El RamosShow, bueno para la democracia mexicana
Jorge Ramos, de Univisión y Reforma, ha estado dos o tres veces en la mañanera. Lo que sea de cada quien, ha dado buen espectáculo con sus preguntas agresivas al presidente López Obrador.
Debemos subrayar un hecho: la actitud de Ramos, al mismo tiempo educada y belicosa, demuestra que en México se respira, como nunca antes, un maravilloso ambiente de libertades.
El propio Ramos fue sacado a empujones de una conferencia de prensa de Donald Trump. En Venezuela a don Jorge lo retuvieron algunas horas en el palacio de gobierno —y además le confiscaron el material que había grabado— después de entrevistar a Nicolás Maduro.
En México el señor Ramos ha podido decirle lo que se le ha pegado la gana a Andrés Manuel sin que este lo moleste, sino todo lo contrario. El portavoz presidencial, Jesús Ramírez, hasta lo ha celebrado en Twitter:
demuestra que las conferencias matutinas son un dialogo circular, un ejercicio democrático donde se cuestiona, se argumenta y se informa. Al debatir, replicar y argumentar no se estigmatiza ni al periodista ni al medio.
{username} (@JesusRCuevas) July 6, 2021
Otras estrellas del periodismo en la mañanera
√ Denise Dresser, de Reforma y Proceso, estuvo en la mañanera. No lo hizo bien. O tal vez sí fueron adecuadas sus preguntas. El problema de esta mujer es su natural antipatía. Quizá por esa razón su participación frente al presidente López Obrador no gustó a nadie.
√ Peniley Ramírez, de Reforma, acudió también a la conferencia de prensa diaria de AMLO. Lo hizo mejor que Dresser, sin duda. Pero a Peniley le perjudicó la frivolidad que caracteriza a cierta prensa y a las redes sociales mexicanas. No hay otra explicación al hecho de que, en las búsquedas de Google, lo más destacable de “Peniley mañanera” tiene que ver con el vestido rojo con el que ella acudió a Palacio Nacional.
√ Denise Maerker, de Televisa y Radio Fórmula, una vez llegó temprano a la mañanera, se sentó en las filas de atrás, no preguntó nada y se fue sin hacer ruido. Seguramente le pareció aburrido el formato o, quizá, andaba desvelada —diariamente conduce un noticiero nocturno—, el hecho es que, diría El Perro Bermúdez, la mañanera era suya, la tenía, pero la dejó ir. Nos debe la señora Marker una intervención en Palacio Nacional cuestionando a AMLO acerca de cualquier cosa cuestionable de la 4T. Estoy seguro de que, para empezar, llamaría muchísimo la atención, y creo que Denise sabría utilizar las palabras correctas para motivar al presidente López Obrador a dar información verdaderamente importante para la sociedad mexicana. Ojalá Denise se anime y acuda de nuevo, pero esta vez con ganas de participar. Sin que le dé flojera, pues.
√ Ricardo Rocha, de Radio Fórmula y El Universal, estuvo en una mañanera, pero solo para quejarse por cierta injusticia que sufrió o algo por el estilo Una pena, claro está, ya que si hubiera sacado su profesionalismo periodístico habría hecho muy buen trabajo.
√ Nino Canún, vieja gloria del periodismo televisivo y radiofónico, estuvo en la diaria conferencia de prensa para darle las gracias a AMLO por quién sabe qué cosa. Nino, en mi opinión, se vio bastante mal. Lo mismo opinaron los periodistas que estaban a su lado en Palacio Nacional, ya que le chiflaron. Se la ganó, sin duda.
√ Isabel Arvide, otra periodista de la vieja escuela, apenas empezaba a destacar en las mañaneras del presidente López Obrador cuando este la nombró cónsul en Estambul, donde se ha metido en algunos problemas que han hecho las delicias de las personas aficionadas a las redes sociales.
¿Y los intelectuales?
Enrique Krauze, de Reforma, el New York Times y Letras Libres; Héctor Aguilar Camín, de Milenio y Nexos, y Jorge El Güero Castañeda, del New York Times y un blog de Nexos, deberían los tres, juntos o por separado, acudir a las mañaneras de vez en cuando.
Valdría mucho la pena que Krauze, Aguilar Camín y Castañeda le dijeran en su propia cara a AMLO lo que piensan de él.
Si lo agarran de buen humor, quizá Andrés Manuel hasta invite a desayunar las tradicionales guajolotas a Krauze y a Aguilar Camín, que me parece le caen bien al presidente de México. A Castañeda no lo invitará porque, así lo pienso, le cae gordo a López Obrador.
Tres personajes tan cultos e inteligentes elevarían el nivel de las conferencias de prensa presidenciales, educarían a mucha gente, recibirían aplausos —también críticas: la tribuna izquierda les abuchearía, desde luego—, y Andrés con toda amabilidad les invitaría a volver.
Si Aguilar Camín quisiera podría inclusive insultar a AMLO en Palacio Nacional, tal como lo hizo en una videollamada, y nadie lo molestaría por ello. Porque la libertad de expresión existe en nuestro país y el presidente no la pondrá en riesgo solo por otra palabrota que se le escape a tan distinguido escritor.
¿Y Ciro, Joaquín, Raymundo, etcétera?
Hay más periodistas celebridades en México.
√ Ciro Gómez Leyva debería un día empezar su noticiero de Radio Fórmula en la mañanera, lo que le serviría para una buena nota crítica de la 4T en su informativo nocturno de Imagen TV. Así podría Ciro exigirle a AMLO que ya no lo mencione cuando habla de los malos periodistas. Andrés Manuel le respondería que, con la pena, pero lo va a seguir mencionando porque tiene tanto derecho a expresarse como el líder de la radio. Y todos tan contentos.
√ La de Carmen Aristegui, de Radio Centro y Reforma, es la ausencia que todos más lamentamos. A la sociedad mexicana le encantaría verla en la conferencia de prensa matutina cuestionando al presidente.
√ Raymundo Riva Palacio, de El Financiero, podría gritonear hasta desahogarse por completo en Palacio Nacional y AMLO no lo interrumpiría. Nadie interrumpe el gañir de un ser que evidentemente no tiene la virtud del autocontrol.
√ Joaquín López-Dóriga, de Milenio y Radio Fórmula, podría empezar su pregunta pidiendo permiso a AMLO para mentarle la madre a Lord Molécula. Andrés Manuel pediría amor y paz, pero no defendería de más a ese señor irrisorio que, como todos sabemos, no es periodista.
√ Carlos Marín, de Milenio, contaría un mal chiste que no haría reír al presidente de México. Los otros reporteros lo callarían a gritos porque su sentido del humor, misógino y homófobo, ya no está de moda.
√ El monero Calderón, de Reforma, pediría autorización —y se la concederían— para dibujar a AMLO y presentar su cartón en la gran pantalla que usa el presidente mexicano para destacar gráficas, fotos, videos, etcétera. Sería una excelente caricatura, que Andrés con amabilidad agradecería, pero le diría al tocayo de apellido del esposo de la señora Zavala que son mejores que él El Fisgón, Hernández y el recientemente fallecido Helguera.
√ Lilly Téllez daría tema para el comentario en la mañanera, no tengo la menor duda… Un momento, ¿que ella, gracias a AMLO, ya no es periodista sino senadora? Es la verdad. Así que, como senadora, no tendría derecho a participar. Qué pena porque, sin duda, Lilly le alzaría la voz con enorme indignación al presidente de México.
√ Brozo y Carlos Loret de Mola. El Dúo Dinámico del periodismo siglo XXI llegarían a la mañanera armados de preguntas incómodas para AMLO redactadas por el mero jefe de tal pareja, don Roberto Madrazo, un enriquecido político tabasqueño hoy metido a empresario mediático y que conoce desde hace muchos años, envidia enfermizamente y ha jurado destruir al actual presidente de México.
¿Por qué no acudo yo a la mañanera?
En primer lugar porque SDPNoticias está muy representado en las conferencia de prensa de AMLO por Eduardo Esquivel y otros periodistas que de vez en cuando asisten. En segundo lugar no asisto a la mañanera porque no soy estrella del periodismo. En tercero porque no se me ocurre nada especialmente importante para preguntarle al presidente de México. A mí sí me informa adecuadamente, en cada mañanera, acerca de sus ideas y proyectos de gobierno. Cuando necesite saber algo más, quizá pida permiso a Jesús Ramírez para que me deje entrar a Palacio Nacional y, ya en ese lugar, si dominara mi timidez —lo que nunca me ha resultado sencillo—, levantaría la mano y cuestionaría. No es probable que lo haga, así que mejor seguiré animando a colegas con más empuje a que vayan a las conferencias de prensa a hacer su trabajo con la libertad que ahí se respira.