“Problemas en el paraíso de los ricos”. Así encabezó La Jornada, ayer domingo en su página de internet, la información sobre los Pandora Papers.
En resumidas cuenta, el único diario de izquierda mexicano dijo lo siguiente acerca de lo dado a conocer por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación:
“Los documentos filtrados revelan que muchos de los jugadores en el poder que podrían llevar a un fin a este sistema offshore mas bien se benefician de él —ocultando activos en empresas y fondos encubiertos mientras sus gobiernos hacen poco para frenar un flujo global de dinero ilícito que enriquece a criminales y empobrece a países”.
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Notas periodísticas como la anterior alimentan el anticapitalismo en lo medios de comunicación, las universidades y los partidos políticos.
Si nadie de la 4T hubiera aparecido en los Pandora Papers estaríamos ahora mismo hablando de un triunfo moral de fundamental importancia del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien se comprometió a que en su administración, de izquierda, no existiría ninguno de los vicios del neoliberalismo, como, precisamente, el de funcionarios públicos recurriendo a esquemas de lavado de dinero en paraísos fiscales para proteger sus patrimonios.
El problema para la 4T, y no se trata de un problema menor, radica en que algunos de los más importantes y cercanos colaboradores de AMLO han aparecido en los Pandora Papers —quizás sería mejor en español: Los papeles de Pandora—, lo que refuerza la idea, cada día más difundida, de que todos los políticos son iguales, sin duda un duro golpe para el régimen que prometió gobernar solo con gente distinta, es decir, alejada de la tentación del dinero mal habido.
Más allá de la opinión que en lo personal tengo de Julio Scherer Ibarra —a quien considero una persona decente—, el exconsejero del presidente López Obrador, los mismo que su secretario de Comunicaciones (Jorge Arganis), la compañera de Manuel Bartlett (director de la CFE) y el senador Armando Guadiana están obligados a demostrar que llevaron sus recursos a paraísos fiscales simplemente por deporte, ya que antes de sacarlos de México pagaron impuestos en nuestro país.
Es lo menos que deberá exigirles Andrés Manuel para dejar intacto el prestigio de la 4T. Eso y, además, contratar un despacho de auditores confiables y calificados para revisar las finanzas familiares de quienes aspiran a la candidatura presidencial de Morena en 2024, a saber: Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum, Ricardo Monreal, Tatiana Clouthier, Esteban Moctezuma, Juan Ramón de la Fuente y Rocío Nahle.
Quien esté limpio que siga adelante con sus aspiraciones; quien no lo esté, que sea bajado de la nave de la 4T, hoy en serios problemas, pero todavía no hundida —todavía con posibilidades de volver a navegar— porque el torpedo que recibió en la línea de flotación no la ha destruido, pero uno más y el sueño se acaba.