Respeto a Margarita Zavala. Honesta, inteligente y culta, ella tiene posibilidades reales de encabezar a la oposición unida en 2024. Sería una extraordinaria candidata presidencial contra la persona, hombre o mujer, postulada por Morena. Su matrimonio con el desprestigiadísimo Felipe Calderón no la afecta.

En 2018, lamentablemente, Margarita no lo hizo bien. Su primera campaña presidencial fue un desastre.

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Fracasó la señora Zavala, sobre todo, porque las candidaturas independientes o sin partido, como la suya, habían perdido credibilidad debido al mal trabajo en Nuevo León de Jaime El Bronco Rodríguez.

Pero —de manera absolutamente decisiva— también contribuyó a su ineficaz desempeño la falta de concentración que exhibió en el primer debate presidencial. En tal evento, Margarita Zavala no articuló correctamente ninguna de sus ideas y se hundió en el último lugar de las encuestas de opinión. Con menos del 4% de las preferencias electorales a su favor, la señora Zavala abandonó la carrera.

Un abandono no inhabilita a nadie para volver a competir. Este año lo vimos en el ciclismo mundial. Primož Roglič, debido a una caída, abandonó el Tour de Francia; con serenidad, se retiró en la novena etapa para “concentrarse su sus nuevos objetivos”. Roglič volvió y ganó medalla de oro en Tokio y después la Vuelta a España.

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Uno de los compañeros del esloveno, Robert Gesink, también abandonó el Tour, fracturado; una cirugía le ayudó a regresar rápido a competir y en la Vuelta lo hizo muy bien, pero sufrió y deberá volver al quirófano.

Margarita, si se concentra, puede aspirar de nuevo a la presidencia de México, pero ya no como candidata independiente, sino representando a tres fuertes partidos de oposición, el PAN, el PRI y Movimiento Ciudadano.

Solo hay otras dos figuras más o menos aceptables para todos los partidos de oposición, y por lo tanto, capaces de disputarle la candidatura, a Margarita; pienso en el todavía consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, y en el intelectual Jorge G. Castañeda.

Ambos, Córdova y Castañeda, tienen una ventaja sobre Zavala: en los debates no pierden la concentración y por lo tanto se expresan con evidiable claridad.

La gran desventaja de Lorenzo y Jorge frente a Margarita es que no gozan de la aceptación de esta mujer entre las clases conservadoras, pero son inteligentes y pueden presentarse como confiables para los radicales de derecha, a pesar de que seguramente apoyan la despenalización del aborto —decepcionarían si no aplaudieran lo que hizo la SCJN— .

No tengo ninguna duda: Lorenzo Córdoba y Jorge Castañeda han elogiado en privado —ya lo harán en público— la decisión de la corte suprema de despenalizar el aborto.

En su momento, cuando se les cuestione, ellos argumentarán con sensatez para defender lo que hicieron ministros y ministras, quienes evidentemente no pretenden obligar a nadie a abortar, sino que nada más han quitado el poder a distintas autoridades de castigar a las personas gestantes que, por la razón que sea, interrumpan su embarazo.

Margarita Zavala necesita mejorar su capacidad de argumentación. Carece de lógica su crítica a la Suprema Corte de Justicia de la Nación; la hizo en Twitter y no tiene sentido nada de lo que afirma:

Dice que “no pide que las mujeres vayan a prisión”; ¿no?

¿A qué se refiere Margarita cuando exige que los gobiernos estatales, ejerciendo supuestas “facultades constitucionales soberanas”, sigan criminalizando el aborto, es decir, que continúen encarcelando a quienes, por cualquier motivo —y todos son respetables— tomen la indudablemente muy difícil decisión de interrumpir el embarazo?

Ha dicho Margarita que “el reconocimiento de los estados a proteger la vida no es promover la criminalización”; ¿en serio? De ninguna manera es razonable lo que ella afirma. ¿Proteger la vida metiendo a la cárcel a quienes aborten? Por favor.

Eso es lo que propone la señora Zavala, ya que es lo único que hacen numerosos gobiernos estatales para “proteger la vida”. Bendita protección.

Entonces, para entendernos, Margarita Zavala “no pide que las mujeres vayan a prisión”, pero al mismo tiempo exige que sí las encarcelan si abortan; para “proteger la vida”, dice.

La diputada federal asegura que no, pero mejor que sí se criminalice a quienes interrumpan sus embarazos. Vaya lógica.

¿Es tan difícil entender, Margarita, que la corte no busca obligar a nadie a abortar, sino que nada más ha determinado que no se castigue con cárcel a quienes lo hagan?

Margarita Zavala conocerá, en su familia y entre sus amistades, a alguna o algunas mujeres que hayan abortado porque se vieron obligadas a hacerlo. No las denunció y qué bueno. Inclusive, ella debe haber apoyado con palabras cariñosas y aun con abrazos a quienes lo hicieron, sobre todo si las vio psicológicamente afectadas por una decisión realmente difícil de tomar.

Zavala debería ser menos confusa en sus argumentaciones y definir con absoluta claridad si pide, o no, cárcel para las personas que aborten. Todo se reduce a un sí o a un no. Entonces, Margarita ¿sí prisión?, ¿no prisión?

Cantinflas debe ser dado de baja como asesor de la diputada en este debate.