olga Sánchez Cordero, quien —ignoro sus motivos— detesta a Julio.
No es inusual que gente dedicada a la política intente utilizar columnistas para golpear a sus rivales. Lo que sea, a Gómez Bruera se le había acabado su contrato y se le dio de baja por su mediocre rendimiento. Es la triste verdad de un periodista con nivel de avioneta barata que se vende como si fuera el jet más lujoso del planeta.