Mexicanos en cohete
Ya no es nueva la carrera turística espacial… o carrera comercial espacial, lo mismo da.
Compiten en la ni tan naciente industria, por el momento, tres multimillonarios: Jeff Bezos, de Estados Unidos; Richard Branson, de Reino Unido, y Elon Musk, de Sudáfrica, nacionalizado estadounidense y canadiense.
De nuestros multimillonarios solo veo a dos con el atrevimiento y con la condición física que se necesita para ir y venir al espacio: Ricardo Salinas Pliego y José Antonio El Diablo Fernández Carbajal, quienes tienen lo principal para intentarlo, dinero, y ganas de gastarlo en ocio nuevo.
A pesar de no ser precisamente jóvenes, tampoco son tan viejos, es decir, Salinas Pliego y Fernández Carbajal no han llegado a la edad de la obligatoria pasividad física como sus dos más importantes colegas en el club de los ricos mexicanos, Carlos Slim y Alberto Bailleres; estos, ochentones, tienen prohibidas ciertas aventuras que los alejen demasiado de sus mecedoras; Ricardo y José Antonio, sesentones todavía activos, seguramente resistirán un breve paseo en cohete. Pueden hacerlo juntos y pagar cada uno la mitad del proyecto. ¿De qué tamaño es la inversión? De unos mil millones de dólares al año, pero realmente no es una cantidad como para empobrecer a nadie.
Se divertirán El Diablo Fernández y Salinas Pliego viendo la Tierra desde el espacio; les resultará más entretenido que navegar en sus yates o practicar golf en los campos ubicados frente a las islas del Mar de Cortés… o Golfo de California, o cualquiera que sea su nombre correcto.
Si animo a Salinas Pliego y Fernández Carbajal a invertir en la industria espacial no se debe a que considere rentable, y ni siquiera útil un proyecto tan extravagante: lo hago por simple orgullo nacional. Los mexicanos no debemos permanecer al margen de nada que simbolice vanguardia, aunque para ello deba mirarse a través del cristal de la frivolidad.
Crónicas marcianas
En fin, esta historia de los viajes espaciales de Bezos, Branson y Musk me ha llevado a recordar la novela Crónicas marcianas, de Ray Bradbury.
Si la memoria no me falla, en tal ficción —que ya parece convertirse en realidad— un emprendedor, quizá no tan rico como Bezos, pero con el mismo espíritu comercial, en cuanto llega a Marte establece un puesto de hot dogs para vender a los viajeros espaciales “las mejores salchichas de dos mundos”.
En esas andaban los terrícolas conquistadores de Marte cuando, desde allá, vieron a la Tierra estallar y romperse en innumerables pedazos porque acá las potencias habían decidido ir a la tercera guerra mundial usando todas esas bombas atómicas que la humanidad ha acumulado.
Son hechos que, en la novela, ocurrieron en 2026, es decir, en el segundo año del sexenio de Sheinbaum o Ebrard —o de Anaya o Margarita, si la oposición sale del marasmo—.
Si el virus no nos acaba, con el dinero de Bezos, Branson y Musk tendremos pronto una floreciente industria turística espacial.
Qué pena me dan los marcianos, seguramente no vacunados: nos recibirán con abrazos y no balazos, permitirán nuestras inversiones —como el puesto de hot dogs de Crónicas marcianas—, los contagiaremos y extinguiremos.
Lo peor será que ya no operará eficazmente, para inmunizar a los marcianos, la Fundación Bill y Melinda Gates, que desaparecerá o quedará reducida a su mínima expresión con el divorcio de la pareja.
Mariana y Samuel en el espacio
Eso sí, Mariana Rodríguez podrá contar en Instagram lo que su marido Samuel García haga en Marte ya como precandidato del partido de Dante Delgado a la presidencia de México en 2030.
Porque Samuel, apoyado por su mujer, llegará así de lejos, ¿o no?
¿O acaso la multa, totalmente absurda, de 55 millones de pesos que le ha impuesto el INE por los mensajes de Mariana en Instagram significará el final de tan prometedora carrera política?
Ridícula decisión del INE: que la esposa cobre por acompañar a su esposo en videos. Entiendo que no sea equitativo que otros candidatos (o candidatas) tengan parejas normales, es decir, que no se dedican a entusiasmar a nadie con sus historias de Instagram. Pero de esto no tienen la culpa ni Samuel ni Mariana.
Si otros candidatos, otras candidatas quieren equilibrar la situación, que se busquen cónyuges con capacidad para armar alboroto en redes sociales, y ya. O mejor aún: que realicen sus campañas solo con propuestas, programas y proyectos.
En 2021, la mayoría de los hombres y las mujeres que ganaron gubernaturas lo hicieron sin show, únicamente con propuestas. Pienso en Alfonso Durazo, de Sonora; Maru Campos, de Chihuahua; Miguel Ángel Navarro, de Nayarit; Víctor Castro, de Baja California Sur; Indira Vizcaíno, de Colima, y Mauricio Kuri, de Querétaro, por mencionar los casos más serios.
El INE debe dejar en paz a Samuel García. La gente de Nuevo León lo eligió, punto; la sociedad nuevoleonesa merece y exige respeto.